Alexei Navalny, un crítico del presidente ruso, Vladimir Putin, fue envenenado con un agente nervioso de la familia Novichok, dijo el miércoles un portavoz del Gobierno alemán, tras un análisis de sangre, con lo que se une a una lista de otros opositores al Kremlin, que han sufrido ataques similares en los últimos años.
Los análisis toxicológicos realizados en un laboratorio militar alemán mostraron “evidencia inequívoca” de que el líder de la oposición rusa, actualmente en coma, había sido envenenado con el químico desarrollado entre los 70 y 80 en la Unión Soviética, dijo el portavoz Steffen Seibert.
“El Gobierno federal informará a sus socios de la UE y la OTAN de los resultados de la investigación. Se discutirá con los socios una respuesta conjunta apropiada teniendo en cuenta la respuesta rusa”, añadió Seibert.
La información fue corroborada horas después por Angela Merkel: “Navalny fue víctima de un ataque con un agente químico nervioso del grupo Novichok. La presencia de este veneno fue confirmada sin lugar a dudas en un análisis”.
Navalny, de 44 años, fue trasladado a Alemania a finales del mes pasado tras desplomarse durante un vuelo de Siberia a Moscú; sus colaboradores dijeron que sólo había tomado un té en todo el día.
Navalny es un abogado ruso que ha ganado popularidad por realizar videos en los que denuncia la corrupción del régimen ruso; ha intentado participar en elecciones presidenciales y parlamentarias, pero las autoridades lo han evitado. Sin embargo, en 2013 participó en los comicios por la alcaldía de Moscú, donde obtuvo 27 por ciento de los sufragios.
Por participar en protestas, ha sido detenido en más de una ocasión; en la más reciente, asegura que también fue víctima de un envenenamiento al interior de una cárcel.
Su caso no es único, pues ya otros opositores de Vladimir Putin han sufrido ataques similares, algunos de causa desconocida y otros en los que sí se determinó concluyentemente que se empleó veneno, incluido el Novichok.
El caso más reciente había ocurrido en septiembre de 2018, cuando Pyotr Verzilov, artista y miembro del grupo activista Pussy Riot, quien obtuvo reflectores tras invadir el campo de juego de la final del Mundial de Futbol de 2018; el opositor, al igual que Navalny, fue transferido a un hospital de Berlín, donde se determinó que ingirió un ”poderoso bloqueador de neurotransmisores”.
Unos meses antes, en marzo de 2018, otro caso dio la vuelta al mundo, cuando Sergei Skripal, un exespía ruso de 66 años, apareció moribundo en una plaza de Salisbury, junto con su hija Yulia, de 33 años de edad. Skripal radicaba en Reino Unido desde 2010, tras salir de una cárcel rusa donde estuvo por ser doble agente.
Los estudios toxicólogicos también apuntaron a que había rastros de Novichok, el cual supuestamente fue colocado en la perilla de la puerta de su departamento; las investigaciones dieron cuenta de que Alexandre Petrov y Ruslan Boshirov, dos agentes en servicio, habían visitado la ciudad; sin embargo, aseguraron que su viaje era de turismo, una idea que Putin defendió.
Otro caso sonado es el del activista Vladimir Kara-Murza, periodista, quien tras investigar a destacadas figuras del gobierno quedó en coma con fallo de órganos vitales; sin embargo, sobrevivió y dos años después volvió a sufrir un ataque, del cual otra vez salió viva.
En declaraciones a El País aseguró que los ataques llevaban “el sello del Servicio de Seguridad Federal: sofisticado y sin dejar rastro. La intención era matar, no amedrentar. Si no logran silenciarte con calumnias y amenazas, utilizan el veneno o las balas”.
Alexei Navalny fue víctima de un ataque con un agente químico nervioso del grupo Novichok. La presencia de este veneno fue confirmada sin lugar a dudas en un análisisAngela Merkel, Canciller alemana
En 2006, el excoronel de la KGB Alexander Litvinenko fue envenenado en Londres con el isótopo polonio 210 luego de tomar el té con otro exagente, Andrei Lugovi. El juez británico Robert Owen estimó que Putin “probablemente aprobó” un plan del servicio secreto para matarlo; murió meses después.
Otro caso fue en 2004, cuando la periodista Anna Politkovskaya , crítica de los abusos en Chechenia, se enfermó gravemente después de beber té. Aunque vivió, dos años después fue asesinada a tiros en Moscú.
En 2002, el mercenario saudí Ibn al-Khattab, líder de los fundamentalistas en el conflicto de Chechenia, recibió una carta, que le entregó en mano un agente secreto ruso, y cayó fulminado. Al año siguiente el primer ministro checheno, Anatoly Popov, fue intoxicado durante una cena; logró sobrevivir.
Y en 2004, durante la campaña por la presidencia de Ucrania, el candidato Viktor Yuschenko resultó envenenado por la dioxina TCDD; fue tratado y vivió, pero su rostro quedó desfigurado. El líder político ganó la presidencia en 2005, con una política enfrentada al Kremlin.
En diciembre del año pasado, un periodista estadounidense de The New York Times señaló que detrás de los ataques se encontraba un supuesto grupo llamado Unidad 29155.