Biden asume el reto de revertir el plan de Trump

America first, el final de un proyecto

El magnate llevó a Estados Unidos al abandono del multilateralismo; expertos ven posibilidades de revisión: no todo debe echarse para atrás, opinan

Una gorra destrozada con el lema de la campaña republicana de 2020, en Washington.
Una gorra destrozada con el lema de la campaña republicana de 2020, en Washington. Foto: Reuters

Si bien aún hay más de 70.3 millones de estadounidenses que optaron por el proyecto de Donald Trump, de hacer que “Estados Unidos sea grande” y que estuviera por encima de cualquier interés, una mayoría de 74.4 millones consiguió liquidar a quien probablemente será recordado como el presidente “menos presidencial” de la mayor potencia mundial, que abrazó el proteccionismo económico y abandonó el multilateralismo y la cooperación internacional, con lo que el liderazgo de EU comenzó a ceder terreno frente a una galopante China.

Con la victoria de Joe Biden, queda la pregunta abierta de si toda la maquinaria que echó a andar la administración Donald Trump, para aislar cada vez más al país de los foros de cooperación económica y social, se mantendrá y qué tanto podrá hacer el futuro gobierno para frenar o desmantelar algunas políticas que hirieron a grupos sociales vulnerables, particularmente migrantes, dreamers o ciudadanos sin acceso a seguridad social.

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. ı Foto: Gráfico: La Razón de México

El Tratado Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC) luce como el único gran proyecto consolidado de la administración Trump que tiene garantizada su continuidad.

Para dar una idea del tamaño del America First en cuatro años de administración, Trump emprendió la construcción de un muro en la frontera con México; reabrió el país a la industria del carbón, muy a pesar de las medidas impuestas por su antecesor, Barack Obama, para reducir las emisiones contaminantes.

Los empresarios más ricos se convirtieron en los hijos consentidos del magnate, con amplios beneficios fiscales para evitar que sus inversiones salieran del país, incluso sancionó a algunas compañías que instalaron maquiladoras en otras naciones de mano de obra barata.

En la política social, Trump inició un proceso para frenar el apoyo a los dreamers bajo el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia y sentó las bases para echar abajo la estrategia sanitaria Obamacare, que da cobertura a la mayoría de adultos no cubiertos por un plan de salud.

En el terreno internacional, el aún presidente hizo un esfuerzo por apartar- se cada vez más de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a la que disminuyó la asignación económica, exigiendo que el resto de los miembros aportara más.

También abandonó el Tratado Nuclear con Irán, entabló lazos con el líder norcorerano, Kim Jong-un; salió del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, también de la Unesco y de la Organización Mundial de la Salud; dio la espalda al Tratado Transpacífico; retiró tropas que garantizaban la seguridad de sus aliados en Siria, lo que detonó una posterior ocupación turca y, para la controversia del mundo, desdeñó al Acuerdo de París, con lo que se negó a cumplir los compromisos globales por el cambio climático.

Pese al triunfalismo que hoy inunda a críticos de Trump sobre su idea de “hacer que EU sea grande de nuevo”, el internacionalista Armando Chaguaceda precisa que la era Biden debe ser más cauta al momento de dar marcha atrás a todo lo que aún implica el America First.

“Hay acciones que se hicieron (durante la administración Trump) que no tienen que ser abandonadas sino revisadas: salirse del acuerdo del cambio climático de París, por mantener el petróleo o el carbón, eso sí debe revertirse, ya que daña la propia competitividad del país”, dijo el también politólogo e historiador.

Por otro lado sí “debe haber proteccionismo en alguna medida, un proteccionismo negociado con otros aliados, a través de acuerdos regionales”, ya que, consideró, el gran enemigo es China, una nación “que también tiene proteccionismo, que copia la tecnología occidental, que hace prácticas desleales”.

En este sentido, agregó, la diferencia que tiene que haber es que no se debe emprender una guerra comercial en solitario con el gigante asiático, sino tratar de frenar su avance a partir de acuerdos con otros bloques, como la Unión Europea y las naciones del Acuerdo Transpacífico, que también abandonó Trump.

En el plano de las políticas públicas a nivel interno, Chaguaceda opinó que es importante no abandonar al sector poblacional que quiso reivindicar Trump: los blancos cristianos que, de acuerdo con el especialista, dentro de unas tres décadas o menos pasarán a ser “la primera minoría”, en relación a otras que, en suma, ocuparán el centro del gran cambio demográfico estadounidense.

“Habrá más migrantes y más hijos de migrantes dentro de 35 años. La población blanca, independientemente del discurso xenófobo condenable, busca proteger su identidad y creo que cualquier proyecto de futuro debe hacer una política para esa gente que cuenta y que también es buena”, dijo; después de todo, “Trump no representa a una buena parte de esta porción que ha sufrido de los embates económicos”.

SIN CAMBIOS CON MIGRANTES.

Para la académica de la UNAM, Claudia Serrano, Joe Biden sí tiene un plataforma con la que señaló que el regreso de Estados Unidos al multilateralismo ya no es una opción sino una necesidad para resolver varios problemas globales.

“Él ya dijo que el cambio climático o las crisis humanitarias y de salud que pueden poner en jaque la gobernanza internacional no van a resolverse de manera unilateral”; no obstante, proyectó que no “veremos grandes diferencias” en la gestión migratoria.

“Esta agenda debemos leerla a partir de los pilares del pensamiento norteamericano, tanto un partido como otro han mantenido continuidad en el recrudecimiento de políticas migratorias, pese a que se habla del multilateralismo la política migratoria ha tenido un tratamiento interno, no se somete a una responsabilidad compartida con otros Estados”.

Sin embargo, Serrano sí ve un uso más constante de instrumentos de seguridad y desarrollo como los que se vieron durante la administración Obama, con las conferencias de cooperación con Centroamérica nuevamente fortalecidos.

En el caso de Cuba, indicó la profesora, “podrían retomarse ciertos temas” de la agenda que inició con Barack Obama y que se truncó con Donald Trump.

“Biden ha dicho que Trump cerró cualquier tipo de comunicación, para re- tomar la promoción de la democracia en la isla, por lo que intentará volver a este diálogo para intentar dar oxígeno a negocios o sectores de inversión”.

Al final, como resume Chaguaceda, Biden tendrá que elegir entre seguir con las políticas Obama o ajustarse a un nuevo orden que le exigirá, sí ser más multilateral, pero al mismo tiempo agresivo ante los adversarios que crecieron desde el aislamiento de Trump.