Deudas, secuela del Covid-19, tras un año

“El virus me dejó sin trabajo, sin papá y ya debo todo”

Alan perdió a su padre, sus empleos y teme un embargo, pues no puede cubrir los gastos que tuvo por el Covid

Momentos duros son los que vive la gente con la actual pandemia de Covid-19 que azota al país y el mundo.
Momentos duros son los que vive la gente con la actual pandemia de Covid-19 que azota al país y el mundo. Foto: Cuartoscuro

“El peor año de mi vida fue el 2020. ¿que si perdí algo?, perdí a mi padre, mi trabajo, mi estabilidad emocional y también me contagió el virus”, son las declaraciones de Alan Murillo, habitante de la Ciudad de México, uno de las miles de personas que el Covid les arrebató prácticamente todo, en las que los testimonios están cuesta arriba y son de resistencia.

En abril de 2020, Alan de 46 años se sumó a las filas del desempleo: “Soy chofer ejecutivo-escolta, trabajaba para dos empresas, y en un Uber, pero llegó la pandemia y dejaron de venir los extranjeros a viajes de negocios, me despidieron de las dos empresas, los traslados bajaron muchísimo con el semáforo rojo”, comentó.

De acuerdo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), de marzo a julio, tras la llegada de la pandemia, se perdieron un millón 10 mil empleos formales en todo el país. Para mayo, Ángel Murillo, padre de Alan, de 84 años, fue derrotado por el virus, cinco meses después, su madre también murió en vísperas de año nuevo por un paro cardiorrespiratorio, lo que lo llevó a contraer deudas que se han vuelto impagables en medio de la necesidad de mantener a sus dos hijos y esposa.

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“Perdí mis tres trabajos, fue un gasto físico, mental, emocional y económico, vendimos cosas, empeñamos, pedimos prestado, cada ampolleta de un tratamiento para mi papá costaba 25 mil pesos, la familia se fracturó, en diciembre de 2020 también me dio el Covid, estuve delicado y a la fecha sigo sin trabajo, con secuelas, tengo deudas impagables y una hipoteca, en cualquier momento pueden llegar a embargarme a mi casa”, narró.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo Nueva Edición, publicada el pasado 15 de febrero por el Inegi, la población económicamente activa descendió de 57.6 millones a 55.9, en comparación con 2019; es decir, 1.7 millones de desempleados, siendo más de 769 mil trabajadores del sector informal.

Sólo en la Zona Metropolitana del Valle de México, entre marzo y mayo del 2020, cerraron 13 mil 500 establecimientos, y hay estimaciones de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera (Canirac) que a diciembre de 2020, ocho de cada 10 negocios estuvieron a punto de quebrar.

“Yo trabajaba haciendo limpieza en un bar de Mexicali, en abril mi esposo fallece por el coronavirus y en mayo me despiden porque el lugar iba a quebrar, ahora vendo ropa usada, comida, hago lo que puedo porque quedé sola con cuatro hijos”, confió Diana Sánchez de 38 años.

Muchos de los desempleados del sector formal echaron manos de sus Afores; al cierre de 2020 los retiros parciales por desempleo alcanzaron el máximo histórico de 20 mil 60 millones de pesos, lo que representa un incremento de 61.3 por ciento en comparación con 2019.

Moonart, empresa mexicana de calzado, creada en 2017, apenas comenzaba a generar utilidades cuando llegó el virus.

“Nosotros iniciamos con 15 personas y así seguimos, decidimos no correr a nadie a costa de no tener ganancias, la pandemia nos detuvo casi por completo, pese a ello, tanto jefes como empleados nos ayudamos, unos nos aguantaron con los pagos para que pudiéramos apoyar a otros que se enfermaron. Ahora ya estamos recuperando las ventas”, detalló Marina Ferrusquía, directora ejecutiva de la empresa.

A partir de agosto las autoridades federales comenzaron a destacar cifras de la recuperación económica; los establecimientos afectados comenzaron a abrir y de acuerdo con la STPS, de agosto a enero se han recuperado más de 600 mil plazas.

“El impacto fue el más profundo desde la recesión económica de 1932, tuvimos una caída de 8.5 por ciento, se dio el mayor retroceso en 20 años; la recuperación, en términos de PIB per cápita nos va a llevar al menos entre cinco y seis años”, precisó en entrevista economista José Luis de la Cruz.