En un acto cargado de simbolismo político e ideológico, el izquierdista argentino Alberto Fernández, en su primer viaje al extranjero después de convertirse en mandatario electo, cumple con una gira por México, que llegará este lunes a su principal cometido: dialogar con el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
El encuentro, descrito por el equipo de Fernández y por el subsecretario para América Latina y el Caribe de la cancillería mexicana, Maximiliano Reyes, como una oportunidad para estrechar los lazos bilaterales, ha sido visto por la prensa internacional como el inicio de la formación de un nuevo frente geopolítico de izquierdas, que permita establecer un contrapeso con los gobiernos de derecha en América, principalmente hacia el ultraderechista brasileño, Jair Bolsonaro, y la administración de Donald Trump, de Estados Unidos.
El dato. México y Argentina llevan 131 años de vínculos diplomáticos. Las exportaciones de nuestro país a esa nación incluyen automóviles, electrónica (celulares) y productos químicos.
Diarios argentinos coincidieron este fin de semana en que la cita Fernández-López Obrador fue uno de los deseos postergados durante la campaña del político ungido por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Durante su etapa proselitista sí viajó a Uruguay, donde se encontró con el expresidente José Mujica; a Bolivia, para dialogar con el mandatario Evo Morales y a Perú, donde charló con Martín Vizcarra.
También estuvo en España, donde fue recibido por el presidente del gobierno, el socialista Pedro Sánchez, y con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. Fernández aprovechó su estancia en la península ibérica para reunirse en Lisboa con otro líder de izquierda, el primer ministro de Portugal, Antonio Costa, quien acaba de renovar su mandato.
En aquella gira habló sobre los vínculos entre la Comunidad Económica Europea y Argentina y el acuerdo pendiente entre el bloque del euro y el Mercado Común del Sur (Mercosur).
Con los líderes latinoamericanos hubo dos temas clave: la integración regional y Venezuela, país respecto al cual el presidente electo impulsa una salida institucional a través del diálogo interno, como plantean México y Uruguay, sin intervención extranjera.
El pasado sábado, Alberto Fernández fue recibido en Ciudad de México por Maximiliano Reyes Zúñiga. El líder aprovechó el fin de semana para descansar y conocer algunos referentes de la cultura popular, como la Casa Azul, de la artista Frida Kahlo, y la Basílica de Guadalupe, donde saludó a autoridades religiosas.
La agenda de este lunes contempla una vista a Palacio Nacional, donde será recibido por el Presidente López Obrador y más tarde compartirá puntos de vista sobre inversiones con el empresario mexicano Carlos Slim.
Mañana, en el último acto público de su itinerario, dictará una conferencia magistral sobre los desafíos de América Latina, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, auspiciado por el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Aunque Fernández planea un viaje a Estados Unidos, su decisión de venir a México antes que a otro lugar —y esquivar a Washington—, se ha visto como un mensaje entre líneas para Donald Trump, sobre sus prioridades para formar nuevas alianzas estratégicas.
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