Hace apenas unos días el embajador Ken Salazar había planteado que veía la oportunidad de “hacer cosas buenas” en la reforma judicial que se acometía en el país. “Con todo respeto a la soberanía de México, hay que fortalecer al Poder Judicial en rubros como la duración de los procesos, el número de ministros y la disciplina judicial”, dijo. Mostró reservas de que al final los legisladores mexicanos se pudieran decantar por un modelo de elección de jueces tipo Texas, donde hay campañas. Pero parece que ayer algo cambió en Washington, porque el diplomático se refirió a esa parte medular de la reforma que ha prevalecido, pero en otros términos y —en consonancia con voces empresariales de su país—, al advertir que representa un riesgo mayor para el funcionamiento de la democracia en México y también una amenaza a “la histórica relación comercial que hemos construido”. Veremos los alcances e impactos de esos riesgos que ya registró el mayor socio comercial de México. Uf.
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