El polémico Boris Johnson asume en Reino Unido en momento crítico por división y Brexit

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Sin sorpresas, el excéntrico nacionalista Boris Johnson, principal promotor del divorcio entre Reino Unido y la Unión Europea, se convirtió ayer en el decimoquinto primer ministro del reinado de Isabel II, en remplazo de Theresa May, en medio de una crisis de estabilidad ante la falta de una solución para ejecutar el Brexit y frente a la reciente confrontación de Londres con Teherán, en el Estrecho de Ormuz.

Especialistas en política internacional entrevistados por La Razón consideran que la estructura de poderes inglesa posee los suficientes contrapesos para contrarrestar el temperamento del excanciller, pues, como ocurrió con May, el papel del Parlamento fue clave para evitar, por ejemplo, que el acuerdo del Brexit al que llegó con los líderes europeos no se materializara.

Para el experto en asuntos internacionales de la Universidad La Salle, Andrés Camino, un primer ministro como Boris Johnson no constituye un grave riesgo para Gran Bretaña, cuyo sistema político impide que la voluntad del gobernante se aplique sin el escrutinio de las fuerzas gobernantes.

Entre las acciones que Johnson prometió impulsar destaca la idea de hacer que Reino Unido abandone la zona euro sin pagar la fianza de 50 mil millones de dólares, una propuesta que respalda el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien incluso llamó al gobierno británico a dejar el bloque sin un acuerdo, en caso de no ver garantías que lo beneficien.

En este sentido, Johnson se pronunció por ejecutar el Brexit, a como diera lugar, el próximo 31 de octubre, la última fecha estipulada entre Londres y Bruselas, con tal de “cumplir la voluntad de los británicos”, patente en el referéndum de 2016, en el que una leve mayoría se inclinó por el divorcio.

“Las decisiones personales que tome Boris Johnson se tendrán que enfrentar a estos contrapesos, no sólo entre los poderes representados en Gran Bretaña, también en su propio partido, donde existe un ala a favor de un Brexit duro (salida de la UE sin acuerdo) y otra a favor de un Brexit blando (salida negociada)”, explicó Camino.

Por otro lado, agregó el académico, también está la oposición británica, encarnada en el Partido Laborista (de izquierda) y en el Partido Liberal, de tendencia europea”. De esta manera, “las decisiones se tienen que tomar por la vía colegiada, con su gabinete, que también es un contrapeso. Toda ley y todo proceso legislativo, además, tiene que contar con el aval del Parlamento y con la firma de la reina Isabel II”.

La realidad económica también es un factor a considerar para el nuevo mandatario, “más allá de lo que desee hacer, tiene que tomar en cuenta que después de dejar la membresía europea habrá una importante salida de inversiones, un cambio en el sector financiero. Así que tendrá que conciliar sus ambiciones personales con los intereses políticos y comerciales”.

En la suerte de los contrapesos también coinciden los columnistas de La Razón, Armando Chaguaceda y Montserrat Salomón, quienes confían en que pese a todos los indicadores, Reino Unido siempre ha apostado por la moderación, por lo que será complicado que Boris Johnson goce de maniobras autónomas al gobernar.

“La misma Theresa May tuvo serios problemas para enfrentar al Parlamento, al momento de hacer que los legisladores aprobaran el acuerdo al que llegó con los líderes europeos” —sus tres intentos fracasaron— “y ésta no será la excepción”, explicó Chaguaceda a La Razón.

Salomón, por su parte, hizo votos para que la fortaleza de las instituciones británicas haga que el país continue “por la misma vía de la sensatez” y contrarreste los ideales nacionalistas de Johnson, quien se suma, a partir de este miércoles, a la ola de gobernantes populistas que perdieron la fe en la integración europea, junto a Matteo Salvini, en Italia, y Victor Orban, en Hungría, por mencionar a los más representativos.

Mientras tanto, Johnson, que hoy acude al Palacio de Buckingham, residencia oficial de la reina Isabel II, para formar gobierno, tendrá que lidiar con los desafíos que dejó en el tintero su antecesora Theresa May: intentar una salida negociada de la Unión Europea, dar garantías para no tener una frontera dura con Irlanda (que será la única barrera terrestre con la UE) y lidiar con España en la disputa por Gibraltar, un territorio que goza de beneficios comerciales en la Unión Europea.

IZQUIERDA INCONFORME. El líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, reclamó ayer la convocatoria de elecciones anticipadas, con el argumento de que el nuevo primer ministro, Boris Johnson, “no se ha ganado el apoyo del pueblo”, sino que sólo consiguió el respaldo de “menos de 100 mil” afiliados conservadores.

“Ha ganado el apoyo miembros no representativos al prometerles recortes de impuestos para los más ricos, presentándose como el amigo de los banqueros y presionando por un dañino Brexit sin acuerdo. Pero no se ha ganado el apoyo de nuestro país”, añadió el líder de izquierda.

Corbyn subrayó que el Brexit sin acuerdo que defiende Johnson implicará “recortes de empleos, precios más altos en las tiendas” y el riesgo de que el Sistema Nacional de Sanidad británico acabe siendo “vendido” a empresas estadounidenses “en un acuerdo de amor con (el presidente de Estados Unidos) Donald Trump”.

El Dato: El nuevo líder conservador se impuso a su oponente, Jeremy Hunt con 66 por ciento de los votos de su partido, es decir 92 mil 153 apoyos de ricos y blancos de derecha.

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