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En Madrid, España
La España política estrena monarca este día con la esperanza de que la renovación de su mayor símbolo de unidad ayude a enfrentar mejor las adversidades económicas que tiene desmoralizada a la mayor parte de los 47 millones de españoles, y de que el nuevo monarca pueda ser un factor para alivianar las tensiones territoriales con Cataluña y el País Vasco.
“El rey va a saber jugar un papel enorme, para colocarse como una persona para el entendimiento, y va a poner acento en las cosas que nos unen; la corona simboliza aquello que nos une”, afirma en entrevista con La Razón Iñaki Oyarzábal, secretario de Justicia, Derechos y Libertades del Partido Popular (PP).
La gente, que ayer se preparaba emocionada para ver pasar frente a sí a su nuevo soberano, tapizando de amarillo y rojo ciudades como Madrid y colocando banderas nacionales en todos los balcones, paradógicamente desconfía en las instituciones gubernamentales que no han sido capaces de resolver los problemas que los aquejan. En la más reciente encuesta Social Europea, España calificaba con 1.9 a los políticos en una escala del cero al 10.
Y en ese aspecto Oyarzábal aclara que esos problemas los tiene que resolver el Jefe de Gobierno, que es el que gobierna España, y no la monarquía. Desde la posición de los políticos, aclara que “Felipe VI fungirá más bien como un símbolo de la unidad y representación del país, y será un punto de encuentro entre los españoles”.
De Felipe VI —quien ayer asumió de facto la jefatura del Estado seis horas después de que su padre, Juan Carlos, firmó la ley de abdicación— recuerda que ha estado llamando a la unidad y a proteger los valores de la nación española en sus primeros discursos, con lo cual trata de tender puentes en las disputas territoriales o políticas a las que se enfrenta la nación.
Como el 90 por ciento de los españoles que ven con agrado el perfil del nuevo monarca, sostiene que el nuevo rey es una persona enormemente preparada y tiene una capacidad de trabajo inmensa. Lleva preparándose 46 años —los mismos que tiene de edad— para relevar en el trono a su padre, “es el heredero más preparado de todos los que hay y ha habido en este tiempo en las monarquías europeas y en el mundo”.
Incluso delinea los temas que tentativamente figurarán en la agenda del soberano: A lo primero que hará referencia Felipe VI, dice, es a los logros que tuvo su predecesor durante sus 39 años de reinado. Después se centrará en un discurso social en el cual incluirá dos asuntos: la situación económica, y la necesidad de trabajar unidos, sobre todo por el problema territorial relacionado con la independización de Cataluña y el País Vasco.
Quien fuera secretario del PP en el País Vasco, agrega que seguramente también querrá conectar con las ansias de los españoles de abrir una etapa de recuperación y de modernización de las estructuras del estado para fortalecer las instituciones. Y quizás querrá hacer notar los valores que ha compartido en los últimos años, por ejemplo, su conciencia verde en defensa del medio ambiente, como para mostrarse como un monarca moderno.
A unas horas de la ceremonia de proclamación, los postes de luz de las avenidas principales, los edificios y puestos de comida lucen los colores amarillo y rojo, un signo de profunda aceptación hacia el nuevo rey y en general a la institución de la monarquía, a pesar de los episodios (como las infidelidades de Juan Carlos y el caso Nóos) que afectaron la reputación de la familia Real.
Por eso resulta aire fresco el nuevo perfil que se ha construido Felipe VI y que los políticos también reconocen: el de una persona discreta, moderada, y con un gran sentido de estado.
“Felipe VI busca ser un monarca del siglo XXI. Estoy seguro va a ser una persona muy valiente y con las ideas muy claras a la hora de apostar por modernizar la propia institución y por apoyar los cambios necesarios que en este momento necesita España para reforzar la democracia y transportarla a los nuevos tiempos que vivimos”, concluye Oyarzábal.
Este día, el nuevo rey hace su juramento en el Congreso de los Diputados, la España política, y después recorre las principales calles para ver y saludar a la España ciudadana que, aún desmoralizada, no pierde la confianza en el futuro.
Fin del reinado de la transición
Eran las 18:15 de la tarde cuando Juan Carlos, en una ceremonia sobria, solemne y corta, firmaba su última ley, con la que además ponía fin a casi 39 años de reinado. El subsecretario del Ministerio de Presidencia, Jaime Pérez Renovales, leyó el texto de la ley, un solo artículo, y las palabras con las que el monarca explicó el pasado 2 de junio los motivos de su abdicación.
La firma del aún rey fue colocada sobre el papel con una pluma dorada y refrendada por la del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Después el padre abrazó emocionado a su hijo y le cedió su silla, como un símbolo de entrega del trono, a quien a partir de las 00:00 del jueves se convirtió en el nuevo rey, Felipe VI.
El acto se realizó en la Sala de Columnas del Palacio Real, que antes fue escenario de la firma del Tratado de Adhesión de España a las Comunidades Europeas, en 1985.
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