Aunque es altamente probable que un sismo de magnitud superior a 7 grados en la escala de Richter ocurra en territorio mexicano próximamente, solamente uno de cada cuatro municipios (26 por ciento) del país cuenta con un atlas de riesgos y uno de cada tres (33 por ciento) reportó tener un plan o programa de protección civil.
De acuerdo con estadísticas del Servicio Sismológico Nacional (SSN), en promedio cada dos años se registra un sismo de magnitud 7 en México; sin embargo, en el 2023 no hubo alguno, por lo que podría ocurrir uno nuevo en próximas fechas.
En entrevista con La Razón, el jefe de Análisis del SSN, Víctor Hugo Espíndola, explicó que, si bien no se pueden prevenir los movimientos telúricos, sí cuentan con una estadística histórica que es recurrente.
“Siempre habrá una región donde no haya ocurrido un sismo fuerte; entonces, no estamos exentos de que pueda ocurrir uno. Cada dos años, en promedio, hay un sismo mayor a 7; además, el año pasado no hubo uno fuerte y por eso no sería difícil esperar que un movimiento de 7 o mayor pudiera ocurrir en próximas fechas, pero no es una predicción, sino que es algo estadístico”, expuso el especialista.
Dijo que los sismos no se pueden predecir, pero aclaró que sí se conoce de dónde provienen; por ejemplo, refirió, hace tiempo hubo uno en la zona de Acambay, en el Estado de México, que no se ha repetido, lo que puede ser un gran riesgo si no libera energía de manera constante.
Incluso, mencionó que en un evento de gran dimensión no se saben las consecuencias que pueda tener, debido a que hay muchas zonas donde no han ocurrido movimientos, o incluso regiones que son sísmicas y que no han tenido actividad: “Por eso, desconocemos el potencial que puede producir un sismo que salga de esta zona y el daño que pueda causar”.
Espíndola Castro comentó que existe un gran riesgo en la región, que va de Jalisco hasta Chiapas, debido a que es una zona donde hay fallas activas.
“Desconocemos el potencial actual, el peligro que pueda representar un movimiento de gran magnitud. Sabemos que en las costas de Guerrero ya tienen tiempo sin sismos de magnitud fuerte, así como Oaxaca; por ello, a pesar de los avances en las investigaciones, nos falta mucho por conocer”, admitió.
Dijo que en materia de protección civil se va bien a nivel nacional, aunque, como todo, es necesario reforzar las acciones para que cada vez se tenga una mejor respuesta ante un evento de gran magnitud.
Mencionó que cada sismo es diferente y también depende de dónde vengan, pero resaltó que, después de los registrados en 1985 y 2017, se dejó mucha experiencia para que las autoridades valoren y hagan planes de riesgos y protección civil.
No obstante, hasta el 11 de agosto pasado, sólo uno de cada cuatro (26 por ciento) de los dos mil 475 municipios del país contaba con un atlas de riesgos, herramienta fundamental que permite delimitar y clasificar las zonas de mayor vulnerabilidad a nivel nacional, estatal y municipal. Es decir, únicamente 649 municipios dijeron tener listo el atlas.
De acuerdo con el Inegi, 55.2 por ciento de los municipios (mil 366) del país dijeron no contar con este instrumento, 404 estaban en proceso de integración y en 56 no se identificó la información. Sobresalen Yucatán, Oaxaca, Guerrero y Zacatecas, donde más del 70 por ciento de sus municipios no contaban con el documento.
Además, hasta el año 2022, 22 entidades federativas contaban con un plan o programa de protección civil y siete reportaron que estaban en proceso de integrarlo. En el caso de los gobiernos municipales, 33.9 por ciento reportó tener dicho documento; 21.2 por ciento, que estaba en proceso de elaboración y 42.7 por ciento registró no tener plan o programa.
El especialista comentó que, por ejemplo, en la CDMX hay muchas estructuras que presentan un gran riesgo, y que en un nuevo sismo pueden tener afectaciones muy graves.
“Hay muchas edificaciones, por ejemplo, en la CDMX, que se encuentran debilitadas por sismos pasados, a pesar de que se ha avanzado en leyes de construcción, pues existen muchas construcciones que son de años anteriores”, apuntó.
Las zonas de mayor riesgo sísmico en los últimos años son la costera del Istmo de Tehuantepec, además de la costa de Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Otras zonas son Puebla, Ciudad de México y Morelos.
Respecto a los microsismos en la capital del país, mencionó que se deben a un sistema de fallas activo en la región poniente, aunque indicó que están asociados con fallas normales en la zona.
Por separado, David León, experto en protección civil, dijo a este diario que el peligro de no contar con atlas de riesgos en estados o municipios es que la gente no conozca el riesgo que existe en el territorio en el que vive.
“Y si no conoce ese riesgo en el territorio donde se encuentra, no se puede actuar para prevenir o actuar ante un desastre natural. Y si no conoces el riesgo, no lo puedes mitigar”, advirtió.
El experto señaló que el reto es muy grande, ya que los planes de protección civil son responsabilidad de los tres órdenes de gobierno, pero también de los sectores privado y social.
“Todos somos responsables de mitigar los riesgos y atenderlos; en este caso, los funcionarios tienen más responsabilidad que otros, pero se debe hacer un esfuerzo de todos para atender a la gente ante una emergencia o un desastre”, agregó.
David León comentó que una buena forma de apostar por la prevención y la mitigación es atender las carencias de la población civil.