El buque Adonia entraba ayer por la estrecha bahía de La Habana a las 10 de la mañana, como estaba previsto, para atracar en la terminal de Sierra Maestra. A bordo 704 pasajeros procedentes de Miami, tras un viaje de trece horas.
En el muelle, decenas de personas alzaban banderas y teléfonos móviles para inmortalizar el momento: la llegada del primer crucero de Estados Unidos a la capital cubana en 50 años.
El crucero zarpó el domingo entre protestas de exiliados cubanos por el “discriminatorio” sistema de visas para expatriados.
El presidente cubano derogó hace diez días la prohibición a los cubanos en el exilio de entrar por mar –hasta ahora sólo podían por aire– ante las presiones de los cubanoamericanos y del propio secretario de Estado de Estados Unidos a la compañía Fathom, filial de Carnival Corp, la principal firma de cruceros del mundo. Finalmente viajaron una docena de cubanos, entre otros Arnoldo Pérez, consejero general de la compañía.
El dato: La mitad de los asientos los ocuparon representantes de medios de comunicación.
El barco hará escala en Santiago de Cuba y en Cienfuegos para regresar a Miami el 8 de mayo.
El levantamiento de la prohibición por parte del gobierno castrista a los estadounidenses para viajar a la isla, promulgado a mediados de enero, formó parte de la preparación previa a la visita del presidente norteamericano, Barack Obama, a Cuba a finales de marzo. Un histórico acontecimiento cuyo esperado efecto se ha notado tan sólo en el turismo.
Según datos en la isla, publicados por la agencia Reuters, las visitas de estadounidenses aumentaron un 77 por ciento, con 161 mil llegadas en 2015 desde el inicio del deshielo.
Además de turistas, desde la visita de Obama han pasado por la isla los Rolling Stones y el rodaje de lo nuevo de la saga hollywoodiense Fast and Furious.
“Nos convertimos en un circo. Si la apertura de la que hablan significa prostituir a La Habana, mejor como estábamos”, se quejaba Arturo Sandoval en una de las calles del centro de la capi- tal. En los últimos meses han florecido los alquileres de habitaciones en hogares particulares. Ése ha sido el efecto más plausible del acercamiento.
Las colas en los bancos y las casas de cambio estatales son más largas estos días ante los rumores de una inminente unificación de la doble moneda –peso nacional (CUP) y peso convertible a dólar (CUC)–. Un proceso anunciado en enero del pasado año por Raúl Castro para el “estímulo a los sectores que producen bienes y servicios para la exportación y la sustitución de importaciones” y que todavía no se ha emprendido.
Por el contrario, el régimen castrista ha reforzado sus postulados. A mediados de abril el Partido Comunista celebró su séptimo congreso en 55 años desde el triunfo de la Revolución. Una cita donde se aprobaron varias resoluciones para perpetuar el modelo económico socialista.
En la mítica celebración del Primero de Mayo, Día del Trabajador, la megafonía de la plaza de la Revolución volvió a insistir en pedir el levantamiento del bloqueo comercial estadounidense a la Isla y el fin de la “ocupación ilegal de la base de Guantánamo” como requisitos para normalizar las relaciones.
Como suele ocurrir cuando atraca un crucero en La Habana, las latas de cerveza se agotan en los locales del casco viejo de la capital en apenas unas horas, tal y como explicó Jeffrey, un tendero cerca del Malecón.
“Todo son gestos simbólicos exprés, que vienen y se van. Dejan algo de dinero, pero no cambian nada. Aquí seguimos igual”, lamentó el vendedor.