Aunque fue compromiso de campaña y de Gobierno, la cobertura educativa, al menos en el nivel básico, no logró incrementarse en el actual sexenio y, de hecho, se contrajo sobre todo en preescolar, lo cual representa uno de los desafíos más importantes y urgentes, de acuerdo con especialistas.
Un reporte de la Subsecretaría de Educación Básica presentado recientemente muestra que hasta el 2023 los índices para garantizar que los menores que tendrían que haber cursado nivel básico se encontraron entre 2.2 y 4.8 puntos porcentuales por debajo de como arrancó el sexenio.
La cobertura se refiere a la cantidad de niñas y niños que están en edad reglamentaria de cursar dichos niveles y que se encuentran inscritos. Refiriendo esto, los datos muestran que no todos los menores en edad de cursar el nivel básico lo hacen.
Así, la Subsecretaría detalló que la cobertura en preescolar, en el ciclo 2019-2020 (el primero de este sexenio), fue de 71.7 por ciento, pero para el ciclo 2022-2023, la cobertura fue de 66.9 por ciento, es decir, cayó 4.8 puntos. Además, ese 66.9 por ciento es el más bajo de cobertura entre los subniveles de educación básica.
Arcelia Ramírez, experta en evaluación de políticas educativas, consideró que esta situación es uno de los retos más importantes, como lo ha sido desde hace dos décadas y media, cuando comenzó a ser obligatorio.
Se tenía un déficit de centros de espacios educativos y un déficit de profesores. El preescolar costó trabajo porque soltar a los niños pequeños, cuando estén en esa edad, hace unos años era como medio impensableArcelia Ramírez, Experta en evaluación de políticas educativas
“Se tenía un déficit de centros de espacios educativos y un déficit de profesores. El preescolar costó trabajo porque soltar a los niños pequeños, cuando estén en esa edad, hace unos años era como medio impensable”, dijo.
Expuso que es indispensable trabajar en la cobertura escolar si se quiere tener un progreso en las personas, ya que es en los primeros años de vida cuando se reciben los estímulos necesarios para el desarrollo de las habilidades futuras que son necesarias.
“No sólo es reglamentar la Constitución para decir que lo vas a garantizar, sino trabajar en consecuencia en políticas educativas que amplíen y mejoren toda la oferta educativa”, señaló.
Naomi, maestra de primaria e integrante de una familia de carrera docente, coincidió en la importancia de trabajar no sólo “en el papel”, sino también en crear conciencia, pues nota que, después de la pandemia, las familias dejaron de llevar a sus hijos al kínder para no exponerlos, pero ahora que avanzaron hacia la primaria enfrentan problemas por la falta de una formación previa.
“Son niños aislados, tienen dificultades motrices, la mayoría, porque le tocó todavía con clases en casa, pero otros ni eso, y cuando se quitaron las restricciones y volvimos al aula, muchos todavía no quisieron mandarlos, así que ahora estamos viendo otras consecuencias, como carencias de habilidades.
“He tenido pocos de estos casos, pero el punto es que existen, niños que no fueron al kínder y ahora que ya van en segundo o tercero, no son capaces de cortar derechito una imagen o escribir sobre la línea”, ilustró.
En el caso de la secundaria, el retroceso en la cobertura pasó de 95.7 a 93.5 por ciento, una caída de 2.2 puntos. La primaria también sufrió un declive de 104.2 a 101.1 por ciento, 3.1 puntos abajo; sin embargo, esto se explica por la existencia de sobrerregistros causados porque en primaria es común que algunos alumnos son cambiados de plantel por las familias, y eso genera que haya veces en las que, al hacer las estadísticas, algunos sigan apareciendo en sus anteriores escuelas, aunque posteriormente son borrados de los registros.
El decrecimiento también se observó en la matrícula escolar en los tres subniveles —preescolar, primaria y secundaria—; es decir, el número directo de alumnos que se atiende en los planteles y cuya baja fue explicada por el órgano federal como un efecto de las dinámicas generacionales; es decir, que la población dentro de las edades correspondientes también disminuyó en el país.
Para kínder, la matrícula pasó de cuatro millones 734 mil a cuatro millones 334 mil entre los mismos ciclos comparados. En primaria se observó la misma tendencia, al caer de 13 millones 862 mil a 13 millones 345 mil, y en secundaria fue de seis millones 407 mil a seis millones 210 mil.
La Subsecretaría explicó que, para el caso de la matrícula de las escuelas, la caída se debió a que también hubo un decrecimiento en la tasa de natalidad; es decir, el número de niñas y niños nacidos por cada mil habitantes, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Otro fenómeno que se observó, únicamente en preescolar y primaria, fue el descenso en el número de docentes que, a pesar de que para el 2022-2023 se vio un incremento respecto a los dos ciclos anteriores, lo alcanzado se mantuvo por debajo del ciclo 2019-2020.
Por ejemplo, para kínder la planta docente pasó de 235 mil 437 a 229 mil 972, tendencia que también se replicó en el número de escuelas, que cayó de 89 mil 655 a 87 mil 185. En primaria, el número de maestros fue de 572 mil 961 a 571 mil 832, mientras que la cantidad de planteles apenas logró avanzar en cinco unidades.
Este panorama se presenta, a pesar de que en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 se estipuló que “la Secretaría de Educación Pública tiene la tarea de dignificar los centros escolares”, tras criticar que en las administraciones anteriores se utilizó a la educación como un “negocio”.
“Ante esta circunstancia, el Gobierno federal se comprometió desde un inicio a mejorar las condiciones materiales de las escuelas del país, a garantizar el acceso de todos los jóvenes a la educación y a revertir la mal llamada reforma educativa.
“La Secretaría de Educación Pública tiene la tarea de dignificar los centros escolares y el Ejecutivo federal, el Congreso de la Unión y el magisterio nacional se encuentran en un proceso de diálogo para construir un nuevo marco legal para la enseñanza”, se dijo al inicio del sexenio.