La población aledaña a la zona del volcán Popocatépetl reportó síntomas respiratorios agudos, durante y después de las lluvias de ceniza, aseguró Ana Lillian Martín del Pozo, investigadora del Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica de la UNAM.
Con irritación y secreción nasal (rinorrea), reportó al 45 por ciento de la población, mientras que, con irritación de la garganta y dolor de garganta, al 65 por ciento.
Indicó que, aunque las personas no quieren abandonar el lugar que habitan, principalmente en las zonas aledañas al volcán, ya comienzan a presentar cuadros agudos de afecciones en su sistema respiratorio.
“La ceniza volcánica puede contener proporciones variables de sílice cristalino libre (dióxido de silicio, SiO2), en la forma de cuarzo, cristobalita, o minerales de tridimita. Con el tiempo, la exposición a partículas respirables de sílice cristalina libre puede causar silicosis (enfermedad de los pulmones que puede ser mortal), por lo que las respuestas de esas dosis podrían impactar como ausentismo laboral”, indicó la experta.
“Las dosis que se inhalan en la actividad del volcán triplican lo mínimo establecido, que son 50 microgramos, por lo que los riesgos a la salud aumentan si no se realizan las actividades que puedan impedir el paso del aire contaminado, como es el uso de la mascarilla”, advirtió.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha mencionado que el Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional recomendó, desde 1974, que la exposición a la “sílice” que contiene la ceniza volcánica, puede ser respirable y estar limitado a 50 microgramos por metro cúbico de aire para los trabajadores, hasta una jornada laboral de 10 horas diarias; es decir, en dosis pequeñas supone que no haya impacto en la salud por ese periodo.
Uno de los casos de personas afectadas por la emisión de la ceniza volcánica es el del hijo de Doña Irma Falcón, pobladora de Santiago Xalitzintla. Ella contó a La Razón haber escuchado “que dicen que nosotros no queremos salirnos, pero no es eso; dicen que hay carros para evacuar, pero no hay nada; el albergue que dicen está cerrado y no hay nada adentro. A lo mejor en Puebla hay algunos, pero aquí, nada. Nosotros somos quienes salimos diario a barrer la ceniza, es una polvadera, no puedes dejar de toser, y apenas ayer alguien nos trajo unos cubrebocas, pero no hay muchas cosas aquí”.
La mujer de 45 años dijo que hoy abandonará su localidad a pie y en camión, ya que no cuenta con vehículo, porque a su hijo menor de 12 años la ceniza ya le provocó una infección en el ojo derecho y, dado que no cuenta con seguro médico, prefiere irse a casa de una hermana de ella en la Ciudad de México.
Al respecto, Mónica Vega, médico oftalmólogo por la UNAM, refirió que la ceniza volcánica es abrasiva. Advirtió que los pobladores del perímetro del volcán deben cuidarse de una secreción pegajosa o lagrimeo, porque las abrasiones de la córnea o “arañazos” pueden llevar a cuadros muy graves de salud visual.
Martin del Pozo comentó que, además de los efectos mencionados, la calidad del agua disminuye, ya que donde hay una significativa caída de ceniza, el agua potable probablemente será escasa.
Incluso, refirió que las fuentes naturales de agua y estanques hechos pueden ser temporalmente contaminados por la ceniza y el agua, así como el equipo de bombeo, pueden ser dañados por las partículas de roca abrasiva, por lo que deben cubrirse con lonas.