“Me partió el alma; esa bebé es mi niña”, señala madre de migrante

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Dennis Varela reconoció la imagen de su hija apenas la vio. La foto de la menor de sus cuatro hijos se hizo viral el pasado lunes. En la gráfica, tomada por el fotoperiodista John Moore, se ve a la pequeña de apenas dos años llorando, mientras que un agente de la Patrulla Fronteriza requisa a su madre.

La mujer dejó a Varela y se llevó con ella a la pequeña, en busca del sueño americano. “La foto de John Moore me partió el alma. A la primera entrada dije: ‘es mi niña’”, confesó el padre de la criatura a Univisión. Ahora, la niña está internada en uno de los albergues de Texas, mientras su madre es procesada por ingresar ilegalmente a Estados Unidos.

“Me hubiera gustado hablar más tiempo con ella, pero no pude. Me contó que habían llegado desde Honduras y que llevaba viajando un mes entero con su hija”, narró Moore.

“La mujer tendría unos 30 años de edad y llevaba a su hija en brazos. Los agentes de la Patrulla le pidieron que la dejara en el suelo para proceder a su identificación y cachearla, y la niña rompió a llorar”

John Moore

Corresponsal de Getty Images

Su historia es uno de los dos mil 300 ejemplos de niños separados de sus padres como parte del intento del gobierno de Donald Trump de detener la inmigración ilegal. La práctica ha causado indignación a nivel nacional por las historias de niños arrancados de los brazos de sus madres y de padres que han sido deportados sin sus hijos.

Otro caso es el de Blanca Orantes López  quien huyó de El Salvador para salvar la vida de su familia.

La amenazante llamada anónima llegó a la hora de la cena: cinco mil dólares si no quieres que matemos a tu hijo. Por eso, López, su hijo de 8 años y su esposo, partieron de Puerto La Libertad y se fueron a Estados Unidos.

Dos meses después, ella está en una cárcel federal cerca de Seattle; su hijo, Abel Alexander, en un hogar para niños en el estado de Nueva York, en el otro lado del país. No sabe cuándo volverá a verlo. “Hasta hoy no sé nada de él”, contó entre lágrimas a The Associated Press.

“No nos disculparemos por nuestro trabajo o por el trabajo que realiza la policía, por el trabajo que el pueblo estado-unidense espera de nosotros. Las acciones ilegales tienen y deben tener consecuencias. Basta de impunidad”

Kirstjen Nielsen

Secretaria de Seguridad Nacional de EU

La llamada telefónica que la llevó a iniciar la travesía de un mes hasta la frontera no fue una amenaza hueca, dijo Orantes, vía telefónica.

Hace tres años, el tío de Abel fue secuestrado y liberado después de que la familia pagó el rescate, dijo su abogado, Matt Adams, director legal del Proyecto del Noroeste por los Derechos de los Inmigrantes, con sede en Seattle.

“Cuando uno no da dinero, empiezan a matar a las personas”, dijo Orantes, de 26 años. En esta ocasión, la suma exigida era más de lo que podía reunir y el plazo era de una semana, agregó. Ella y su hijo se separaron del padre en Guatemala. Él está oculto, y Orantes dijo que no sabe dónde está. Al llegar a la frontera, no les fue posible pedir asilo, explicó  Adams.

“A mucha gente que llega a la frontera a solicitar asilo les dicen, ‘no tenemos capacidad’. Y no pueden pasar días haciendo fila, porque las autoridades mexicanas las capturan y deportan. Entonces, sólo pueden cruzar el río o la quebrada”, denunció Adams.

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