Durante el periodo de más de tres años en que estuvo vigente la emergencia sanitaria por Covid-19, la matrícula escolar de todos los niveles educativos retrocedió a cifras que el país tenía hace una década.
Para el ciclo escolar 2022-2023 (el actual), el número de alumnas y alumnos inscritos en los niveles desde educación básica hasta superior en el país, del sector público y privado, es de 34 millones 681 mil 699 personas.
Esto es apenas 0.51 por ciento más de los 34 millones 504 mil 154 estudiantes que había inscritos en el ciclo 2013-2014, después del cual el número de alumnos alcanzó casi 36 millones en cada curso, hasta la llegada de la pandemia.
Para el ciclo que concluyó en junio del 2020, cuando el Covid-19 ya era una emergencia que obligó el aislamiento en la mayor parte de actividades, había más de 35 millones 700 mil estudiantes inscritos en todos los niveles educativos, pero para el ciclo 2020-2021, que inició en agosto del mismo año, el número de escolares cayó a 34 millones 933 mil 939, según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
En el siguiente curso, el 2021-2022, el número volvió a caer, esta vez 1.4 por ciento, al llegar a 34 millones 413 mil 485 alumnos y estudiantes inscritos.
La crisis educativa originada a partir del brote de la pandemia también experimentó otro fenómeno, pues durante los mismos años también se vio una disminución en el número de escuelas en todos los niveles educativos, pues de los 260 mil 56 planteles que se tenían documentadas en el ciclo 2019-2020, la cifra cayó a 259 mil 689 para el curso actual.
Una parte de los efectos sanitarios fue también el retroceso en el aprendizaje de estudiantes, sobre todo en el nivel básico, quienes, junto a familias y maestros, enfrentan el reto de recuperar el tiempo perdido, que se ha estimado en dos años.
Hoy, las aulas ya lucen “más normales”, con niñas y niños que también ríen, conviven, corren por los patios de las escuelas, pero que a la vez intentan aprender lo que no pudieron durante las clases a distancia obligadas para evitar contagios.
“Es como si los obligaran a subir unas escaleras y pisar un escalón arriba, sin que hayan podido poner un pie en el de abajo. Tenemos niños que ya casi salen de la primaria y pasarán a la secundaria con dificultades para hacer operaciones, para comprender lecturas”, narra Ana Laura, docente de educación básica.
Para la maestra, lo que ocurre dentro de los salones de clase “no es cosa para nada menor”. Relata que las y los niños que ingresaron a primaria en el último año presentaron un déficit de habilidades que debieron adquirir en el nivel preescolar, lo cual no ocurrió al tener que recibir clases a distancia.
“Tengo un alumno que le cuesta agarrar el lápiz y escribir. Hay otros que no coordinan su cuerpo en actividades o los bailes que se organizan, por ejemplo, ahorita con los festivales de primavera, del Día de las Madres.
“Toda esa estimulación no la recibieron todos, porque al estar en casa pues estaban sentados y no realizaban actividades motrices en sus primeros años de vida”, señaló, en entrevista.