Eran maestros de escuela, entrenadores de futbol juvenil, agentes inmobiliarios y propietarios de negocios locales.
Eran padres, hermanos, maridos, esposas, vecinos y amigos.
Habían viajado a Las Vegas para ver a sus estrellas favoritas y publicaron videos y fotos en las redes sociales.
Al menos 59 de ellos nunca regresarán a casa después de que un hombre disparó desde la planta 32 de un hotel de Las Vegas hacia una multitud de más de 22 mil personas que disfrutaba de un festival de música country en la calle.
Los detalles sobre la vida de las víctimas mortales comenzaron a aparecer desde el lunes, así como de las de los cientos de heridos.
Los amigos esperaban recibir mensajes de texto que nunca llegaron, mientras los familiares recibieron la trágica noticia de hospitales y autoridades locales. En un puñado de casos, las familias seguían buscando frenéticamente a sus seres queridos el lunes en la noche.
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Muchos han lanzado campañas de recaudación de fondos para los niños y las familias de los fallecidos, mientras que otros se comprometieron a abrir becas de estudios en nombre de sus seres queridos.
[caption id="attachment_644433" align="alignnone" width="696"] Estudiantes de la Universidad de Nevada Las Vegas celebran una vigilia (Foto: AP)[/caption]
Hospitales desbordados
En autos privados, en ambulancias que esperaban en cuarta o quinta fila, entrando por su propio pie o al borde de la muerte, llegaron por centenares.
“No tengo ni idea de a quién he operado”, dijo el doctor Jay Coates, cirujano de traumatología en un hospital que recibió a muchos de los heridos después de que un hombre disparase desde la ventana de un hotel en Las Vegas a la gente que estaba abajo en un concierto. “Llegaban tan deprisa que nos ocupábamos de los cuerpos. Solo intentábamos evitar que la gente muriera”.
Conforme la noche del domingo daba paso a la madrugada del lunes, el ataque se convirtió en el tiroteo masivo más mortal en la historia moderna de Estados Unidos, con 59 muertos y 527 heridos.
El University Medical Center of Southern Nevada era uno de los muchos hospitales que se vieron desbordados.
“Todas las camas estaban llenas”, dijo Coates. “Teníamos gente en los pasillos, gente fuera y más gente que llegaba”.
Las enormes y espantosas heridas que vio en su mesa de operaciones, señaló, mostraban que no era sólo la enorme cifras de víctimas lo que hacía diferente a este ataque.
“Estaba muy claro con el primer paciente que vi y operé que esto era un arma de gran potencia”, dijo Coates. “Esto no era un arma normal de la calle. Era algo que hizo mucho daño al penetrar en el cuerpo”.
El cirujano dijo que había visto heridas similares en el pasado, pero “por supuesto, nunca tantos pacientes”, dijo.
dlm