Abre la puerta a cambiar su manual preventivo

OMS admite que “hay pruebas” de que el COVID-19 está en el aire

Legitima objeción de más de 200 científicos que piden tomar en serio esta vía de propagación; revisión haría que los países tengan que ajustar su respuesta

Un grupo de personas pasea por Berlín, Alemania. 6 julio 2020. Foto: AP.

En otro giro relevante respecto a la información que conocemos de la pandemia del Covid-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció la posibilidad de que también haya riesgo de contagio en el aire, con base en “evidencia emergente” proporcionada por un grupo de 239 científicos de todo el mundo.

Al señalar, los científicos de la OMS, que estaban al tanto de las consideraciones de este grupo de expertos, abrieron la posibilidad de reconocer plenamente que el virus se mueve en el ambiente y, por ende, se aproxima un cambio significativo en las recomendaciones de las que depende la mayoría de gobiernos que intentan hacer frente a la pandemia.

“Reconocemos que hay evidencia emergente en este campo, como en todos los demás campos, con respecto al virus Covid-19 y la pandemia”, declaró Benedetta Allegranzi, especialista en enfermedades infecciosas y coordinadora de la agencia de la ONU, ayer, en Ginebra.

“Es hora de abordar la transmisión de Covid-19 en el aire”, instaron los científicos de más de 30 países, en su misiva al organismo sanitario global, dada a conocer el pasado lunes.

Trabajadores de salud en Mumbai, India, el 2 de julio del 2020.

De confirmarse, esto indicará que el virus puede ser especialmente peligroso en entornos interiores abarrotados o con poca ventilación y que las técnicas que sugiere la OMS para limitar la propagación de las gotas de saliva, incluido el distanciamiento social y el constante lavado de manos, pueden ser parcialmente efectivas ante una propagación más potente.

Maria Van Kerkhove, líder técnica del Covid-19 para la OMS, informó que la organización ya está en contacto con los autores de la carta y que en breve se publicará un artículo que reporte las nuevas conclusiones de esta posibilidad.

“Hay evidencia emergente, pero no definitiva”, aclaró Allegranzi, al señalar que la transmisión aérea “no puede descartarse”.

Personas en Deerfield Beach, el jueves 2 de julio de 2020.

MIEDO AL PÁNICO

En una publicación, el lunes, en la revista Clinical Infectious Diseases, los científicos referidos describieron cómo partículas de virus flotantes pueden infectar a las personas que las respiran.

“Esto definitivamente no es un ataque contra la OMS. Es un debate científico, pero sentimos que teníamos que hacerlo público porque se negaban a escuchar la evidencia después de muchas conversaciones con ellos”, dijeron los especialistas que firmaron la carta.

El grupo explicó que históricamente ha habido una feroz oposición en la profesión médica a la noción de transmisión de aerosoles, y el listón para la prueba se ha puesto muy alto. Una preocupación clave ha sido el miedo al pánico.

“Si las personas escuchan (que el virus está) en el aire, los trabajadores de la salud se negarán a ir al hospital o la gente comprará todas las máscaras N95 altamente protectoras y no quedará ninguna para los países en desarrollo”, alertó.

Advierten por secuelas cerebrales tras infección

El nuevo coronavirus es capaz de conducir a las personas infectadas a complicaciones neurológicas graves, como inflamación, psicosis o delirio, según nueva evidencia aportada por científicos de la Universidad College London (UCL).

Los hallazgos forman parte de un estudio de 43 casos, de pacientes con Covid-19 que sufrieron disfunción cerebral temporal, derrames cerebrales, daño a los nervios u otros efectos de consideración.

La investigación se suma a los análisis recientes que también hallaron que la enfermedad puede dañar el cerebro.

“Ya sea que veamos una epidemia a gran escala de daño cerebral relacionado con la pandemia, tal vez similar al brote de encefalitis letárgica en los años 1920 y 1930 después de la pandemia de gripe de 1918, aún está por verse”, dijo Michael Zandi, del Instituto de la UCL, quien codirigió el estudio.

ntb

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