En la cuarta noche de movilizaciones en Kenosha, Wisconsin, en protesta por la agresión de policías contra Jacob Blake, un hombre afroamericano, el ambiente fue distinto a las tres anteriores.
Esta vez no hubo disturbios, quema de negocios, presencia de civiles blancos armados y que derivó en la muerte de dos manifestantes, a manos de un adolescente admirador de la policía, entre la noche del martes y la madrugada del miércoles.
Asimismo, los manifestantes se mantuvieron alejados de un juzgado que había sido lugar de enfrentamientos con las fuerzas del orden, pues marcharon más allá de la intersección donde dos personas murieron el martes por la noche, deteniéndose para rezar y dejar flores.
Los dos hombres que murieron fueron Joseph Rosenbaum, 36, de Kenosha; y Anthony Huber, 26, de Silver Lake, a unos 24 kilómetros al oeste de la ciudad.
Gaige Grosskreutz, de 26 años, quien fue herido cuando se ofrecía como médico voluntario, se recuperaba.
“Anoche fue muy pacífico. El martes por la noche, no tan tranquilo, pero tampoco estuvo tan mal”, dijo el alguacil del condado de Kenosha, David Beth, durante una conferencia de prensa el jueves durante la cual él y otros líderes de la ciudad se negaron a responder preguntas.
También el jueves, cuatro grupos que representan a los alguaciles y departamentos de policía de Wisconsin pidieron al gobernador demócrata Tony Evers que deje de hacer comentarios “prematuros, críticos e incendiarios” sobre el tiroteo de Blake que, según dicen, “sólo aumentan la ira y la división de una ya peligrosa situación.”
Evers ha dicho que apoya a todos los que exigen justicia, equidad y rendición de cuentas y contra el uso excesivo de la fuerza contra los negros.