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A seis años y medio del linchamiento de tres policías en San Juan Ixtayopan, delegación Tláhuac, la SSP federal reconoció ayer, por primera vez, que la labor de los agentes era la investigación sobre la presencia de grupos radicales o miembros de algún grupo de apoyo a movimientos armados.
Facundo Rosas, comisario general de la Policía Federal, avaló esa versión y dijo que dos personas recientemente detenidas, Alicia Zamora y Eduardo Torres, participaron en movilizaciones sociales en Oaxaca, Guerrero y Chiapas; además de que se les vincula con grupos de apoyo a movimientos armados. “Este matrimonio estaba vinculado con grupos de apoyo a movimientos armados, a grupos radicales vinculados particularmente con el movimiento de masas, de ahí la capacidad que tuvieron para movilizar rápidamente a los habitantes de la colonia para detectar a los oficiales.
“Ellos actuaron a sabiendas de que no se trataba de lo que se manejó en un principio de presuntos secuestradores de menores, procedieron a golpearlos, privar de la vida a dos de ellos y causar lesiones severas a otro”, dijo.
La tarde del 23 de noviembre del 2004 los oficiales de la Coordinación General de Inteligencia para la Prevención del Delito, de la entonces PFP, Cristóbal Bonilla, Víctor Mireles y Édgar Moreno Nolasco, fueron linchados en San Juan Ixtayopan. La versión oficial que se dio entonces es que los agentes estaban en una comisión especial para combatir el narcomenudeo.
No obstante, el comisionado Rosas aclaró que los agentes encubiertos recababan información de la más diversa índole, “desde aquella de carácter delictivo, hasta otras que tuvieran que ver con expresiones de violencia en la zona”.
La labor de los agentes era obtener información de estos grupos o de alguna persona que pudiera estar involucrada en esas organizaciones, pues el área de inteligencia de la Policía Federal ya contaba con datos sobre la presencia de este tipo de grupos en las delegaciones Tlahuac y Milpa Alta.
Aquel día, los agentes llegaron a las calles Educación Tecnológica y Peña Alta, a unos metros de la escuela primaria Popol Vuh. Mientras realizaban la vigilancia en un domicilio, una mujer comenzó a gritar que los hombres del auto se habían robado a un niño, hoy se sabe que en minutos aparecieron en el lugar Alicia Zamora Luna y su esposo, Eduardo Torres Montes.
Según el comisionado general de la Policía Federal, la pareja movilizó rápidamente a decenas de personas quienes obedecían cada una de las instrucciones. Seis años y medio después se presume que esta mujer apodada La Gorda era precisamente la persona que estaba relacionada con grupos armados subversivos y radicales.