Por David Vela
david.vela.razon@gmail.com
La desaparición y muerte de Paulette Gebara Farah, que no parecía distinto a otros casos, no sólo acaparó la atención de la opinión pública, evidenció las deficiencias del sistema de procuración de justicia del Estado de México.
Desde el inicio de las investigaciones personal de la dependencia mexiquense incurrió en errores y omisiones en procedimientos básicos, como la preservación de la escena, lo que ha dejado más dudas que respuestas.
Alfredo Castillo, subprocurador del Estado de México, reconoció que el principal error de la autoridad mexiquense fue confiar en la familia de Paulette, pese a que incurrieron en contradicciones e inconsistencias desde el primer día.
Hoy se cumplen 20 días de la desaparición de la menor y las autoridades no han establecido si murió accidentalmente o fue asesinada, y en este último supuesto aún no hay responsables.
Paulette Gebara era una niña de cuatro años que desde su nacimiento padecía de problemas psicomotores y de lenguaje. “Era una niña con capacidades diferentes, pero especial y muy inteligente”, declararon sus nanas Erika y Marta Casimiro.
La última vez que se le vio con vida fue la noche del domingo 21 de marzo.
A las 20:55 su padre, Mauricio Gebara Rahal y su hermana Lizette, de siete años, llegaron a su casa en el exclusivo fraccionamiento Portto Vitta 2, en Interlomas, Huixquilucan, Estado de México.
Ellos regresaban de un viaje a Valle de Bravo en donde solían asistir con amigos y familiares.
Ese fin de semana la madre de la menor, Lizette Farah Farah no estuvo con ellos, pues hizo un viaje de placer, con su amiga Amanda de la Rosa, a Los Cabos, Baja California. Ella también llegó el domingo.
Aquella noche, pese a los problemas maritales entre Mauricio y Lizette, quienes ya hablaban de divorcio, todo parecía normal. Él entregó las niñas a Lizette y se dirigió a acomodar su coche.
Según el testimonio de Lizette recibió a las menores, las subió al cuarto, les puso la pijama y las mandó a dormir. No hubo contratiempos, dijo la mujer.
Posteriormente se fue a dormir.
Seis minutos después subió Mauricio a su cuarto. Dijo ya no haber visto a las menores, pues las puertas de sus cuartos estaban cerradas.
Fue a la mañana siguiente cuando Erika descubrió la ausencia de Paulette. Y aunque notificó a sus padres, dijo que éstos no se alteraron, no parecía importarles, recordó la mujer ante las autoridades.
Narró que ella y su hermana Martha pasaron buen rato buscando a Paulette. Sabían de sus deficiencias para moverse, pero señalaron que la buscaron incluso fuera de la casa.
Sus padres permanecían igual. Lizette durmiendo y Mauricio diciendo que “por ahí debía estar, que la buscaran en todas partes”. De hecho, Martha acusó que el padre dijo que la niña estaba bien, que estaba con niñera, lo que le hizo creer que él sabía dónde estaba la menor.
Horas después, luego de “revisar” en todas partes y no encontrar rastro de Paulette, la familia decidió avisar a las autoridades. Policías de Huixquilucan y el subprocurador Alfredo Castillo se presentaron en la casa de los Gebara Farah.
Este último reconoció que desde que recibió el llamado notó algo raro. Para él era impensable que una niña desapareciera de Interlomas, la zona más exclusiva del Valle de México.
Sus pobladores, además de escoltas, tienen sistemas de seguridad y vigilancia sofisticados.
Las sospechas del funcionario se reforzaron desde el momento en que se entrevistó con los padres y nanas de la menor. Ellos incurrieron en múltiples contradicciones. Sus testimonios eran inconsistentes.
Pese a ello, dio el beneficio de la duda. No quería que la familia, hasta entonces víctima, sintieran presión de la autoridad. Confió en el dicho de los Gebara Farah de que habían buscado bien en la casa. No ordenó otra búsqueda.
Lo que sí hizo fue llamar a expertos en negociación de secuestros, nunca hubo una llamada. En los días siguientes las inconsistencias se agudizaron, por lo que el subprocurador Castillo ordenó una primera reconstrucción de hechos.
Además sometió al polígrafo a los padres y nanas, ninguno pasó la prueba. Por lo que pidió se les aplicaran un test psicológico, principalmente a Lizette, quien resultó con trastornos de personalidad y poco apego con Paulette.
La noticia de la “desaparición” de la niña era ya primera plana en los periódicos. Con ella iniciaban los noticieros de televisión. Las comunidades sociales de Internet estaban inundadas de fotografías de Paulette y el llamado a localizarla.
El 29 de marzo, siete días después de que fue reportada como desaparecida Paulette fue encontrada al pie de su propia cama. La habitación ya había sido revisada por decenas de personas y canes.
Jorge Rojas González, perito en ingeniería civil, fue quien descubrió el cuerpo. Al pasar por la habitación detectó un olor casi imperceptible que la llamó la atención. Al buscar el origen descubrió a Paulette en la parte baja de su cama.
“Nadie, absolutamente nadie, pensaba que adentro de la habitación pudiera estar el cuerpo de Paulette, confiábamos en la búsqueda que hicieron los padres. La habitación estaba perfectamente hecha, era como un altar a la niña”, dijo el Subprocurador Castillo en reciente entrevista televisiva.
Al hallazgo siguió el arraigo de las nanas y padres de Paulette; las diferencias maritales de éstos últimos; la ruptura entre sus familias; la batalla legal por la custodia de la pequeña Lizette; el velorio y sepelio de Paulette…
fdm