Llegar a la oficina, prepararse un café para “aguantar” la jornada laboral y comenzar a leer los últimos expedientes de cuerpos encontrados mientras resistes el olor a podrido, a sangre y vísceras… así es el día a día de un perito criminalista.
Ésta no es una actividad que todos puedan aguantar. Marcela Flores, quien labora para la Fiscalía General del Estado de Guerrero, asegura que se deben tener “nervios de acero” para soportar todo lo que se ve en el ejercicio de esta profesión.
Y además poseer conocimientos científicos, artísticos, técnicos y prácticos para encargarse de proporcionar las conclusiones que permitan llegar a la verdad sobre quién y cómo cometió un delito, lo cual, dice, “es fundamental a la hora de impartir justicia”.
Por ello enfatiza en la distinción entre criminalística y criminología: la última es la disciplina que se ocupa del estudio del fenómeno criminal, con el fin de conocer sus causas y formas de manifestación.
El Dato: La cdmx cuenta con el mayor número de mujeres peritos en funciones, con el 45% de su plantilla.
“No es simplemente ir a reconocer la escena del crimen y realizar las indagaciones necesarias para esclarecer los hechos. Se trata de comprender una serie de emociones y sensaciones que, en muchos casos, juegan un papel en contra”.
Así, la contaminación de la escena del crimen debe evitarse a toda costa, puesto que la más mínima perturbación puede modificar las conclusiones.
En ello coincide Abigail Mendoza, perita jubilada, quien habló con La Razón sobre sus años en funciones a la par que evocó muchos casos que la dejaron “sobrecogida y consternada”.
“Cuando recién entré a laborar a la (entonces) Procuraduría, llegó el caso de dos niños que habían sido asesinados. En ese momento mi primer hijo tenía tres años, no te imaginas lo que sentí”...
Durante la investigación se llegó a la conclusión de que el autor de los homicidios había sido el amante de la madre, quien lo había abandonado, motivo por el que el despechado sujeto tomó venganza con lo que era más importante para la mujer: sus hijos.
Después de desempeñarse como perito criminalista durante 20 años, “en los que vio de todo”, decidió retirarse y trabajar como maestra, profesión que desempeñó hasta su jubilación, en 2010.
“El peritaje criminalístico no es una profesión que todos aguanten. Se debe tener un estómago de acero… Muchos de los estudiantes piensan que al ser una carrera técnica no tendrán complicaciones, pero la verdad es que desde el primer semestre ya ves cadáveres y comienzas a aplicar los conocimientos teóricos”, expresa.
En el desempeño de la labor pericial, las mujeres han tenido que hacerse notar y luchar por un espacio en un trabajo, que por su naturaleza, en el pasado fue un espacio reservado a los hombres.
“El campo laboral es muy estresante y demandante, por la cual, muchas mujeres no ejercen en esta profesión”, opina Flores.
Y aunque en la actualidad son más los varones peritos, ya no es una profesión reservada para ellos, pues actualmente cuatro de cada diez especialistas en esta rama son mujeres.