En medio de las violentas movilizaciones indígenas en repudio al paquete de recortes económicos que impuso el gobierno, el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, anunció ayer, a última hora, el traslado de la sede de su administración a Guayaquil, la ciudad sureña que representa el bastión financiero del país andino.
“De acuerdo con las atribuciones constitucionales que nos competen, interponemos la paz y la tranquilidad de los ecuatorianos. Los saqueos, el vandalismo y la violencia demuestran que aquí hay una intención política organizada para desestabilizar el gobierno y romper el orden constituido, romper el orden democrático”, aseguró el mandatario, al acusar a su antecesor, Rafael Correa, de estar detrás de las movilizaciones.
Miles de manifestantes indígenas paralizaron las carreteras alrededor de Ecuador y marcharon a la capital Quito ayer, en un quinto día de acción contra las medidas de austeridad del gobierno que provocaron los peores disturbios en años, con más de 470 arrestos.
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Las manifestaciones también afectaron al sector petrolero de la nación OPEP, con la compañía petrolera estatal Petroamazonas, suspendiendo las operaciones en tres de sus campos después de que fueron “tomadas” por “individuos no afiliados a las operaciones”, reportó el Ministerio de Energía en un comunicado.
La organización indígena Conaie advirtió que las manifestaciones continuarán hasta que el presidente Lenín Moreno retire la medida de la semana pasada para eliminar los subsidios al combustible. La movilización coincidiría con una huelga nacional prevista para este miércoles.
Moreno, de 66 años, quien abandonó las políticas izquierdistas de su predecesor y mentor Rafael Correa, dice que no tolerará el desorden ni revertirá el aumento del precio del combustible que forma parte de un paquete liberal de reformas.
Cuando entraron a los límites del sur de Quito a pie, en camiones y en motocicletas, aproximadamente 7 mil manifestantes indígenas fueron aplaudidos y abrazados por los residentes de la capital, quienes les dieron comida y agua.
La ministra del Interior, Paula Romo, comentó a Radio Quito que las detenciones aumentaron desde el jueves, principalmente por vandalismo, incluida la destrucción de una docena de ambulancias.
Los movimientos indígenas bloquearon carreteras, desde las tierras altas andinas hasta la costa del Pacífico, con piedras, neumáticos y ramas en llamas. La entrada norte a Quito estaba paralizada.
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La policía erigió barricadas alrededor del Palacio Presidencial, cerrando el centro de la ciudad mientras Moreno presidía una reunión para evaluar la crisis. Pero no había presencia policial o militar en los límites del sur donde los manifestantes ingresaron a la ciudad por la noche.
jmg