Al esqueleto del PRD se le caen cada vez más huesos y Los Chuchos se van quedando solos con su sueño de fundar un nuevo partido, ahora que el sol azteca está oficialmente extinto. A la distancia que tomó ya la lideresa perredista en la Ciudad de México, Nora Arias, de lo que queda de la dirigencia nacional encabezada por Jesús Zambrano, ahora se suma la bofetada que le dieron los únicos dos senadores que resultaron electos bajo el manto amarillo: Araceli Saucedo y José Sabino Herrera, que ayer fueron ungidos con la casaca guinda y quienes recalcaron que dicen adiós convencidos y sin presiones. “Aquí no hay Judas, no hay traición; aquí hay convicción”, expresó el legislador tabasqueño, mientras que su compañera michoacana señaló no temer a una expulsión, pues se preguntó “quién nos podrá expulsar, si ya no hay partido”. Triste final, nos dicen, para una fuerza política de la que se ha esfumado con la derrota la capacidad de cohesión.
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