Marcha hoy

“Una cosa es ser vistos y otra ser respetados”

Marcha por el orgullo LGBT+ retoma la CDMX, tras 2 años cancelada por la crisis sanitaria; Israel da una lucha doble: por ser gay y tener VIH; su mamá lo apoya

Madre e hijo repasan recuerdos de la infancia; estoy orgullosa, señala la señora Alma.
Madre e hijo repasan recuerdos de la infancia; estoy orgullosa, señala la señora Alma.Foto: Eduardo Cabrera, La Razón
Por:

“Imagínate, ser gay, ser moreno, ser pobre, tener VIH y tener una discapacidad motriz, soy parte de un buen de minorías”, dijo Isra sarcásticamente, mientras encendía un cigarro, pues él sabe que ha tenido más tragedias que risas en su historia de vida.

Israel o Isra, como le dicen sus amigos y familia, es un chico de 24 años originario de Atizapán de Zaragoza que estudió ingeniería y es parte de la comunidad LGBT+.

Israel y su madre, Alma, entre fotografías viejas, un par de cervezas y algunos documentos que guardan en el baúl de los recuerdos, narran a La Razón lo difícil que fue poder salir adelante.

Desde pequeño a Israel le gusta arreglarse, vestirse bien, ser ordenado. No le agradan los deportes donde sólo ejerza violencia. Por esa actitud, en su niñez le sugirieron a él y a su madre tomar terapia psicológica, pues se consideraba “raro”, especialmente al tratarse de un varón, aún cuando él era sólo un niño de preescolar.

“Nuestra historia empieza cuando Isra tenía cuatro años”, comenta Alma, “me mandaron a llamar de la escuela porque tenía que ir a terapia con mi hijo, me dijeron que su comportamiento no era normal, que el quería estar más con las niñas que con los niños, que no jugaba futbol y ya sabes, que no hacía cosas de ‘hombres’, la psicóloga argumentó que era falta de padre, querían que yo pensara que mi hijo tenía un problema mental, y cuando me negué a hacer cambios pensaron que yo no quería atender sus problemas, pero yo no estaba dispuesta a cambiar algo de él.”, recalcó.

Me mandaron llamar de la escuela porque tenía que ir a terapia con mi hijo, pues su comportamiento no era normal

Alma, Madre de Israel

Con una sonrisa, Israel y su madre ven las fotos de cuando él participaba en concursos de natación, debido a un accidente en la mano derecha, Isra perdió cierta capacidad motriz, lo que le orilló a aprender a escribir con la mano izquierda y trajo consigo, también, comentarios negativos a su persona. Isra recuerda que muchos lo juzgaron diciendo que la posición de la misma era un “manerismo”, algo a causa de su homosexualidad. Su madre, a un lado de él, comentó con enojo que hasta sus maestras se burlaban de su forma de ser y, ridículamente, de la posición que la mano de Israel adoptó después del accidente.

“Mi abuela sugirió un tratamiento hormonal, mi papá empezó haciendo comentarios muy homofóbicos delante de mí y terminó dejándome de ver y de apoyar, y justo cuando todo iba bien, me contagié de VIH”, comentó Israel mientras negaba ligeramente con la cabeza y dibujaba una sonrisa en su rostro.

Isra, afuera de su casa, en Atizapán de Zaragoza, Estado de México.
Isra, afuera de su casa, en Atizapán de Zaragoza, Estado de México.Foto: Eduardo Cabrera, La Razón

Además de los adultos que no lo entendían, Isra tuvo que enfrentar el bullying por ser diferente, y se vio obligado a tener una novia.

“Tuve novias por presión social, en la secundaria era muy bulleado, se presentó la oportunidad de andar con una chica y la tomé, pero sólo sentía que estaba cumpliendo con una obligación, con una parte de algún trato para que bajara el bullying, imagínate estaba gordito tenía el problema de mi mano y todos me decían que era por mi jotería, tenía que hacer algo para soportar la situación”, agregó.

Mi abuela sugirió un tratamiento hormonal, mi papá empezó haciendo comentarios muy homofóbicos

Israel, Integrante de comunidad LGBTIQ+

Uno de los prejuicios a los que más suele enfrentarse la comunidad LGBT+ es el VIH y el SIDA, “Yo lo único que escuchaba antes de salir del closet era que ser gay es sinónimo de SIDA, la gente ni siquiera está informada al respecto, no saben que no es una enfermedad exclusivamente homosexual, no saben que todos se pueden contagiar”, cuenta Israel con cierto enojo.

“Dejé de contar después de cierto número”, dice Isra al referirse a sus parejas sexuales, “con todos me cuidé, me contagió alguien que trabaja en una clínica precisamente de detección de VIH, me pidió tener relaciones sin protección y yo por confianza accedí, no puedo demandar, no quiero, no tengo manera de comprobarlo, son problemas y ya tengo suficientes”, dijo Israel mientras miraba lo que por años había sido el lugar en el que creció.

Isra hoy se siente más aliviado, con el apoyo de su abuela que ha cambiado poco a poco de parecer, pero que aún no abandona totalmente la idea del tratamiento hormonal, y el apoyo incondicional de Alma, su madre, ya no ve necesario esconderse en una sociedad que tiende a juzgarlo por su forma de ser y de vivir, toma tratamiento para controlar el VIH, en sus tiempos libres ayuda a su madre en su negocio de costura, hace ejercicio todos los días y piensa que la lucha por el orgullo LGBT+ no ha terminado, pues aún faltan, según él, políticas para defender los derechos de la comunidad, pues “una cosa es ser vistos y otra es ser respetados”, dijo.

Este sábado Israel asistirá a la marcha LGBT+ que retoma las calles de la Ciudad de México tras dos años de ausencia por la pandemia de Covid-19; en esta ocasión, la manifestación está dedicada a denunciar la violencia contra las mujeres de la diversidad sexual y a la que se espera la asistencia de más de 300 mil personas.

En esta ocasión, por primera vez funcionarios y trabajadores del gobierno capitalino acompañarán al contingente, y se espera que la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, reciba un pliego petitorio con las principales necesidades de la comunidad.

Al lado de su madre, Israel marchará, orgulloso de todo lo que la comunidad ha logrado, saldrá a festejar para regresar a casa, sabiendo quién es y estando a gusto con ello, con miedo claro, porque “ser gay tiene muchos riesgos en este país”, según sus palabras, pero seguro y orgulloso de pertenecer a una comunidad libre, llena de amor y con ganas de luchar por derechos, sus derechos.