La señora Martha Sorto muestra con orgullo en su parcela. Sonriente, bien peinada y con su mejor vestido, posó para la foto que le tomaron autoridades hondureñas el pasado 14 de abril, y que sirve como prueba de que su participación en el programa Sembrando Vida, en esa nación, está funcionando.
En entrevista con La Razón, confesó que en 2020 planeaba irse a EU, ya que a pesar de tener una parcela, su esposo murió un año antes y ella no sabía trabajar la tierra. Eso cambió cuando en octubre la invitaron a formar parte de la estrategia que, en colaboración con México, le permitió tener capacitación, herramientas, fertilizantes, insumos agrícolas, y 250 dólares mensuales. En abril, presume con alegría su cosecha de maíz, yuca y plátano.
“Yo vivo aquí en Comayagua; fue como un milagro, porque yo ya no tenía nada qué hacer aquí, mi esposo murió, yo no sabía qué hacer con la tierra, no tenía dinero ni para comer, y de pronto llegan a enseñarme cómo trabajar la tierra, me dan ayuda económica, pues ya no me quiero ir, me quedo acá”, puntualizó.
El 20 de junio y el 27 de julio de 2019, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, firmó cartas de intención con sus homólogos de El Salvador, Nayib Bukele, y de Honduras, Juan Orlando Hernández, para destinar 30 millones de dólares del denominado Fondo Yucatán para instrumentar el programa Sembrando Vida y otros para el desarrollo social.
Desde que iniciaron los programas en ambos países a la fecha, se ha apoyado a un total de cuatro mil 646 sembradores, 567 de Honduras y cuatro mil 79 de El Salvador. De ese total, 78 por ciento son hombres y 22 por ciento mujeres, detalla una solicitud de información hecha por La Razón.
Este rotativo también pidió una entrevista a la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexcid) para conocer la distribución de recursos en Centroamérica, pero debido a la veda electoral, rechazó responder.
Víctor Gonzáles, de Siguatepeque, Honduras, comenta: “pensaba migrar, acá no había oportunidades, ahora ya no, estamos bien con la familia, mi repollo me lo va a comprar el mismo gobierno y ya con eso alcanza para volver a invertir y para sacar para comer”.
Cipriano Mejía, de Comayagua, también en Honduras, reconoció que la estrategia es poco conocida, pues hay menos de mil beneficiarios en un país con diez millones de habitantes.
“Tiene sus fallas, yo supe por Internet y anduve investigando, tardé como medio año en entrar porque primero no me respondían, luego me metieron a un padrón, tardaron en llamarme, después recibí unas pláticas y ya, pero vale la pena porque aquí la situación está canija, tengo familia en Intibuca y en La Virtud que están esperando que llegue para allá el programa”, dijo.