Este es el pronunciamiento que las mujeres feministas leyeron hoy en el Zócalo al terminar la marcha por el día de la eliminación de la violencia contra las mujeres. Reproducimos el texto íntegro:
“NI UNA MENOS. MUJERES CONTRA LAS VIOLENCIAS
MACHISTAS Y EL CAPITALISMO”
Son tiempos de guerra, hermanas, compañeras.
Son tiempos de batallas cruentas y no todas son nuestras,
pero sí muchas son en nuestra contra.
Son tiempos de crisis y de emergencias:
Nos están matando,
nos están violando,
nos están obligando a parir,
nos están condenando con la muerte por desobedecer,
nos quieren con hambre,
nos quieren con miedo,
entristecidas,
cansadas,
dóciles
–cuando no domesticadas
nos quieren separadas, hermanas, compañeras.
Es por esto que nosotras, mujeres diversas y disidentes nos hemos convocado a una
articulación amplia, ética, política, independiente del Estado y ajena a cualquier interés
partidista de apropiarse de nuestra lucha, para encontrarnos juntas en este proceso
organizativo y de movilización social que ha tenido lugar hoy, 25 de noviembre.
Somos muy distintas, compañeras, hermanas, así como somos distintas entre nosotras y
ustedes. Tenemos el cuerpo hecho de historias bien diferentes. Pero hay otras historias que
compartimos, que nos acercan, aquellas que nos recuerdan las heridas primeras grabadas en nuestros cuerpos de mujeres y también las violencias machistas a las que nos enfrentamos diariamente.
Hay, además de las historias, principios que nos articulan: nuestra apuesta por el
feminismo, el desprecio al patriarcado y al capitalismo que se sirve del patriarcado para destruirlo todo, porque es esto, compañeras, un sistema de muerte; por eso es que nuestra apuesta también es por la defensa de la vida, por una justicia que no sea patriarcal ni capitalista y que nos permita sanar nuestras heridas; compartimos por supuesto,
compañeras, esta lucha contra el trabajo precarizado y sin paga al que se nos somete y el cual sostiene a la sociedad, esas dobles o triples jornadas que nos desgastan, nos agotan
y nos niegan una vida digna; nos articula también la indignación y la rabia que sentimos
contra el acoso y las violaciones dentro y fuera de nuestras casas, contra la violencia política y del estado, contra los feminicidios y todas las formas en la que se manifiesta la violencia machista, misógina.
Son tiempos de guerra, hermanas, compañeras.
Son tiempos de batallas cruentas y no todas son nuestras,
pero sí muchas son en nuestra contra.
Son tiempos de crisis y de emergencias.
Crisis y emergencias que tienen historia y que hoy recordamos conmemorando a las
hermanas Mirabal, a Minerva, Patria y María -las Mariposas- que en los sesenta fueron
asesinadas en Dominicana en su lucha contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.
Y lo hacemos en un contexto en el que América Latina se enfrenta nuevamente al ascenso de las formas políticas autoritarias, conservadoras, militarizadas y fundamentalistas.
Contenido relacionado: Marchan mujeres contra violencia de género y feminicidios (FOTOS)
Y lo hacemos también saludando combativamente a todas las compañeras que, desde Haití,
desde Ecuador, desde Chile, desde Bolivia, desde Rojava, desde Hong Kong, desde todos
los rincones del mundo, han tomado las calles y se han enfrentado a las fuerzas represivas del Estado que criminaliza sus luchas, que atenta contra su libertad y la dignidad de sus cuerpos y que busca disciplinarlas haciendo uso de la violencia sexual institucionalizada por la policía y el sistema judicial. Porque hoy, compañeras, las mujeres también nos rebelamos contra la violencia y contra este sistema de miseria y muerte.
Es desde esta memoria larga de la lucha de las mujeres por la justicia, anclada a la vida de
las hermanas Mirabal, pero también a la de tantas mujeres, madres, hermanas, abuelas,
amigas, tías, brujas, que durante siglos han combatido desde sus comunidades indígenas,
desde sus casas, desde los centros de trabajo, desde las escuelas, desde las
organizaciones sindicales, las colectivas, desde las calles, desde la interpelación que nos
hace esta pavorosa coyuntura, que nosotras, mujeres organizadas para este día de lucha
contra las violencias machistas, queremos mantener en voz alta las siguientes denuncias:
-Compañeras, nos estamos enfrentando a un Estado policial, gendármico, militarizado –a
nivel federal y a nivel local- que ha sostenido a la fuerza una estrategia de seguridad, que
más parece una guerra contra los pueblos, y que bien sabemos que nos afecta
específicamente a las mujeres.
La ocupación de las calles y del espacio público por militares y policías significa para nosotras el aumento del riesgo de violencia. Tenemos la experiencia de Ciudad Juárez como laboratorio de la extensiva militarización del país. Cuando se militarizó, aumentaron los feminicidios, las muertes de mujeres por armas de fuego, el secuestro y la trata de mujeres, las violaciones a los derechos humanos, en general.
No olvidemos, tampoco, la rabia que nos convocó el 16 de agosto pasado en el que salimos a las calles a protestar luego de que varios policías violaran a tres mujeres en la ciudad.
No ha parado, compañeras, los casos siguen en aumento. Denunciamos entonces al gobierno federal y local, por su estrategia de seguridad que profundiza la militarización con la Guardia Nacional y que nos vulnera,condiciona nuestro vivir por medio del miedo, porque siempre en las guerras los cuerpos de las mujeres son botín, territorio de conquista y no queremos ni estamos dispuestas a ser ni uno ni lo otro.
Nos matan, nos violan, nos roban, nos explotan, nos acosan y las instituciones que deberían defendernos y protegernos en realidad son fieles al patriarcado y a los poderosos, los empresarios, y solo simulan, revictimizan y mantienen silencios cómplices e impunidades asesinas.
-Nos enfrentamos también a la embestida de un sistema capitalista neoliberal que,
mediante planes de ajustes estructurales empujados por grandes organismos
internacionales, sostiene proyectos de muerte, precariza nuestra vida en el trabajo de la
ciudad y en el campo, depreda los bienes naturales comunes y nos despoja de nuestros
derechos laborales, de nuestros derechos sexuales y reproductivos, de nuestros territorios,
que enferma nuestros cuerpos, que apuesta por nuestra fragmentación y por mantenernos aterrorizadas con todas sus formas de darnos muerte.
-Pero también, compañeras, y esto es lamentable, nos enfrentamos a una sociedad
indolente, patriarcal y machista para la cual nuestros cuerpos no importan. Una sociedad
acostumbrada al horror de esta guerra que no es nuestra, a los cuerpos de mujeres y niñas arrojados en canales de agua sucia, calcinados, violados o asesinados en sus casas; por sus familiares, padres, abuelos, hermanos, primos; por sacerdotes; por sus vecinos; por los hombres que alguna vez dijeron amarlas, por cualquier macho furtivo de cuchillo y gatillo fácil que cree que le pertenecemos, que somos cuerpos desechables y objetos de consumo.
Una sociedad que no deja de alimentar los discursos de odio en contra de las mujeres, que nos juzga y nos ve como las culpables de todas las violencias que enfrentamos. Una
sociedad que es capaz de parir, criar, alimentar y encubrir a grupos conservadores, racistas,
xenófobos, misóginos, que buscan arrancarnos las victorias conseguidas los últimos años
como parte de nuestra lucha feminista y que arrancamos organizadas y en las calles.
-Es como si no tuviéramos espacios seguros, refugios, compañeras: ni la casa, ni los
centros de trabajo, ni las calles, ni las escuelas tampoco. Lo que está sucediendo en los
centros educativos, la cotidianidad de la violencia, abusos, acosos, violaciones contra las
mujeres al interior de las preparatorias, bachilleres, ceceaches, universidades, se ha vuelto
insoportable.
Autoridades, estudiantes, profesores, grupos políticos, han reaccionado de manera violenta a nuestra organización y a las denuncias que hemos venido empujando contra todos los hombres que han ejercido violencias en contra nuestra o de otras compañeras. Por eso denunciamos que esas instituciones en las que deberíamos sentirnos seguras, en donde ejercemos nuestro derecho a educarnos, a encontrarnos con otras y a participar políticamente, no sólo no están cumpliendo con sus responsabilidades, sino que
se han dedicado a intimidarnos, a atacarnos directamente, sosteniendo complicidades
anquilosadas que cuestionan nuestra palabra y la condenan.
Es por todo esto, compañeras, que reivindicamos y afirmamos, nuevamente:
-Nuestro derecho a una vida libre de violencia machista, capitalista y patriarcal.
-Una vida en la que la justicia esté de nuestro lado, donde la impunidad y la revictimización sean sancionadas. Nosotras no olvidamos ni perdonamos los 10 feminicidios que ocurren en este país diariamente ni las 9 mujeres desaparecidas cada día en la Ciudad de México, y seguiremos luchando por todas las compañeras asesinadas, por todas las madres, hijas, hermanas, familiares, amigas, compañeras, de las mujeres a las que se les ha arrebatado la vida. Seguiremos nombrándolas, recordándolas, cubriendo las calles con sus cruces y sus rostros, rostros que nos miran todavía desde lejos exigiendo justicia y que deberían estar ahora aquí, con nosotras, compañeras, a nuestro lado, porque no debieron morir, porque ninguna debió morir, porque ninguna más debe morir asesinada, compañeras, hermanas, por eso estamos luchando y por eso seguimos declarando el feminicidio como emergencia nacional y no daremos ni un paso atrás, por las que ya no están, pero también por nosotras y por las que vienen, nuestras niñas, las generaciones más jóvenes, más pequeñas, que no merecen tampoco un mundo de muerte y para las que también estamos dando ofreciendo toda nuestra lucha.
¡Por eso gritamos alto al feminicidio, ni una menos, vivas nos queremos!
-Una vida en la que el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos no sea cuestionado bajo
ningún dogma y bajo ningún pretexto. Donde se respete la laicidad del Estado. Donde la
educación sexual integral y no heteronormada se garantice y el autoconocimiento de
nuestros cuerpos no sea estigmatizado. Una vida en la que sea condenable la violación y
no el aborto, condenable la violencia sobre nuestros cuerpos, la moral que niega nuestra
libertad y discrimina nuestras disidencias y no el ejercicio pleno, atrevido y amoroso de
nuestras sexualidades y afectos o las marcas de nuestra rebeldía sobre los muros, los
vidrios o los monumentos. ¡Hoy levantamos la voz rabiosa porque queremos aborto legal,
libre, seguro y gratuito en todo el país!
-Un mundo en el que nuestra apuesta política feminista, antipatriarcal y anticapitalista siga
generando condiciones que nos permitan desplegar las potencias creativas-colectivascomunitarias en la reproducción de una vida social y materialmente justa y digna para todas.
-La construcción de un movimiento feminista que mantenga su presencia en las calles como hoy, compañeras, que se multiplique en todos los espacios y en todas las trincheras, que sea capaz de producir nuevas narrativas, las nuestras, que rompan el consenso patriarcal que nos mantiene en situación de desventaja, pero también que nos confronta entre nosotras, debilitándonos. Estamos en un momento de emergencia y las batallas aisladas no nos alcanzan. El enemigo, los enemigos, son fuertes, son muchos, están por todos lados.
Frente a su pacto patriarcal necesitamos un pacto nuestro, entre mujeres, entre feministas, ahora más que nunca nos necesitamos juntas.
Es por esto, compañeras, que las convocamos, nos convocamos, en este día de lucha
internacional contra la violencia hacia las mujeres a seguir articulándonos, a seguir
apostando por formas éticas y políticas que nos permitan confluir y encontrarnos puño con
puño tanto en los momentos de coyuntura como en el esfuerzo por mantener vivos
nuestros procesos organizativos.
Nos llamamos a escucharnos, a conocernos, a reconocernos, a pensarnos, a apuntalar
nuestras coincidencias y afinidades. A multiplicarnos en cada espacio, en cada territorio
donde pongamos el cuerpo, a seguir apostando por la organización de las mujeres, a no
abandonar las calles. Porque estamos en tiempos de guerra y, en estos tiempos de guerra, vivas, libres y juntas nos queremos, compañeras; estamos vivas, y no esperaban que sobreviviéramos, que estuviéramos aquí, por nuestras hijas, madres, abuelas, amigas,
hermanas, por sus luchas, por sus vidas, por las nuestras. Porque la revolución será
feminista o no será. Porque América Latina será toda feminista. Porque no daremos ni un
paso atrás.
¡Vivas se las llevaron, vivas las queremos!
¡Feminismo o barbarie!
¡Hasta la victoria, siempre!
¡Viva la lucha de las mujeres en América Latina, contra el golpe en Bolivia y por la caída de
Piñera en Chile!
¡Contra la violencia machista, autodefensa y autoorganización feminista!
Asamblea Feminista Autónoma Independiente
Asamblea Feminista Metropolitana
[flipbook height="500" pdf="http://www.3.80.3.65/wp-content/uploads/2019/11/25N.-Pronunciamiento-conjunto.-AFAI-AFM.-FINAL.pdf"]
kl