En defensa del avance de su Reforma Electoral, el Presidente Andrés Manuel López Obrador no ha escatimado en criticar abiertamente a los opositores de la misma, particularmente a quienes, el domingo 13 de noviembre, asistieron a las movilizaciones en diferentes ciudades del país en contra de las modificaciones propuestas por esta iniciativa al Instituto Nacional Electoral (INE).
Así, en recientes días, el mandatario se refirió a la marcha realizada en la Ciudad de México, a la cual no sólo calificó como un “estriptis del conservadurismo”, sino también como una movilización que “no hubiera llenado al Zócalo”, declaración con la que acusó escasez de simpatizantes.
Ante esto, y anteponiendo el motivo de la conmemoración por “cuatro años de transformación”, el Presidente anunció que encabezará su propia marcha en la capital mexicana, el domingo 27 de noviembre, a través de la cual pisará una vez más la Plaza de la Constitución, misma que, para el mandatario, “es el escenario de los grandes movimientos”, de acuerdo a lo dicho en su documental “Esto soy”.
La relación del Presidente López Obrador con el Zócalo capitalino se remonta incluso a antes del mitin realizado en 2006 con motivo del reclamo por supuesto fraude electoral en los comicios federales de ese año.
Inició en 1991, mientras López Obrador era presidente en Tabasco del Partido de la Revolución Democrática (PRD). En este año, en protesta por su supuesto fraude electoral en los comicios del municipio tabasqueño de Cárdenas, emprendió una peregrinación desde la entidad hasta el Zócalo del entonces Distrito Federal, en donde pronunció un discurso frente a cerca de 20 mil personas.
Tres años más tarde, en 1994, repitió la caminata. Partió nuevamente de Tabasco hacia la Plaza de la Constitución en la capital mexicana, pero, esta vez, en reclamo por otro supuesto fraude electoral, ahora en los comicios para la gubernatura de la entidad, en donde resultó ganador el priista Roberto Madrazo. Una vez más, López Obrador se pronunció públicamente desde el Zócalo, donde, además, presentó una serie de documentos que presuntamente demostraban excesivos gastos de campaña por parte de su rival.
Estas movilizaciones y acusaciones de fraude antecedieron a un momento que, de acuerdo con opinólogos, ha marcado la carrera política de López Obrador. Este ocurrió en 2004, cuatro años después de que asumiera la jefatura de Gobierno del Distrito Federal y su presencia en el Zócalo se convirtiera en parte de su rutina.
Aquel año, López Obrador enfrentó un proceso de desafuero, promovido después de una acusación por irregularidades en la compra de terrenos durante su gestión en la capital mexicana. Aunque, al final, el episodio no resultó en cargos legales contra el entonces Jefe de Gobierno, sí terminó en su destitución del cargo, antes de la cual pronunció otro discurso en el Zócalo, al que le siguió una protesta organizada por sus simpatizantes conocida como “la marcha del silencio”.
Según declaraciones de López Obrador en aquel entonces, el proceso de desafuero no fue más que un intento de la oposición por frenar su candidatura a la Presidencia de la República.
A propósito, en 2006 protagonizó otro encuentro en el Zócalo con motivo del cierre de su campaña rumbo a este cargo y, pasados los comicios, volvió al mismo para anunciar un plantón en avenida Reforma como protesta por lo que alegó fue fraude electoral, ante el estrecho margen de diferencia por el cual su contrincante panista Felipe Calderón resultó electo Presidente de la República.
Después de meses de plantón, a través del que se exigía el recuento de votos, y ante la negativa de las autoridades a lo mismo, López Obrador congregó a sus simpatizantes en el Zócalo una vez más, esta vez para autoproclamarse “presidente legítimo” de México.
La Presidencia oficial la buscó una vez más terminado aquel sexenio, en 2012, cuando contendió una vez más en los comicios federales. Ese año, López Obrador cerró nuevamente su campaña electoral en el Zócalo capitalino, si bien los resultados no volvieron a favorecerle, pues quien resultó ganador fue el priista Enrique Peña Nieto.
Sin embargo, López Obrador lo intentó una tercera vez en 2018. Aquel año, López Obrador cerró su campaña electoral en el Estadio Azteca, por lo que dejó de lado el Zócalo, pero volvió a él para conmemorar, finalmente, el triunfo en las elecciones que lo llevó a la Presidencia de la República para el periodo de 2018 a 2024, donde la Plaza de la Constitución forma parte de su cotidianeidad.
Actualmente, restan dos años para que el Presidente López Obrador deje la silla presidencial, en los cuales se definirá el rumbo del próximo Gobierno. Por ello, en palabras del mandatario federal, la manifestación en el Zócalo que se realizaría el domingo 27 de noviembre permitirá comprobar cuántos mexicanos “están felices con los cambios en el país”.
AM