Es una realidad que entre las organizaciones que promovieron la llamada Marea Rosa hay opiniones distintas sobre qué hacer con la fuerza ciudadana que se expresó en varios momentos antes de las elecciones en el Zócalo. Ha quedado claro que por un lado hay quienes se inclinan hacia conducir esa fuerza por los canales que hoy existen para hacer política y tener incidencia en decisiones: esto es, un partido. Sin embargo, del otro lado persiste el resquemor hacia los partidos por el descrédito con que cargan a causa del agandalle, las facciones y otras malas prácticas que repiten. Sin embargo los que no quieren ser partido se mueven en la pretensión de ser exégetas del sentir ciudadano sin más autoridad y legitimidad que su presencia mediática. Hoy las agrupaciones que conforman a Unid@s tienen el reto de la coexistencia y el de que la Marea no los olvide.