Tras 50 años de conflicto entre la guerrilla de las FARC y el gobierno de Colombia, el próximo 2 de octubre se celebrará un plebiscito para definir si se llega a un acuerdo de alto al fuego en el país, pero aun cuando el sí a la paz gane en las urnas, temen a que este proyecto no se concrete en el corto plazo ante la división del grupo insurgente.
Orlando Cortés, historiador por la UNAM, explica en entrevista con La Razón que algunos miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) puedan no estar a favor del acuerdo alcanzado en La Habana, Cuba y decidan unirse a otro movimiento.
“Del Ejército de Liberación Nacional no se ha dicho nada y es un grupo que también tiene fuerza, no tanta como las FARC, pero también han colocado explosivos, reclutan a niños y cometen ilícitos. Seguro habrá guerrilleros de las FARC que no estén a favor de los acuerdos logrados con el gobierno y se deslindarán de las FARC para ingresar a otro grupo”, abunda el también especialista en estudios Latinoamericanos.
En agosto pasado, miembros de las FARC y representantes del gobierno de Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, alcanzaron un acuerdo para dar fin al conflicto. El último paso para que este pacto se selle es que la ciudadanía vote el próximo 2 de octubre, entre perdonar o no a la guerrilla.
Para el historiador, este plebiscito será uno de los acontecimientos más importantes del país Sudamericano, con más peso aun que aquel 19 de junio de 1991 cuando el narcotraficante Pablo Escobar pactó entregarse a las autoridades.
“A diferencia de otras negociaciones en materia política, ahora los colombianos tienen en sus manos la última palabra, entre perdonar o no, pero no hay una votación inclinada para una causa. Las FARC cometió muchos actos de terrorismo que divide en gran proporción a las opiniones públicas. No por decir que se firmará la paz quiere decir que todos estén a favor de perdonar crímenes como los secuestros, que fue lo que principalmente pesó en el país en los noventa”, subraya.
Y es que este grupo nació en 1964 como un movimiento de autodefensa campesina, manifestándose en contra de que el gobierno le quitara sus tierras. Para la década de los setenta, se declaró comunista y abiertamente le declaró la guerra al gobierno. Al principio, tuvo aceptación por un gran sector social. Sin embargo, la causa se fue desviando y los guerrilleros comenzaron a cometer actos ilícitos como secuestros, extorsiones, venta de mariguana, orquestar detonaciones de coches bomba y reclutar a menores.
Por esta razón, Orlando Cortés subraya que la votación será cerrada, ya que cientos de colombianos vivieron el terror de los crímenes de guerra que cometió este grupo insurgente.
Será el próximo mes cuando Colombia decida si termina con este conflicto político que nació hace más de 50 años.
“Las FARC tiene fuerza porque hace política y seguirá haciendo política. De lograr el acuerdo de paz pasará a convertirse en un partido político. Ya veremos el desenlace en octubre, pero lo que hizo el gobierno se destaca. Rescató un punto central de la política, y que muchos teóricos y politólogos analizan, la negociación. Debió negociar hace 50 años y no sobreponer las armas, pero eran otros tiempos”, puntualiza.