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Presionados para reactivar la estancada economía mundial, los líderes del grupo de las 20 economías más grandes del mundo presentaron hoy un plan para impulsar el Producto Interno Bruto global en más de 2 billones de dólares a lo largo de cinco años, invirtiendo en infraestructuras y fomentando el comercio.
La fanfarria, sin embargo, quedó empañada por las tensiones entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y los líderes occidentales.
Además, el comunicado final de la cumbre del G-20 de naciones ricas y emergentes reveló que sus líderes quieren impulsar parte de ese crecimiento creando un mecanismo global de infraestructuras. La iniciativa ayudaría a conectar a posibles inversores con proyectos.
También intentarán reducir en un 25 por ciento para 2025 la brecha entre hombres y mujeres de participación en la fuerza de trabajo, y señalaron que el plan pondría a 100 millones de mujeres más trabajando y reduciría la pobreza.
En declaraciones al final de la reunión, el primer ministro australiano, Tony Abbott, dijo que los países se supervisarían entre sí, monitoreando la aplicación de sus compromisos para fomentar el crecimiento.
El G-20, criticado en los últimos años por ofrecer más palabras que acciones concretas, se vio instado a ofrecer resultados medibles este año. Quizá como respuesta, el grupo dijo que el Fondo Monetario Internacional y la OCDE jugarán un papel en la supervisión y estimando los beneficios económicos del plan.
En su comunicado final, el G-20 indicó que de aplicarse por completo, la iniciativa de 2 billones de dólares aumentará el PIB global en un 2.1 por ciento sobre las previsiones para 2018 y creará millones de empleos.
Abbott señaló que los países asistentes acordaron más de 800 medidas para impulsar la economía global, que según el Fondo Monetario Internacional se enfrenta a una "nueva mediocre" perspectiva.
"El G-20 ofreció resultados reales, prácticos, y debido a los esfuerzos que hizo el G-20 este año, culminando en las últimas 48 horas, a la gente en todo el mundo le irá mejor", afirmó Abbott.
Pero las agencias internacionales de calificación han bajado sus previsiones de crecimiento global en los últimos meses, y el G-20 —que representa casi 85 por ciento de la economía mundial— se enfrenta a una dura batalla para aplicar su plan. El crecimiento en China y Japón se ha debilitado, y Europa está al borde de la recesión.
Los expertos advirtieron de que para alcanzar su objetivo de 2.1 por ciento, los países tendrían que cumplir cada una de las 800 medidas presentadas, una tarea casi imposible dadas las dificultades que de forma inevitable encontrarán cuando traten de sacarlas adelante en sus países.
"Hay dos preguntas: si los detalles son creíbles y si el respaldo político de los líderes es convincente", señaló Thomas Bernes, analista del Centro para la Innovación de Gobernanza Internacional, un grupo de estudios con sede en Canadá.
Abbott dijo que el encuentro fue productivo sobre todo en materia de comercio, adoptando reformas para agilizar los procedimientos de aduana y reducir carga regulatoria.
"El comercio es un motor clave del crecimiento, quizá el motor clave del crecimiento, y estamos centrados en reformas internas que faciliten el comercio, así como en la importancia de un sistema de comercio global fuerte", dijo.
Pese al esfuerzo del líder australiano por mantener la cumbre centrada en la economía, la reunión se vio en buena parte marcada por las tensiones entre Putin y los líderes occidentales ante la escalada del conflicto en Ucrania, donde Moscú respalda a los rebeldes pro rusos en el este del país.
Putin se marchó de Australia antes de que se publicara el comunicado. Dijo a la prensa que se marchaba antes de una cena final con sus homólogos porque quería descansar antes de volver al trabajo, según una traducción de sus declaraciones realizada por un periodista de Australian Seven News que tuvo acceso a una rueda de prensa vetada a la mayoría de los medios extranjeros.
Australia, Japón y Estados Unidos emitieron un comunicado condenando a Rusia por sus acciones en Ucrania, y cuando Putin tendió la mano para estrechársela al primer ministro canadiense, Stephen Harper, éste respondió diciendo "Supongo que le estrecharé la mano, pero sólo tengo una cosa que decirle: Tiene que salir de Ucrania".