“Después de una larga espera, el lanzamiento de los #JFKFiles se llevará a cabo mañana. ¡Muy interesante!”, tuiteó ayer el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, echando por tierra la teoría de que el magnate usaría su poder para mantener, durante 25 años más, los expedientes en secreto.
En plena orgía de la posverdad, asolados por las muecas, caretas y bailes del populismo, sólo faltaba esto. Más madera, en forma de papeles e insinuaciones, sobre el asesinato que el 22 de noviembre de 1963 estremeció el mundo entero. Se trata de tres mil 100 de documentos secretos que, según la Kennedy Assassination Records Collection Act, aprobada en 1992 tienen que hacerse públicos antes del 26 de octubre de este año.
Michael D. Shear, de The New York Times, asegura que “a las agencias les preocupa que la información contenida en algunos de esos documentos pueda dañar los intereses de la seguridad nacional”. En realidad ya se han desclasificado muchos de los legendarios documentos, aunque no siempre en su totalidad.
El Dato: El magnicidio de Kennedy, el 22 de noviembre de 1963 en Dealy Plaza, en Dallas, puso un fin inesperado a mil días de la presidencia del demócrata que entonces tenía 46 años.
Según Ian Shapira, de The Washington Post, “aunque los expertos en el asesinato de Kennedy no creen que el último lote contenga bombas, la decisión del presidente de divulgar los documentos podría emborronar la claridad en torno al asesinato”.
El escritor y periodista Philip Shenon y el historiador Larry J. Sabato, expertos tanto en el magnicidio como en la biografía del presidente Kennedy, han explicado a Shear que los citados papeles alimentarían “una nueva generación de teorías de la conspiración”.
Los dos aluden a los días que, poco antes de cometer el crimen, pasó Oswald en la Ciudad de México, “donde se reunió con espías cubanos y soviéticos y fue sometido a una intensa vigilancia por la estación local de la CIA. Documentos ya publicados del FBI explican que Oswald habló en México sobre su intención de matar a Kennedy”.
La nueva información no pondrá fin a las teorías de la conspiración, señaló Hugh Aynesworth, un reportero del periódico The Dallas Morning News que estaba mirando la caravana presidencial en el centro de Dallas cuando escuchó los disparos que mataron a Kennedy el 22 de noviembre de 1963.
Según los analistas, el propio Trump sea uno de los principales interesados en denunciar aberrantes confabulaciones y siniestras intrigas. Como bien recuerda Shear en el Times, el actual presidente ha abrazado con inquietante frecuencia las conjeturas más inverosímiles. Comenzando por “la posibilidad de que el juez Antonin Scalia [magistrado del Tribunal Supremo] hubiera sido asesinado”.
¿Cortina de humo? Detractores del mandatario estadounidense consideran que la liberación de estos archivos es un arma para distraer la atención de los problemas reales en Estados Unidos. La apertura de estos expedientes “es suficiente para distraer las mentiras, las investigaciones y la incompetencia de Trump”, asegura a The Independent el sociólogo DaShanne Stokes, tras el anuncio sobre los archivos JFK. “Por supuesto que Trump lo permitirá”.
Por su parte, Ruth Davidson, líder de los conservadores escoceses, tuiteó: “¿Está mal mi primer pensamiento? ¿Qué gran historia. Me pregunto qué historia está a punto de caerse de la que Trump necesita distraer al mundo?”.
La liberación de los archivos se produce la misma semana en la que el exsecretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, fue entrevistado por el equipo del fiscal especial Robert Mueller, como parte de una investigación en curso sobre la posible colusión entre Trump y Moscú.
Trump también fue centro de un doble ataque sin precedentes de los expresidentes Barack Obama y George W. Bush, quienes denunciaron la “política de división” y dijeron que el “fanatismo parece envalentonado”.
La Casa Blanca además enfrentó una creciente presión para divulgar más detalles sobre las circunstancias en torno a una emboscada en Níger que llevó a la muerte de cuatro soldados estadounidenses el 4 de octubre. Mientras tanto, la respuesta personal de Trump al ataque se convirtió en una disputa de alto perfil con la viuda de uno de los militares caídos.
El asesinato de Kennedy en 1963 conmocionó al mundo y durante mucho tiempo ha estado envuelto en controversias y teorías de conspiración, con algunas personas que creen que hubo un segundo pistolero.
Clinton pagó por confirmar nexo Trump-Rusia
La campaña presidencial de Hillary Clinton y el Comité Nacional Demócrata (DNC) ayudaron a pagar las investigaciones que forman parte de un expediente sobre los supuestos vínculos del presidente Donald Trump con Rusia, informó el diario The Washington Post.
En abril de 2016, el abogado Marc Elias, que trabajaba para la campaña de Clinton y el DNC, contrató a la firma Fusion GPS de Washington para examinar los vínculos de Trump con Rusia, según el informe. Le pagó por sus servicios hasta solo unos días antes de las elecciones de noviembre de 2016.
Antes de ese contrato, la investigación de Fusion GPS sobre Trump fue financiada por uno de sus rivales en las elecciones primarias republicanas. La identidad de ese adversario republicano aún no se conoce.
Fusion GPS ha pedido que un juez federal bloquee una solicitud del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes para obtener acceso a los registros bancarios de la compañía, alegando que se trata de una violación a sus derechos constitucionales.
El informe de 35 páginas, preparado por el exagente del MI6 Christopher Steele, se ha convertido en el centro de las investigaciones del Congreso sobre la interferencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016.
Trump catalogó el caso -que contiene acusaciones políticas, financieras y sexuales vergonzosas y parcialmente sin confirmar- como “noticias falsas”