Miles de personas abarrotaron el Zócalo de la ciudad de México para asistir al 85 Aniversario de la Expropiación Petrolera, encabezado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Desde todos los rincones del país llegaron a esta fiesta, donde no todos los invitados tienen el mismo peso: En primera fila estuvieron cómodamente sentados los gobernadores de extracción morenista, luego los contingentes más expresivos, esos que saben gritar cada vez con más fuerza cuando les indican sus líderes.
La prensa fue colocada en un templete frente al presidium, pero hasta ahí llegaron los inconformes con cuestionamientos: "Prensa chayotera", gritaban; otros, dirigieron sus ataques a reporteros en particular.
Luego, el pueblo, esa masa que como dice López Obrador no traiciona, ahora sí se quedaron hasta el final del discurso del mandatario que hizo una larga explicación histórica sobre la historia de México, llamó la atención el largo tiempo que dedicó al expresidente estadounidense Franklin Delano Roosvelt y su actuación no intervencionista en asuntos nacionales cuando se llevó a cabo la nacionalización del petróleo.
Uno de los momentos que levanto más gritos fue la mención del expresidente Felipe Calderón y su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna. Ni siquiera cuando habló de que no ha aumentado la deuda externa, ni las gasolinas, el gas o la electricidad pudo levantar tantos aplausos y gritos.
Aunque riñó en atención con el llamado del Ejecutivo federal a no permitir por ninguna circunstancia que regresen los conservadores al poder.
"Manifestamos de nuevo a los cuatro vientos, sigamos anclados en nuestros principios, reafirmemos no a las medias tintas, no aceptaremos nunca que en México se imponga una minoría a costa del empobrecimiento de las mayorías", resaltó el mandatario.
Recordó la gesta de Lázaro Cárdenas del Río y de Madero, realizó un recuento de los logros de su administración e incluso tuvo tiempo de arremeter contra los legisladores republicanos que amenazan con una invasión del ejército estadounidense para perseguir a narcotraficantes en territorio nacional.
La presunta intervención sirvió para lanzar su arenga final siete veces y la respuesta fue no, luego, cómo lo hizo en el grito de independencia cambió sus arengas para que la respuesta fuera sí, el pueblo no lo defraudó.
Lanzó un viva a la expropiación, un viva a los trabajadores petroleros y un viva a Lázaro Cárdenas, rematando con tres vivas a México.
Después de entonar el Himno Nacional los asistentes se retiraron en busca de sus camiones, que por cientos ocuparon las calles aledañas hasta un kilómetro del primer cuadro de la ciudad de México.
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Leo
