A nueve años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, no se conoce toda la verdad ni todos los responsables están en la cárcel, pues si bien se avanzó, falta por saber dónde se encuentran los estudiantes, aseguró Ángela Buitrago, exintegrante del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), que durante casi nueve años investigó el caso.
En entrevista con La Razón, consideró que, tras su investigación en este expediente de desaparición forzada, aún hay espacios que todavía están vacíos y que aún no hay un tiempo definido para llegar a la verdad.
Aun así, apuntó que, tarde o temprano, “así se empeñen en distraer la justicia”, ésta llegará de una u otra manera aunque, subrayó, hay que trabajar con los pequeños hilos en la historia de esta tragedia.
Desde su punto de vista, aún faltan “muchísimas personas” por detener.
Reconoció también que faltó perseverancia y fuerza para pedir a las autoridades los documentos que llevaran a contar toda la verdad en los hechos, pues afirmó que, a diferencia de otros casos, en éste sí se conoce minuto a minuto lo que pudo haber pasado con los normalistas.
La abogada colombiana advirtió que ahora que la investigación la tiene la Fiscalía General de la República (FGR) y que el Gobierno federal asegura que sabe lo que ocurrió, sólo falta dar respuesta a los padres, a quienes aconsejó que deben tener confianza.
¿Cómo ve el caso a nueve años de distancia? ¿Qué huellas nos dejó?
Yo creo que las huellas son una realidad de cómo se actúa en los diferentes territorios, y yo creo que el caso mostró la deshumanización de muchos sectores de la sociedad, de instituciones, pero, sobre todo, del crimen organizado. El tema es de trascendencia por los hechos, pero se debe revisar bien, pues, por la forma en cómo se operó, se debe llegar a quien operó con tanto nivel de delincuencia.
El Gobierno federal mencionó hace algunas semanas que ya se sabe lo que pasó en la desaparición de los 43 normalistas y que ya se sabe quién fue; ¿esto es cierto?
Se avanzó muchísimo. Se sabe una parte de los responsables y ahí está involucrada la policía federal, la municipal, estatal, de tránsito, seguridad pública y crimen organizado. Se sabe qué pasó: que desaparecieron a los 43; se conoce cómo fueron algunas formas de separación de grupos, la decisión de matar a algunos de ellos y, sobre esa base, encontramos tres restos. (Christian Rodríguez Telumbre, Jhosivani Guerrero de la Cruz y Alexander Mora Venancio).
Lo importante es que todo eso se ha sabido y conocido, se sabe quiénes actuaron, pero no se sabe todo lo que pasó y eso es fundamental, pues hay partes de la historia que falta por indagar. No sé si han avanzado desde que nos retiramos el 31 de julio, pero el meollo es que aún no hay respuesta de dónde están los 43 normalistas.
La pregunta concreta es ¿dónde están los estudiantes?
Por eso mismo es tan importante, porque una respuesta parcial, que es la que hasta ahora se ha podido dar por el trabajo, investigación y apoyo de la administración, no es una respuesta completa, porque no basta con las versiones que ya tenemos desde hace tres años. Muchas personas cuentan muchas cosas, pero hay que buscar dónde se encuentran los muchachos que faltan y en qué condiciones fue que sucedió esa decisión. Con el respeto que me merecen las otras voces, sí quiero decir que faltan 43 y decirles a los papás que el tema es paso a paso, pues hay casos en los que tú puedes decir que es imposible hacer el seguimiento al minuto a minuto, pero aquí sabemos que el minuto a minuto sí estaba controlado.
¿Los normalistas están muertos?
Yo te puedo decir que mientras no tenga pruebas, para mí las personas que no han sido encontradas siguen con el estatus de desaparecidas; ésa es la condición real por el delito que sucedió en Iguala.
Yo no puedo llegar a una conclusión sin tener pruebas. Hay dos versiones que lo dicen, pero no se ha corroborado.
¿Cuáles son los retos ahora de las autoridades?
El reto es seguir investigando lo que falta, pues se dice que ya saben todo, pero se debe investigar para decir qué fue lo que pasó. No sé si en agosto y septiembre puedan tener algo nuevo y que tenga la validez para llenar esos espacios que están todavía vacíos.
¿Faltan restos por identificar?
Se han encontrado muchísimos restos, pero los que se considera que tenían ADN fueron llevados a la Universidad de Innsbruck, y creo que ya van a trabajar con otro laboratorio. Lo que pasa es que hay restos que desde el principio fueron descartados, pues sí hay restos que son de mujeres, personas adultas y niños, pues automáticamente sabes que no son de los normalistas. De los restos que conocemos, se fueron a Innsbruck, los que tienen posibilidad de ADN.
¿Se puede aún llegar a la verdad?
Yo nunca renuncio a la verdad. Yo creo que no es el tiempo, sino una investigación profunda la que te da la verdad, y yo creo que hay muchos elementos que pueden aportar para la verdad; por ello, aún no hay un tiempo definido para llegar a ella. Hay casos que después de 20 años se resuelven.
¿Qué elementos podrían constituirse para llegar a la verdad?
Hay que investigar las líneas muy finamente, pero creo que la investigación que hizo el GIEI apuntó a seguir esas líneas que, creemos, tienen información muy bien construida, así como el paso a paso. Creo que el ser riguroso, tener un proceso de coherencia, permite descubrir otras cosas que ni siquiera estaban en el radar, incluso personas que participaron y que no se sabía.
¿Faltan personas por detener?
Yo creo que muchísimas porque, además, hay investigaciones de tortura, ocultamiento, obstrucción, participación y hay muchas personas que se ha dicho participaron y aún no han sido detenidas.
¿Es importante traer a Tomás Zerón de Lucio?
Yo creo que no es sólo importante traerlo, sino investigar qué pasó realmente y por qué se hizo lo que se hizo. Todas las personas tienen el derecho de presunción de inocencia, pero sí es importante que se analicen muchas cosas que son fundamentales.
Se debe llevar a cabo el seguimiento de la investigación para llegar a la verdad.
¿Qué decirle a los papás sobre su esperanza?
Creo en la justicia y creo que tarde que temprano, así se empeñen en distraer la justicia, ésta llega, de una u otra manera; si se pierde la esperanza, se pierde el derecho a vivir. Son nueve años en los que han tenido que vivir tragedia tras tragedia; por ello, les digo que hay que confiar. La investigación adelantó y ya se saben muchas cosas, pero ahora hay que trabajar con los pequeños hilos, pero si esos hilos no se jalan bien, no puede haber resultados.
No hay duda que fue una operación de Estado monumental, en donde participaron todos los niveles de Gobierno.
¿Qué faltó y/o qué se quedó en el tintero en su investigación?
Llegamos hasta donde lo permitieron en algunos casos, pero se quedaron en el tintero muchas cosas, entre ellas perseverancia y fuerza de seguir exigiendo que se entregara toda la documentación, pues sigue siendo vital, ya que hay mensajes que sigo sin entender y que son contradictorios, pero ojalá que ya tengan todo probado y que les digan qué pasó con los estudiantes.
¿Hay posibilidades de que el GIEI regrese a México?
El tema es, si ya la Fiscalía dice que tiene toda la investigación, entonces no habría para qué regresar, pues si tienen todo y ya descubrieron todo, ya lograron el objetivo. Hay cosas que no me suenan lógicas y eso es lo que hay que seguir, pues hace mes y medio estábamos contando los elementos que había, pero faltaban muchos.
En caso de que se los pidan, ¿regresarían?
Incluso cuando volvimos estábamos convencidos de poder ayudar, y que iban a cumplir en abrir toda la información, así como permitir una investigación exhaustiva, pero nuestra salida obedeció a que se estaban cerrando los espacios, pues no había más información y eso parece que ya es una constante.
Muerte priva de su lucha a 4 padres de los normalistas
Localizar a sus hijos se convirtió en un propósito de vida, pero las enfermedades, la desesperación y la falta de respuestas consumieron sus sueños y la historia de cuatro padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa se fueron con ellos, al perder la vida antes de encontrarlos.
A pesar de las largas caminatas, de exigir justicia en reiteradas ocasiones y castigo a los responsables, la esperanza de localizar a sus hijos se fundió entre el calor, la lluvia y los gritos constantes de reclamo.
A nueve años de la desaparición, los padres siguen exigiendo respuestas sobre el paradero de sus hijos, pero continúan sin conocer dónde se encuentran o, incluso, si están vivos, y ya cuatro de ellos fallecieron sin haber conocido la verdad.
A Minerva Bello, madre de Everardo Rodríguez Bello, sólo el cáncer pudo ganarle la batalla —el 4 de febrero del 2018— que sus largos recorridos para buscar a su hijo no pudieron. “Murió combatiendo el cáncer y la impunidad de un gobierno que nunca le dio respuesta”, dijeron los padres en ese momento.
Saúl Bruno Rosario, padre de Saúl Bruno García, partió el 23 de agosto del 2021. Junto a su esposa Nicanora García, él fue uno de los primeros en llegar a la Normal Rural de Ayotzinapa, al enterarse de los ataques a los estudiantes.
“Mi esposo cayó en depresión, tenía la enfermedad de la azúcar y se le subió la presión, todo por estar piense y piense en su hijo. Ya iba para siete años que no sabía nada y le ganó la depresión y le dio un ataque”, explicó su esposa.
La madre narró a este diario que la lucha se ha ido complicando al paso de los años, pues si bien el esposo era quien le proporcionaba recursos para acudir a todos los sitios, también fue su compañía por 40 años. Nicanora García va a todos los recorridos, vive sola y no tiene más opción económica que tejer servilletas para las tortillas, las cuales vende en todos los lados donde protesta y busca a su hijo.
Bernardo Campos, El Venado, padre de José Ángel Campos Pintor, partió el 3 de septiembre del 2021 por complicaciones de diabetes, y su nuera, Blanca González Cantú, lo recuerda como un hombre de campo, fuerte, que no se rendía y que siempre hizo hasta lo imposible para encontrar a su hijo.
“Es muy difícil que ya no esté, pues él era el que siempre se encontraba en las actividades. Nunca faltó, siempre acompañó a los demás padres, pero desgraciadamente falleció y acaba de cumplir su segundo aniversario; es difícil ya no tenerlo. Su anhelo era encontrar a su hijo”, contó.
Ezequiel Mora, padre de Alexander Mora Venancio, perdió la vida el 29 de agosto del 2022 por un infarto fulminante y, aunque desde un inicio conoció que su hijo murió en los ataques, apoyó activamente en la lucha por buscar justicia.
Los restos de Alexander Mora fueron localizados —supuestamente— en el río San Juan en octubre del 2014, luego de reportes del hallazgo por la entonces Agencia de Investigación Criminal (AIC), comandada por Tomás Zerón de Lucio, hoy prófugo de la justicia en Israel.