La depresión infantil se ha constituido en un trastorno grave que se agudizó durante y después de la pandemia; “en la mayoría de los casos pasa inadvertido para los familiares”, alertó la académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, Karla Suárez Rodríguez.
“Es difícil diagnosticarlo debido a que generalmente no se presenta solo, viene de la mano con otros como déficit de atención, ansiedad o problemas de conducta, lo cual con frecuencia genera confusión. Tiene síntomas que se conocen como internalizantes, los cuales están relacionados más con cuestiones cognitivas y emocionales”, destacó durante su participación en el sexto ciclo de conferencias UNAMirada desde la Psicología.
Asimismo, explicó que “en general, la depresión se define como un trastorno mental común que implica un estado de ánimo deprimido, determinado por la pérdida del placer o el desinterés por realizar actividades cotidianas durante largos periodos de tiempo; se relaciona con tristeza, sentimiento de culpa, falta de placer, baja autoestima y alteración del sueño y el apetito”.
En el caso de las niñas, niños y adolescentes, aunado a los anteriores, destaca también el aislamiento y la soledad. “Prefieren estar solos y se apartan de los amigos; además se muestran permanentemente irritables, se enojan con facilidad, bajan su rendimiento escolar por falta de concentración o mala conducta y lloran en exceso”, argumentó.
Suárez Rodríguez destacó la existencia de algunas repercusiones de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, los cuales señalan que hasta antes de la pandemia 5 por ciento de la población en el mundo padecía algún grado de ese trastorno, mientras que la prevalencia en menores y adolescentes era de 2.6 por ciento, cifras que crecieron de manera significativa durante y después del confinamiento.
Este ambiente se crea, por ejemplo, cuando los papás pelean de manera permanente, o hay una situación de violencia y maltrato en los hogares.
Entonces, ese tipo de sucesos, que a veces no tienen que ser golpes físicos, es decir, constantes insultos a los menores diciéndoles que son inútiles, tontos o que no hacen bien las cosas, les genera estrés crónico y llevarlos a desarrollar ese trastorno.
KT
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