Potencias productoras de carbón doblan en cumbre del clima a naciones en pro de energías limpias

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Las naciones con el mayor peso político y económico resistieron a la presión para intensificar los esfuerzos de combatir el calentamiento global, en una frustrada cumbre climática de Madrid, donde las delegaciones de los países más pequeños y un creciente movimiento de protesta que exige el reemplazo inmediato del carbón por fuentes más sostenibles fueron golpeadas por la negación de una minoría de gobiernos que deciden el destino mundial.

Y es que más de 40 por ciento de la energía que se consume en el planeta depende del carbón, y aunque el recurso no es inagotable, las potencias y las empresas están dispuestas a aprovechar las ganancias que reciben hasta exprimirlo todo. Se estima que las reservas de este mineral rondan los 869 billones de toneladas con base en la tasa de producción actual. Esto significa que debería durar unos 115 años más, en comparación con las reservas convencionales de petróleo y gas, lo que las hace más rentables y atractivas a las grandes empresas.

El dato. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el mundo es ahora casi un grado centígrado más cálido que antes de la industrialización generalizada.

Barato, abundante y el más contaminante de los combustibles fósiles, el carbón todavía es la fuente más grande de energía para generar electricidad en el mundo, incluso cuando energías renovables, como la solar o la eólica, se vuelven cada vez más asequibles.

Compañías poderosas, respaldadas por gobiernos también poderosos, a menudo en forma de subsidios, tienen prisa por hacer crecer sus mercados antes de que sea demasiado tarde. Los bancos todavía obtienen ganancias carboneras. Las extensas redes eléctricas de Estados Unidos fueron diseñadas para el carbón, cuando sus plantas de producción pueden ser una manera segura para los políticos de brindar electricidad barata —y con ello mantenerse en el poder—. En algunos sistemas, también ha sido una fuente notable de sobornos.

En un borrador final, la conferencia de la ONU, COP 25 de Madrid, sólo aprobó una declaración sobre la “necesidad urgente” de empatar las promesas de emisiones existentes de carbón y los objetivos de temperatura del histórico Acuerdo de París 2015, un resultado que el secretario General de la ONU, Antonio Guterres, calificó como decepcionante.

Brasil, China, Australia, Arabia Saudita y Estados Unidos, los principales productores de este insumo, lideraron la resistencia a acciones más audaces. Las negociaciones se vieron envueltas en disputas sobre las reglas que deberían regir el comercio internacional de carbono, favorecidas por los países más ricos para reducir el costo de emisiones.

“Estas conversaciones reflejan cuán desconectados están los líderes de la urgencia de la ciencia y las demandas de sus ciudadanos en las calles”, declaró Helen Mountford, vicepresidenta de Clima y Economía, en el grupo de expertos del Instituto de Recursos Mundiales. “Necesitan despertarse en 2020”.

Las naciones más pequeñas esperaban obtener garantías de ayuda financiera para hacer frente al cambio climático. La isla del Pacífico de Tuvalu acusó a Estados Unidos, que comenzó a retirarse del proceso de París el mes pasado, de bloquear el progreso. “Hay millones de personas en todo el mundo que ya sufren los efectos del cambio climático”, reclamó Ian Fry, representante del pequeño país oceánico. “Negar este hecho podría ser interpretado por algunos como un crimen contra la humanidad”.

Sin embargo, varios europeos y delegados de otras regiones consideraron que, después de todo, fue mejor no alcanzar ningún acuerdo sobre cómo regular el canje de créditos por emisiones que aprobar uno muy malo que pudiera socavar los mecanismos en vigor.

“Por suerte, las débiles normas de un mecanismo regulado por el mercado, defendidas por Brasil y Australia, que habrían socavado los esfuerzos por reducir las emisiones, se han descartado”, expresó Mohamed Adow, director Power Shift Africa, un grupo de presión.

Colectivos y activistas por el medio ambiente insistieron en señalar a los países ricos por su falta de compromiso a la hora de combatir el cambio climático.

“Puede que el Acuerdo de París haya sido la víctima de un atropello con fuga por parte de un puñado de poderosas economías contaminantes, pero están en el lado equivocado de esta lucha, en el lado equivocado de la historia”, apuntó Jennifer Morgan, directora de Greenpeace.

“Los bloqueadores del clima, como Brasil, Estados Unidos y Arabia Saudita, habilitados por un liderazgo chileno irresponsablemente débil (Chile presidió este año la COP25), traficaron con los acuerdos de emisiones y pasaron por encima de los científicos y de la sociedad civil”, añadió.

Chile encabezó las negociaciones, que tuvieron que trasladarse a Madrid con poco tiempo de margen, antes del inicio de la cumbre, debido a las violentas protestas contra el gobierno del presidente Sebastián Piñera. Pese a la presión para ofrecer un resultado positivo, los activistas criticaron al país por mantener las centrales eléctricas a carbón hasta 2040.

Esa decisión “refleja lo desconectados que están los líderes de los países de la urgencia de la ciencia y las demandas de sus ciudadanos en las calles”, indicó Helen Mountford, de World Resources Institute, un grupo de estudios medioambientales.

Entre los documentos aprobados ayer está la declaración “Chile-Madrid Tiempo de actuar”, que pide a los países que mejoren sus compromisos actuales de reducción de emisiones de efecto invernadero en el corto plazo.

Científicos de todas las latitudes han advertido que las emisiones deben bajar considerablemente y lo más pronto posible para impedir que las temperaturas globales se eleven por encima de 1.5 grados centígrados, para finales de siglo.

A la fecha, la temperatura del mundo está en curso de aumentar entre 3 y 4 grados, con secuelas posiblemente dramáticas, no para las mayores economías, sino para los Estados más vulnerables.

Reino Unido recibe la “papa caliente"

La gran conferencia climática del próximo año se llevará a cabo en Glasgow, Reino Unido, y eso genera una enorme presión sobre el primer ministro británico, Boris Johnson.

Los ambientalistas ya le advirtieron que será “humillado” si intenta liderar a otras naciones, mientras su país todavía no cumple con sus objetivos climáticos a mediano plazo.

Algunos expertos estiman que los planes de construcción de carreteras de casi 40 millones de dólares de Johnson no son compatibles con la eliminación de emisiones de dióxido de carbono.

Las decisiones de Johnson sobre el Brexit también jugarán un papel, cuando se pretende firmar un acuerdo con EU, pero Washington ya advirtió que no discutirá el cambio climático en ningún tratado comercial. Mientras tanto, la Unión Europea lo amenaza con un impuesto si no reduce los gases contaminantes.

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