En punto de las 00:00 horas, los fieles suspendieron todas sus actividades y cantaron las mañanitas a La Morenita del Tepeyac, acompañados de gritos de alegría: “Viva La Virgen, viva La Virgen” en la Basílica de Guadalupe.
La fe, devoción y religiosidad se hicieron presentes desde la madrugada del domingo en la Basílica de Guadalupe, donde miles de personas acudieron para dar gracias, pedir favores o seguir la tradición que por años se vive en el Templo Mariano.
Con imágenes de la Virgen o San Juan Diego, los peregrinos llegaron desde todos los estados del país, para acercarse lo más posible a ver a La Morenita del Tepeyac y darle las gracias por este 2021 que pasó entre pandemia y falta de empleo.
Una carpa con sanitizante los recibió desde la mañana del sábado, con dos trabajadores de la alcaldía que rociaron a los feligreses para evitar contagios por COVID-19, mientras que los vendedores se apresuraron para ofertar imágenes o collares, así como pedir dinero y cumplir su manda de donarlo al Atrio Guadalupano.
“Lleve sus imágenes de la morenita, hay desde 20 pesitos. Regáleme una moneda para la Virgen, a ella no se le desprecia”, se escuchó en la explanada del Cerro del Tepeyac. Mientras, los elementos de la Secretaría de Seguridad capitalina ponían orden para que entraran en orden y sin tumultos, a fin de evitar accidentes entre la gente que por momentos se apresuraba para llegar primero.
El primer acto fue llegar directamente a la entrada principal, donde se arrodillaron para agradecer los favores o pedir nuevos; recargados en la valla que las autoridades colocaron, rezaron y con completa devoción, se postraron ante la imagen de La Guadalupana con fervor.
Los más arriesgados llegaron de rodillas, otros en bicicleta y demás descansaron aliviados por el cansancio de horas de camino desde sus lugares de origen. “La Guadalupana, La Guadalupana, La Guadalupana junto al Tepeyac”, fue la canción que más se escuchó en el Templo Mariano.
Afuera, un sacerdote dio la bendición a todo aquél que se acercaba a la imagen que se encuentra a las afueras del Atrio, mientras que los vecinos de la zona repartían comida para las personas que llegaban fatigadas a los pies de la Virgen.
Con porras, flores, algunas pancartas, camisas rotuladas con su imagen, corriendo, caminando y hasta en silla de ruedas, el fervor se dio en cada uno de los rincones de la Basílica de Guadalupe.
ANR