Fue un lunes diferente en la Ciudad de México, un día en el que valía la pena suspender momentáneamente cualquier actividad para atestiguar el eclipse solar. Desde muy temprano en la UNAM, en la zona de “Las Islas”, en Ciudad Universitaria; en el IPN, en la explanada del planetario “Luis Enrique Erro” y en el Zócalo, comenzaron a llegar los primeros espectadores que decidieron faltar al trabajo o la escuela para no perderse el fenómeno natural pactado para las 12:14 horas.
Ciudad Universitaria fue el punto de mayor concentración, 65 mil personas, entre niños, jóvenes y adultos mayores, convivieron en un ambiente de fiesta, bajo un lunes cálido. Fueron muy demandados los telescopios con filtros de los aficionados, quienes compartieron su equipo con los visitantes más pequeños. Además, se colocaron lentes especiales para ver el esperado evento.
“Es la única manera de que se metan en la ciencia, que les guste el Sol, las estrellas, los planetas. Mi papá me lo regaló (el teles-copio) y me enseñó, por eso vengo acá para también compartir conocimiento y pasarla bien, es muy padre”, platicó a La Razón Jorge Muñoz, un ingeniero jubilado que tenía una fila de ocho niños esperando para usar su telescopio junto a la Biblioteca Central de la UNAM.
Los visitantes fueron con todo tipo de cobijas para acostarse en los pastos, gorras o sombreros para cubrirse del sol, algún refrigerio y otros más decidieron comprar alguna botana que se vendía.
De una manera muy leve comenzó a sentirse un cambio de temperatura, a las 12:00 horas, y 14 minutos después fue el momento máximo, aunque sólo de manera parcial por la ubicación geográfica.
En otros puntos de Ciudad Universitaria, algunos estudiantes se organizaron y compraron artículos de papelería para hacer visores de cartón y regalarlos a los visitantes que no tenían ningún filtro o lentes para el eclipse.
“Van a ver la imagen proyectada en el suelo y la imagen del eclipse”, explicaba Mariana Bermúdez, estudiante de Medicina, quien cortaba cartón y rápidamente elaboraba los filtros caseros.
En otros lugares de la Ciudad de México también se reportó la concentración de personas para admirar el eclipse, como en el Zócalo, donde capitalinos, turistas nacionales y visitantes extranjeros participaron en diversas actividades, como los “rituales prehispánicos”. En el corazón de la capital se obsequiaron algunos lentes especiales para admirar el eclipse.
“Una limpia con los curanderos siempre es buena, con conchas de mar, para la energía cósmica, ya que el universo nos manda el eclipse”, narró Juan Carlos Hernández, un hombre que a sus 70 años que se siente orgulloso de esta experiencia que contará a sus nietos.
En otros sitios como Coyoacán y Tlalpan también hubo espectadores y uno que otro despistado, como un joven de 15 años llamado Ricardo, quien pensaba que se oscurecería totalmente como en Durango, Coahuila y Sinaloa, pero como dijo una mujer de 75 años: “Fue poquito, pero hermoso”.