Fue asesinada el lunes pasado

Con fuerte vigilancia, despiden a Gisela Gaytán

Entre porras, aplausos y los gritos de “¡Presidenta!, ¡Presidenta!”, que varios asistentes realizaron junto al altar de la Catedral de Celaya

Familiares y amigos de Gisela Gaytán durante la misa de cuerpo presente, ayer.
Familiares y amigos de Gisela Gaytán durante la misa de cuerpo presente, ayer. Foto: Cuartoscuro

En medio de un fuerte dispositivo de seguridad, familiares y amigos dieron el último adiós a Gisela Gaytán, quien fue asesinada el lunes pasado, apenas horas después de que inició su campaña por la presidencia municipal de Celaya, Guanajuato, bajo las siglas de Morena.

Entre porras, aplausos y los gritos de “¡Presidenta!, ¡Presidenta!”, que varios asistentes realizaron junto al altar de la Catedral de este municipio, entre los que estuvieron los aspirantes del guinda al gobierno de Guanajuato, Alma Alcaraz; al Senado, Ricardo Sheffield, y el candidato a regidor por Celaya, Adrián Guerrero, quien se mantenía resguardado tras el ataque en el que murió Gisela Gaytán.

Elementos del Ejército Mexicano, Guardia Nacional y de la Policía Municipal custodiaron el traslado del cuerpo de Gisela desde la Funeraria San Rafael hasta el Templo de la Inmaculada Concepción, y a la salida de la misa de cuerpo presente hasta el panteón Villas

de la Esperanza.

Un elemento que destacó fue el duro discurso del sacerdote César Torres (párroco de la iglesia de la Santísima Trinidad, en Tacubaya, en la Ciudad de México y amigo de la familia de la víctima), quien ofició la misa y maldijo a los

asesinos de Gaytán.

“Pero óiganlo bien, malditos, somos más los hombres de bien. Y la sangre de Gisela caerá sobre sus cabezas y los de sus hijos por siete generaciones, como dice la Biblia”, dijo, y añadió que el crimen no quedará impune, “quizás sí, ante los humanos, pero no ante Dios, les espera la destrucción, el sufrimiento atroz”.

El religioso añadió que Gaytán es ya una mártir de la democracia, y se refirió a los funcionarios de estatales y federales, e incluso de la Guardia Nacional, a quienes deseó “insomnio”, y que no puedan dormir después del crimen.