Presuntos delincuentes se filtran en albergues de Tijuana con el objetivo de rentar niños a sus padres, pues aprovechan que éstos carecen de recursos para sobrevivir y enfrentar la larga espera a la respuesta de asilo solicitado a Estados Unidos, denunció Alberto Rivera Colón, presidente de la asociación civil y albergue Ágape, que se encuentra en esa ciudad de Baja California.
El religioso narró a La Razón cómo hace una semana lograron evitar el tráfico de un menor: “Una persona de origen hondureño llegó a solicitar refugio aquí, en el albergue, con un niño de siete años de edad. Pero el menor tenía comportamientos raros y se le veía con miedo, como si no conociera al hombre. Sólo estuvieron unos días y se fueron del refugio a solicitar el asilo a Estados Unidos”.
Ante ello, el pastor acudió con las autoridades de migración para denunciar el hecho. Días después pudieron localizar al sujeto con el infante. Al no poder comprobar con documentación oficial que era su hijo, el pequeño fue rescatado y puesto a disposición del DIF estatal, mientras que el indocumentado fue deportado con antecedentes para que no pueda regresar a México.
Rivera Colón agregó que la renta de menores (con la finalidad de agilizar los trámites) es una práctica común, sobre todo en sitios donde no hay control de quién entra o quién sale, pues el alto flujo de personas en esos lugares no permite realizar un registro de los migrantes reales y aquellos que sólo buscan delinquir.
“Es un tema muy delicado, por eso siempre hemos pedido que haya un monitoreo de cuántos menores de edad migrantes se encuentran en Tijuana; que haya una coordinación con el Instituto Nacional de Migración, porque no hay manera de saber quiénes son los que rentan; además se puede conocer en el censo cuántos niños realmente son secuestrados. Por ese motivo, en nuestro albergue se le toma foto a quien llega y se ingresa a una base para saber quién está y en caso de reporte de secuestro ayudar a las autoridades”, indicó.
Las mujeres que viajan solas con sus hijos son el sector más vulnerable. En el albergue Ágape, donde en meses anteriores desaparecieron tres menores, las madres tienen miedo de que se repitan estos casos porque aseguraron que la renta de niños para solicitar asilo es una constante.
Con siete meses de embarazo, Ingrid Gómez, de Honduras, contó a este medio que hace dos semanas una pareja de supuestos migrantes que llegó al albergue se acercó a ella para preguntarle si viajaba sola, cuánto tiempo de gestación tenía, dónde dará a luz y que hará con el menor.
Como no quiso proporcionarles información alguna, estas personas se pusieron nerviosas y se fueron del albergue. Desde entonces no las ha vuelto a ver, pero el miedo ya se apoderó de ella, pues, además, otras mujeres se han ofrecido a hacerse cargo de su hijo cuando nazca.
“Me da miedo salir a la calle, por eso cuando voy a la tienda me acompañan dos o tres personas. Me han orientado en los albergues (acerca de) cómo evitar el secuestro y trata de personas, porque dicen que soy blanco fácil para el secuestro. Espero me den el asilo para dar a luz en Estados Unidos o si no, me regreso a Honduras con mi bebé”, aseguró.
Ingrid tiene dos niños más, así que el temor crece ante la idea de que la vuelvan a buscar, ahora, para ofrecerle dinero por alguno de ellos.
“Jamás prestaré, rentaré o venderé a mis hijos, a pesar de que tenga urgencia de dinero, porque una madre siempre protege a los suyos y no entiendo cómo hay algunos padres que pueden hacerlo sin remordimiento”, expresó.
Sin embargo, la falta de un censo de los menores que viajan solos hace más difícil el control de esta situación.
El director de Ágape aseguró que se tiene conocimiento de que hay 36 niños no acompañados en los 17 albergues de Tijuana, pero estima que existan ocho mil en las casas y en la calle. Muchos de ellos fingen ser sobrinos o hijos de alguien.
El Dato: El uso de infantes en la frontera se extiende cada vez más, pues algunos indocumentados afirman que es más fácil obtener una visa de trabajo.
“Hay casos en que los niños, después de varios días, dicen que el tío, padre o madre con los que venían no era realmente su pariente, pero por miedo de ser entregado al DIF se quedan callados. Cuando hablan ya es porque las personas que estaban con ellos están lejos. Esto es más común de lo que se piensa, es alarmante, pero es la verdad.
“Hemos detectado que llegan con actas de nacimiento falsas; ésa es otra manera de hacerse de los menores, pero al traer un documento oficial es muy difícil investigar cada caso de cada familia que llega con niños”, advirtió Rivera.
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