Admiten que corrupción es más grande que el Estado

Cae gobierno de Líbano tras protestas por explosión

Tras dos jornadas de protestas y cuatro dimisiones de altos funcionarios, el primer ministro presenta renuncia; permanecerá como interino mientras se forma un nuevo gabinete

El presidente libanés Michel Aoun, a la izquierda, recibe renuncia del primer ministro libanés Hassan Diab, en Beirut, Líbano, el 10 de agosto de 2020.
El presidente libanés Michel Aoun, a la izquierda, recibe renuncia del primer ministro libanés Hassan Diab, en Beirut, Líbano, el 10 de agosto de 2020. Foto: AP.

Seis días después de la explosión de 2.75 toneladas de nitrato de amonio, guardadas sin seguridad durante al menos seis años en un almacén del puerto de la capital de Líbano, Beirut, el primer ministro, Hassan Diab, anunció ayer la renuncia de su gobierno, al admitir que el “crimen” que provocó la indignación pública fue resultado de una “corrupción endémica”, que es “más grande que el Estado”.

Diab, quien el sábado ya había adelantado que solicitaría el adelanto de las elecciones parlamentarias, dijo que da “un paso atrás” para poder apoyar a la gente “y pelear la batalla por el cambio junto a ellos”. El político hizo el anuncio después de que el gabinete -formado en enero con el respaldo del poderoso grupo Hezbolá, respaldado por Irán y sus aliados- se reuniera el lunes, cuando muchos ministros manifestaron su deseo de renunciar, según fuentes ministeriales y políticas.

El anuncio fue hecho a través de un discurso a la nación televisado, en el que dijo: “Declaro hoy la renuncia de este gobierno. Que Dios proteja al Líbano” y repitió la última frase tres veces.

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El humo de la explosión recorre la ciudad donde quedaron severos daños.

Horas antes, la renuncia en bloque del gobierno ya había sido anunciada por Hamad Hasan, ministro de Salud, quien detalló que la decisión se tomó bajo presión cuando varios ministros dimitieron o expresaron su intención de hacerlo.

Y es que el domingo inició la desbandada de los integrantes del gabinete, iniciando con los ministros de Información, Manal Abdel-Samad, y de Medio Ambiente, Damianos Kattar, quienes admitieron que el gobierno falló y que dimitían para intentar resarcir los daños. A ellos se sumaron ayer la ministra de Justicia, Marie-Claude Najm, y el ministro de Finanzas, Ghazi Wazni. De acuerdo con la ley, si un total de siete de los 20 ministros del gabinete dejan sus cargos, se debe formar un nuevo gobierno.

El presidente libanés, Michel Aoun, aceptó la renuncia del gobierno de Diab, aunque le pidió que permanezca en calidad de primer ministro interino hasta que se forme un nuevo gabinete, según un anuncio televisado.

La medida eleva el riesgo de abrir el camino a negociaciones prolongadas sobre un nuevo gabinete en medio de llamados urgentes a la reforma, exigencia de los manifestantes que han colmado las calles de Beirut, así como distintas potencias e instituciones internacionales, quienes el domingo dijeron que entregarían cerca de 300 millones de dólares en apoyos, con la condición de que se actúe en ese sentido.

Francia, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, pidió la “formación rápida” de un nuevo gobierno que escuche las aspiraciones de reformas de los libaneses: “La prioridad debe ser la formación rápida de un gobierno que pueda estar a la altura de las expectativas de la gente, cuya misión será atender los principales desafíos del país, especialmente la reconstrucción de Beirut y las reformas sin las cuales el país se hundirá en la economía, caos social y político”.

En ese mismo sentido, el ministro de Obras Públicas, Michel Najjar, dijo: “Espero que el periodo de custodia no sea largo porque el país no puede soportarlo. Esperemos que se forme rápidamente un nuevo gobierno. Un gobierno eficaz es lo mínimo que necesitamos para salir de esta crisis”.

Añadió que se enteró de la presencia del nitrato de amonio 24 horas antes de la explosión, cuando recibió un informe sobre el material y sostuvo una reunión con funcionarios del puerto antes de llamar a su jefe, Hassan Korayetem. “Escribí un informe por la mañana, la explosión ocurrió por la noche”, dijo Najjar, quien sólo respondió “realmente no lo sé” cuando se le preguntó por qué se enteró el día anterior.

Las manifestaciones continuaron nuevamente ayer en el centro de Beirut, con algunos manifestantes arrojando piedras a las fuerzas de seguridad que custodiaban una entrada que conduce al edificio del Parlamento.

“Todo el régimen debe cambiar. No habrá diferencias si hay un nuevo gobierno. Necesitamos elecciones rápidas”, dijo Joe Haddad, un ingeniero, en un testimonio recogido por Reuters.

La última decisión tomada por el gobierno de Diab antes de su renuncia fue remitir el caso de la explosión al Consejo Judicial Supremo, que se ocupa de los delitos que infringen la seguridad nacional del Líbano, así como los delitos políticos y de seguridad estatal; esto en concordancia con los planteamientos del presidente Aoun, quien ha asegurado que una indagatoria internacional sería “una pérdida de tiempo”.

Para muchos libaneses comunes, la explosión fue la gota que colmó el vaso de una crisis prolongada generada por el colapso de la economía, la corrupción y un gobierno disfuncional, por lo que salieron a las calles exigiendo un cambio radical.

El gobierno de Diab se formó tres meses después de que su predecesor, Saad Hariri, dimitiera en octubre en respuesta a manifestaciones. Ahora el proceso debe comenzar de nuevo, con el gobierno de Diab en un papel de cuidador mientras las mismas facciones debaten uno nuevo.

Alrededor de 20 personas han sido detenidas por la explosión, incluido el jefe del Departamento de Aduanas de Líbano y su predecesor, así como el jefe del puerto. Se ha interrogado a decenas de personas, incluidos dos exministros del gabinete, según funcionarios del gobierno.

Se cree que más de 200 personas murieron por la devastadora explosión del martes, dijo el gobernador de Beirut, Marwan Abboud, quien añadió que todavía hay decenas de desaparecidos, muchos de ellos conductores de camiones y trabajadores extranjeros, en un país con cerca de 1.5 millones de refugiados sirios, lo que complicaba los esfuerzos por identificar a las víctimas.

ntb

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