Los aliados del presidente Donald Trump temen que su oponente demócrata en las elecciones de noviembre, Joe Biden, arrebate al magnate una porción de un bloque del electorado clave en su base de votantes: la comunidad religiosa de derecha.
Biden, un católico practicante, se ha desempeñado mejor en encuestas recientes entre evangélicos blancos, y otros grupos religiosos, que la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton, quien perdió ante Trump en 2016, y es ampliamente percibido como más religioso que el actual ocupante de la Casa Blanca.
Un estudio de la casa de análisis Pew Research, realizado a principios de este año, mostró que la mayoría de adultos estadounidenses (63 por ciento) piensa que Trump “no es para nada” o “no es demasiado religioso”, frente a 55 por ciento que considera que Joe Biden es algo o muy religioso.
Muchos líderes evangélicos conservadores han argumentado que las posiciones de Biden en cuestiones ampliamente debatidas de derechos civiles, como la despenalización del aborto, la nominación de jueces de la Corte Suprema de Estados Unidos y la libertad religiosa van en contra de sus principios. Aun así, la ansiedad crece dentro de la órbita de Trump sobre la capacidad del exvicepresidente para arrebatarle a los votantes cristianos que lo apoyaron en 2016, incluido un 81 por ciento de evangélicos blancos de su considerada base inamovible.
Tal avance podría dar un golpe fatal a la reelección del presidente, que depende en gran medida de expandir su apoyo con los electores religiosos para compensar el entusiasmo del que carece en otros sectores de la población.
Algunas de las apariciones públicas en la campaña de Biden ya se han transmitido con claros matices religiosos; su campaña, por ejemplo, realiza llamadas semanales con líderes de algunas iglesias para recoger sugerencias hacia la construcción de la plataforma que competirá con Trump en los comicios.
En un artículo de opinión publicado en diciembre pasado en la revista Religion News Service, que incluía referencias a la Biblia y a la segunda encíclica del Papa Francisco, Laudato Si, Joe Biden se refirió a “los conceptos centrales de la decencia, el juego limpio y la virtud”, que aprendió a través de su educación católica como principios rectores en su política y en sus aspiraciones presidenciales.
En febrero pasado, en un programa de la cadena CNN, Biden expresó que su fe “me da alguna razón para tener esperanza y propósito” y elogió el “acto supremo de caridad cristiana” mostrado por los miembros de la iglesia Emanuel AME en Charleston, después de que la comunidad perdonó a un blanco supremacista, responsable del asesinato de nueve miembros de su congregación, en un tiroteo masivo en 2014.
Los líderes religiosos de Estados Unidos ya han mostrado cierto distanciamiento respecto a Trump, a propósito de las recientes manifestaciones antirracistas derivadas de la muerte del afroamericano George Floyd, en custodia policial.
El arzobispo de Washington y el rector de la iglesia de San Juan —el llamado Templo de los presidentes, por estar ubicada en inmediaciones de la Casa Blanca— expresaron su repudio a la decisión del magnate de replegar con gases a manifestantes pacíficos para que él caminara junto a su séquito al referido recinto religioso, sólo para tomarse la foto en la fachada, con la Biblia en la mano.
Desde que declaré mi candidatura, he dicho: me postulo para restaurar el alma de nuestra nación. Aprendí esos valores en una familia católica. Los aprendí en la cena de mi padre, en la misa dominical y en la primaria St. Paul’s y Holy Rosary. Las monjas allí nos enseñaron conceptos básicos de decencia, juego limpio y virtudJoe Biden, Opinión del candidato presidencial en un artículo de opinión del 29 de diciembre de 2019
La misma arquidiócesis invitó a sus sacerdotes a unirse a las protestas, a las que se unieron representantes cristianos y de otros credos, hermanados con la indignación por el racismo sistémico que Trump aún niega.
La imagen del presidente experimenta una erosión constante a través de la demografía religiosa y un cambio hacia la izquierda en las actitudes de los votantes sobre cuestiones de raza y justicia penal.
El mandatario ya ha tenido un desplome de dos dígitos en el apoyo de católicos, evangélicos y protestantes blancos desde abril, tendencias inquietantes que lo obligaron a mostrar algunos guiños a cristianos conservadores, incluida su visita a San Juan y una orden ejecutiva sobre libertad religiosa que firmó a principios de este mes.