Fue la invitada especial, aunque la dificultad no permitió que saliera a la hora acostumbrada. Sin embargo, la bandera mexicana monumental estuvo presente. Atestiguó cómo la Marea Rosa devoró a los manifestantes de la disidencia magisterial, que al principio de la movilización en favor de Xóchitl Gálvez disputó a golpes cada metro cuadrado de la plancha del Zócalo de la Ciudad de México, sin éxito.
El arriado de la bandera monumental en el Zócalo tiene un tiempo oficial y no se cumplió. Desde las seis de la mañana, todo acceso al primer cuadro de la Ciudad de México era denegado por los elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) capitalina.
La Plaza de la Constitución estaba dividida: al sur, el plantón organizado por los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y, al norte, un templete para la Marea Rosa; y justo al medio, el asta bandera, vacía.
A las ocho de la mañana, el caos comenzó. Mientras policías de la SSC retiraban las vallas que impedían el paso por la avenida 20 de Noviembre y por Venustiano Carranza, maestros disidentes, con chiflidos y arengas, saltaron de sus casas de campaña instaladas en pleno Zócalo y organizaron una valla humana.
Encabezados por Pedro Hernández, el líder de la sección 9, rearmaron el cerco, esta vez con consignas: “¡Se ve, se siente, la fuerza de la CNTE!”, y se hicieron de palabras con simpatizantes de la Marea Rosa y los cuerpos policiacos.
En entrevista con medios de comunicación, Hernández negó la existencia de cualquier tipo de acuerdo para desalojar el primer cuadro en la víspera de la concentración; por el contrario, gritó a sus cercanos que el Presidente Andrés Manuel López Obrador garantizó mandar refuerzos por la noche, los cuales aún no llegaban.
Entradas las nueve de la mañana, simpatizantes de la Marea Rosa arribaron, vestidos con playeras rosas. Algunos llevaban pantalones blancos y tenis de burbuja, los más cómodos y limpios. La variedad de perfumes era incomparable, dulces por aquí, frescos por allá.
Algunas mantas hacían un llamado al voto masivo por el PAN-PRI-PRD; otras más dejaban ver su simpatía por Xóchitl Gálvez con: “México va con Xóchitl presidenta”, además de banderas rosas que consignaban “#DefendamoslaRepública, México es de todos”.
Pero no todo eran aromas agradables. Como suele ocurrir con las fuerzas políticas, en la plancha el PAN regalaba banderas azules, playeras, gorras, sombrillas y bolsas estampadas con el nombre de sus candidatos y oradores: Xóchitl Gálvez y Santiago Taboada.
Mientras la sociedad civil extendía banderas de más de diez metros, la Policía Militar y la guardia de honor de Palacio ingresaron al Zócalo para arriar la bandera. Entre el tañer de las campanas y una guerra de consignas de la CNTE y la Marea Rosa, entonaba el Himno Nacional y entonces sí, la invitada especial, la bandera, ondeó en lo más alto, a pesar de otra confrontación entre los maestros disidentes y los militares.
A eso de las 10 de la mañana, un enfrentamiento a golpes comenzó en el cruce entre la plancha y 20 de Noviembre. La Marea Rosa, que intentaba ingresar al Zócalo pasando encima del plantón, provocó su furia y sus integrantes sólo encontraron en los golpes una forma de repeler la entrada; sin embargo, se vieron arrasados al llegar cuerpos policiacos y notar el número de simpatizantes.
La Marea Rosa ingresó tras el ríspido encuentro y no dejó de llegar constantemente a la plancha, entre batucadas, vuvuzelas y un ánimo festivo, hasta después de iniciar los discursos de los cuatro oradores, los cuales, emocionados, coincidieron en la búsqueda de un México libre.