Demagogia y pobreza incuban populismo, advierte exalcalde de Caracas

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Antonio Ledezma huyó el 17 de noviembre de Venezuela por los caminos verdes. Lo hizo a pie, en bote y, finalmente, en avión. El régimen de Nicolás Maduro lo mantuvo preso más de mil días por expresar su oposición al gobierno.

“Esos mil días fueron una ofrenda a la gente que ha muerto. Yo decía a mi familia cuando se alarmaban porque estaba preso ‘vamos a tener pesar, vamos a rezar por los que han muerto, yo tengo el premio de la vida y eso vale mucho’. Después de que vi que no tenía derecho a un juicio justo, después de que me sacaron a empujones de mi casa una madrugada, simplemente porque me saqué del pecho y de la garganta un ahogo porque no me dejaban hablar, decidí rebelarme”, cuenta a La Razón el exalcalde Metropolitano de Caracas.

El líder opositor asegura que fue un plan del gobierno para desaparecerlo, lo que le hizo huir de Venezuela: “Me decidí luego de que me llegaron informaciones de que el régimen estaba planeando simular un secuestro, desaparecerme y culpar a un supuesto comando paramilitar, dirigido por el expresidente de Colombia Álvaro Uribe. Por eso huí y prometí que iba a ser más útil fuera, recorriendo el mundo y tratando de sumar mi voz al de la diáspora, que ya supera los cuatro millones de venezolanos”.

En términos reales, ¿cree que es posible una transición de poderes en Venezuela? ¿Cómo se puede lograr si las instituciones están en manos del chavismo? En Venezuela no contamos con la columna vertebral de una democracia, que es el principio de separación de poderes, porque las instituciones no son autónomas y, por supuesto, no tienen vigor para permitir que el Estado funcione adecuadamente. Esas instituciones han sido convertidas en aparato político, de lo que se sirve el dictador a su antojo.

Al lado de esta crisis institucional está una de orden económica: la caída del PIB es el doble de la que experimentó EU en los tiempos de la gran depresión, a finales de 1930. El régimen pulverizó  el principio de derecho a la propiedad, y eso se evidencia cuando uno hace el inventario de las más de cinco millones de tierras que fueron expropiadas. Como no hay divisas para financiar las importaciones de alimentos, como hacían Chávez y Maduro cuando el precio del petróleo estaba por las nubes, se ha producido esta  catástrofe  humanitaria que coloca a 87% de la población en condiciones de pobreza, al extremo que hoy tenemos cerca de 300 mil niños que presentan síntomas crónicos de desnutrición, que hay gente que muere de hambre, gente que se acuesta con hambre porque no puede comprar los alimentos y además no los consiguen si tuvieran el dinero.

Hoy, un dólar equivale a 690 millones de bolívares (porque hay que agregarle a la moneda los tres ceros que Chávez le quitó cuando creó el bolívar fuerte), que ubica al salario mínimo de Venezuela como el más paupérrimo de la Tierra, por debajo del de Cuba y el de Haití. Hoy, el salario integral (sueldo mínimo más vales de despensa) es equivalente a tres dólares. Eso no alcanza ni para comprar un bote de leche o 24 huevos.

Se ha incrementado la mortalidad materna en 62 por ciento, y la infantil en 35 por ciento; han reaparecido las endemias que Venezuela había vencido en los años 60. El año pasado —no lo digo yo, lo dice la OMS— se registraron más de 500 mil casos de malaria. Y esto es consecuencia de que en  los hogares no hay agua potable, se han paralizado la inversión en canalización de aguas servidas.

Tenemos la inflación más alta del mundo. Hablamos de hiperinflación y esto nos coloca en un país donde el régimen se niega a recibir la ayuda humanitaria que planteó el papa Francisco en 2016.

Dicho esto, debemos activar el principio de injerencia humanitaria que se desarrolla en la responsabilidad de proteger y cabe cuando un régimen es responsable de aplicar políticas represivas, masivas y sistemáticas, como lo ha hecho Maduro, que el año pasado nada más mató a más de 130 personas por protestar. Maduro no tolera la disidencia, a mí me tuvieron preso más de mil días por opinar, me tuve que fugar, corriendo todos los riesgos, porque no tenía derecho al debido proceso. Pidieron para mí, en una sola audiencia, 26 años de cárcel, acusándome de ser autor de un plan para derrocar a Maduro, cuando yo lo que hice fue firmar un documento junto a María Corina Machado y Leopoldo López, denunciando en febrero de 2015 la tragedia que ahora estamos viviendo.

El Dato: La injerencia humanitaria se activa cuando los gobiernos no garantizan los derechos.

En América Latina se han levantado líderes con banderas populistas, como AMLO, en México, y Gustavo Petro, en Colombia, ¿Qué mensaje da a los electores que este año eligen presidente? Que cuiden la libertad. No hay tesoro que encierre la tierra, los mares ni lo océanos más grande que la libertad, decía El Quijote a Sancho Panza. Lo digo yo, que valoro mucho más la libertad después de que me fugué y que rompí las amarras de ese infierno injusto del que estaba siendo víctima. Que cuiden la libertad de expresión, más allá de las opiniones que tengan sobre los medios de comunicación. Antes de que Chávez llegara al poder, cuando estaba en campaña, iba a los canales de televisión, a las emisoras de radio y a los periódicos, y prometía que iba a ampliar la libertad de expresión, que iba a dar más licencias para que se abrieran más televisoras y emisoras; y luego cerró los medios de comunicación más importantes de Venezuela. Los que no ha cerrado, los ha comprado o los ha doblegado. No hay ni derecho de propiedad ni libertad de expresión.

No hay nada más maléfico que el populismo. La demagogia y la pobreza son las incubadoras de este maleficio que hace tanto daño, porque se ofrece lo que es imposible de cumplir, simplemente para generar una expectativa falsa que después le genera a los ciudadanos las frustraciones como las que se viven en Venezuela.

Chávez llegó prometiendo aumentar los salarios, que iba a acabar con las injusticias sociales y promovió una lucha de clases entre ricos y pobres; y lo que hizo fue destruir el aparato productivo. Chávez llegó repartiendo dinero y asignó becas a las personas a través de las misiones; y ahora la gente pobre está escarmentando en cabeza propia los embates del populismo. La gente que antes soñaba con un empleo, ya no lo puede tener, porque los que podían generar trabajo están en quiebra y cerraron sus fábricas. Chávez promovió expropiaciones, intervenciones, confiscaciones y miles de trabajadores perdieron su chamba.

Vivimos una verdadera catástrofe de origen humanitario y no es porque en Venezuela faltara dinero. Cuando Chávez llegó al poder, en 1999, el precio del petróleo era de siete a 10 dólares por barril y llegó a venderse a más de 130 dólares por barril. Chávez y Maduro recibieron un océano de petrodólares y además, endeudaron al país. Cuando Chávez llegó al poder, la deuda era de 34 mmdd; ahora es de más de 184 mmdd. Cuando Chávez llegó al poder, PDVSA era una de las empresas más prestigiosas del mundo. Tenía no más de 40 mil empleados; hoy su nómina supera los 140 mil empleados y produce 1.2 millones de barriles diarios; 2.4 millones de barriles menos que en 1999. Es una empresa que está reducida a chatarra y es consecuencia de la pésima administración de Chávez, que politizó las instituciones del Estado. Cuando Chávez llegó al poder, lo primero que dijo fue que iba a reducir la cantidad de funcionarios en el gabinete: habían 16 ministerios, hoy hay más de 100.

Chávez anunció en una rueda de prensa que iba vender el carro negro blindado que lo transportaba en la caravana presidencial y que iba a convertir La Casona (la residencia presidencial) en una escuela para niños pobres; que iba a recoger a los niños de la calle y que se quitaba el nombre si no lo hacía, que iba a vender el avión presidencial... Lo que hizo fue rematar a precio de gallina flaca la flota de aviones del Estado para que unos vivos se aprovecharan de esa golilla (farsa) y después se compró un avión de más de 90 millones de dólares. No convirtió La Casona en un colegio, sino que la ocupan sus hijas, aun cuando él ya está muerto, y convirtió las finanzas públicas en la caja chica del partido de gobierno.

Cuando Chávez llegó al poder, dijo que iba a acabar con la corrupción y que iba a democratizar el Sistema Judicial. Resulta que convirtió el poder judicial en un patíbulo para enjuiciar a los que no coincidieran con él. La corrupción se disparó a niveles escandalosos. Maduro actualmente está siendo procesado por haber recibido dinero sucio de Odebrecht, a cambio de la concesión de obras. Hay un canibalismo dentro del chavismo: se acusan de narcotraficantes, de terroristas o corruptos para no hablar de los casos de lesa humanidad de los que son culpables.

En 2008 logró romper con el discurso antisistema del chavismo y con base en el apoyo de la Mesa de la Unidad Democrática, ganó la Alcaldía Metropolitana de Caracas ¿cree que es posible reeditar esa unidad que además alcanzó la victoria del Congreso en 2015? Es posible, y es necesario, para enfrentar la hegemonía de una dictadura que acumula extravagantemente poderes: financiero, comunicacionales, represivos... para poder luchar contra este fascismo es necesaria una unidad con coherencia, con estrategia, en la que los dirigentes tengamos grandeza de alma y actuemos con ética y altruismo. En medio de esta crisis no podemos estarle dando prelación a nuestras ambiciones personales; hay que privilegiar el objetivo de liberar a Venezuela de la dictadura, para luego hacer una elección presidencial legítima, libre y transparente.  La catástrofe humanitaria, la reconstrucción de la infraestructura del país, el relanzamiento de sus instituciones esenciales y, sobre todo, la reconstrucción del tejido moral y social de Venezuela requiere de una labor titánica y eso implica la convocatoria de todos los sectores.

Estamos a seis días de las elecciones presidenciales ¿qué viene después del 20 de mayo? Presionar la salida de Maduro; él está usurpando la Primera Magistratura. Él tiene un origen ilegítimo; Maduro hizo fraude a Henrique Capriles en diciembre de 2013. Y tampoco tiene legitimidad de de-sempeño porque viene actuando al margen de la Constitución. Él montó la Asamblea Nacional Constituyente, que tiene también un origen fraudulento e inconstitucional. La confesión de los técnicos de Smartmatic (que prestaba el servicio técnico en los comicios venezolanos desde 2004), dada a conocer el 31 de julio del año pasado, cuando admitieron que horas antes se había perpetrado un monumental fraude, basta y sobra para que la Constituyente sea ilegítima. Además, Maduro es colombiano y, según la Constitución, él no puede ejercer la Presidencia si tiene doble nacionalidad y además está siendo enjuiciado por el Tribunal Supremo de Justicia, en el exilio. El artículo 408 del Código Orgánico Procesal Penal, dice con toda claridad, que cuando un presidente es sometido a juicio, tiene que ser separado del cargo. También cursa una orden de captura en contra de Maduro, emitida por el TSJ en el exilio y enviada no sólo a los cuerpos de seguridad dentro de Venezuela, sino a los organismos internacionales con base en lo que establece la Convención de Palermo, a la que está adscrita Venezuela. Lo que cabe después del 20 de mayo es el aislamiento de un tirano que está coludido con el narcotráfico y el terrorismo.

Canadá cuestiona la legitimidad de comicios

Canadá rechaza la “ilegítima” elección presidencial en Venezuela, que ha puesto barreras a la oposición y a la libertad de prensa, y que sólo sirve para “afianzar aún más un régimen dictatorial”.

Tras anunciar su participación en la reunión del Grupo de Lima, que analiza la crisis en Venezuela, que se realizará en la  hoy, la canciller canadiense, Chrystia Freeland, adelantó uno de los objetivos centrales de esta reunión, que por primera vez incluirá a los ministros de Finanzas de los países miembros.

El encuentro ministerial se dará a seis días de las elecciones en Venezuela y en medio de una crisis política y social que ha puesto al país sudamericano en la agenda internacional.

El gobierno canadiense asegura que las actuales condiciones “manufacturadas” por el régimen de Nicolás Maduro no permitirán un proceso democrático “transparente, libre y justo” en los comicios del 20 de mayo.

La ministra Freeland afirmó que la situación política y económica de Venezuela se sigue deteriorando y que “el sufrimiento del pueblo” y la subsecuente migración fuera del país ha alcanzado “niveles alarmantes, amenazando la seguridad de la región”.

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