Twitter, el nuevo campo de guerra

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Foto: larazondemexico

El arte de la guerra y la magia de Internet nacieron juntas. La red de comunicación remota, uno de los más grandes inventos de la humanidad surgió justamente como un diseño con motivación militar que luego se trasladó al servicio del entorno civil. En la actualidad, esta herramienta constituye una poderosa arma que ha valido como escenario virtual de confrontaciones y/o soluciones diplomáticas, en una arena política que pone al público en medio del fuego cruzado de varios gobiernos e intereses.

Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, pese a sus más de 70 años, es hoy un actor relevante en las redes sociales. Casi toda sus maniobras tanto de política interna o externa, o de su campaña electoral, están consignadas en Twitter, su red social predilecta. Según él, este espacio le ha valido para contrarrestar “las fake news” que parten de una campaña mediática sucia asociada con la oposición.

Para Trump, Twitter también ha sido el foro con el que presiona a las naciones que considera enemigos de Estados Unidos. Es el caso de Irán, nación con la que mantiene una escalada por su industria nuclear, luego de que el magnate abandonó un pacto que firmó su antecesor Barack Obama, con Teherán y las potencias europeas, que inhibió el desarrollo de uranio por parte de la República Islámica.

A través de este espacio, el mandatario estadounidense anuncia sanciones, lanza amagos que parecen poner al mundo al borde de otra guerra en Medio Oriente. Pero la dinámica de tuits no es unilateral. Irán, su contraparte, se empata con el inquilino de la Casa Blanca y asume su juego. En Twitter responde a las advertencias de Washington y arrecia también su presión. ¿Estamos en un nuevo formato de hacer la guerra? ¿Es Twitter una nueva arma bélica?

“La aparición de las redes sociales ha obligado a actuar de una forma distinta a todos: a la ciudadanía, que ya no puede decir que no sabe qué está pasando, y a los gobiernos, que se empiezan a sentir presionados”, dice Jesús Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH),

La irrupción de las nuevas tecnologías de la comunicación como medio masivo lo cambia todo. Hasta los conflictos armados.

“Las impactantes imágenes de la muerte de Muamar el Gadafi en Libia y de Sadam Hussein en Irak, supuestamente grabadas por un teléfono móvil para luego circular por canales como YouTube, dan buena cuenta de esta metamorfosis, señala el experto.

“Ha cambiado el paradigma de cómo se ven los conflictos. Hoy, en el mundo occidental, es imposible obviar el peso que eso tiene en la política exterior, ningún gobierno puede desentenderse de lo que está en las redes sociales”, afirma el profesor. “Ya no podemos decir ‘yo no sabía’, ya no vale, ni siquiera en la Alemania nazi valía decir ‘no sabía que había campos de concentración’ pero también podían escudarse en que solo había un canal de información”.

Por las redes sociales fluye información que antes sólo se encontraba en unos pocos canales, democratiza el uso de la misma y nos hace más responsables. Sin embargo, queda en entredicho si esta información es fiable.

“Hay mucha gente que no se da cuenta de que es un canal de información, no es un canal de verdad revelada”, adviertió en 2008 Ramón Lobo, un periodista español que fue corresponsal de guerra.

“En una guerra sóo se salvarían (de intencionalidad) los civiles que son los auténticos afectados y no son gente que tenga acceso a las redes sociales”.

Con la crisis de los medios de comunicación cada vez hay menos personas de medios sobre el terreno. “Siria por ejemplo, quitando las grandes agencias, los medios están casi ausentes”, continúa. “Los que están tienen la tentación de pensar que a través de las redes sociales, de organizaciones próximas a los rebeldes o al gobierno puedes tener una información fidedigna. Esto es como el dicho del matrimonio cuando se rompe, puedes tener la versión de ella o de él, pero no la verdad”.

Leila Nachawati, profesora de Comunicación en la Universidad Carlos III y colaboradora de eldiario.es, pone como ejemplo el caso de Siria, donde opera el denominado Ejército Electrónico (Syrian Electronic Army). “Es gente vinculada al Gobierno [de Bachar el Asad] que se dedica a hackear páginas gestionadas por miembros de la oposición siria”, explicaba para El País.

En el conflicto entre Israel y Palestina también está jugado un papel muy importante. Por primera vez, el ejército israelí está usando el alcance de las redes sociales para ganarse a la opinión pública. En agosto de 2011, el portavoz del Ejército israelí, Avi Benayahu, anunció que buscaban alistar combatientes que supieran utilizar con pericia “los nuevos medios”. La razón: “Las redes sociales son un arma estratégica”, explicó. “Son un espacio de participación ciudadana, pero también de control y de manipulación”, dice Núñez. “Es un instrumento, ni bueno ni malo en sí mismo, en unos casos sirve para defender causas nobles y en otros casos infames”.

En Israel, las redes sociales de las Fuerzas Armadas de Israel son controladas por Sacha Dratwa, un inmigrante belga de 26 años. “Nunca habíamos visto un ejército usando las redes sociales con tanta intensidad. Creemos que las personas cada vez más obtienen la información de plataformas como Facebook y Twitter que son losque están en laescenaal igual queel ejército israelí”, señaló Dratwa en una entrevista en Tablet Magazine.

La ofensiva en Gaza es la primera iniciativa militar que se retransmite en directo a través de las redes sociales y diferentes plataformas digitales. Tanto es así, que el año pasado, la cuenta de Twitter del ejército israelí tuiteaba la muerte de uno de los dirigentes de Hamas. Por su parte, las Brigadas extremistas de Al Qassam, brazo militar de Hamás, también poseen cuenta en la red social donde van contando sus éxitos militares.

Un último y nuevo personaje entra en la partida de los juegos de guerra. El 10 de julio de 2010, el nombre de Julian Paul Assange pasaba a ser internacionalmente conocido. La filtración de miles documentos militares sobre la guerra de Irak y Afganistán en su página web Wikileaks daba la vuelta al mundo. No sería el único protagonista. El soldado Bradley Manning, condenado a 35 años de prisión fue quien pasó a WikiLeaks 470 mil registros de ambas guerras, 250.000 cables del Departamento de Estado y otros documentos clasificados.

“Wikileaks ha cumplido el servicio de freno para que los gobierno no actúen con total impunidad y eso es algo a valorar”, dice Núñez. Con Snowden y sus filtraciones de la NSA, el todopoderoso servicio de inteligencia de EU ve peligrar su secretismo. “Es una pelea permanente para cualquier gobierno, —añade Lobo— en EU hay más de un millón de personas con acceso a información de alto secreto. Es fácil que vuelva a ocurrir”.

Hoy, la presión de las redes sociales es tan importante que ningún gobierno de ningún país que inicie o apoye una guerra no puede no tenerlas en cuenta.

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