Pobreza se enfrenta a un costoso brote

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Sólo hasta que los cuerpos en las calles de Guayaquil tuvieron una máxima exposición mediática, las autoridades de la ciudad con mayor índice de pobreza en Ecuador (14 por ciento) comenzaron a organizarse para enfrentar el colapso.

Pero no es por el gobierno que la escena dramática dejó de aparecer. La sociedad civil y los cementerios privados comenzaron a tomar cartas en el asunto. La periodista independiente Blanca Moncada puso al servicio público su cuenta de Twitter para que la ciudadanía colocara nombre y ubicación de donde la autoridad no ha recogido el cadáver de algún familiar que murió por Covid-19.

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Y es que las muertes que se han viralizado en Internet no sólo corresponden a la pandemia. El sistema funerario está tan colapsado que no atiende ningún caso.

Vicente Gaibor, el fotoperiodista que capturó las trágicas imágenes que hicieron ver a Guayaquil como una morgue, describió en entrevista con La Razón que los panteones comenzaron a activar protocolos de emergencia, para acelerar la recepción de cuerpos. “Recorrí los cementerios desde el fin de semana. Ayer fui a uno donde están cremando y, aunque había una fila enorme, ya había más fluidez”.

“Hay una línea telefónica en la que te dan orientación, también hay visitas médicas por videoconferencia. El tema es que hay mucha gente pobre aquí, que no tiene ni teléfono ni Internet, entonces, no hay forma”

Santiago Arcos

Fotógrafo ecuatoriano

No obstante, Gaibor denunció que la burocracia es otra limitante, ya que si el gobierno no otorga un acta de defunción, es imposible proceder a sepultar un cuerpo.

Santiago Arcos, otro fotorreportero radicado en Guayaquil, quien dio positivo al Covid-19, cuenta lo preocupante que es que las autoridades no den seguimiento a las personas que contraen la enfermedad, por lo que es necesario recurrir a los medios que se tengan al alcance, o morir.

“Hay una línea telefónica en la que te dan orientación, también hay visitas médicas por videoconferencia. El tema es que hay mucha gente pobre que no tiene ni teléfono ni Internet, entonces, no hay forma”.

Así, los 2.2 millones de personas en Guayaquil luchan con el dilema: comer y arriesgarse a una fuerte infección, o gastar sus únicos recursos (1 o 2 dólares al día) en una máscara y guantes que llegan a costar hasta 12 dólares por pieza.

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