Suman 30 mil suicidios entre veteranos desde 2001

Ven secuelas de la guerra hasta por 2 generaciones más

Suman 30 mil suicidios de veteranos tras misiones por ataques terroristas en EU; los principales costos: ansiedad, depresión, estrés postraumático, señala la especialista Valeria López

Soldados estadounidenseS  vigilan las inmediaciones del aeropuerto de Kabul, el mes pasado.
Soldados estadounidenseS vigilan las inmediaciones del aeropuerto de Kabul, el mes pasado. Foto: AP

El costo humano de la guerra de Estados Unidos después de los atentados del 11 de septiembre sigue cobrando factura y lo hará por hasta dos generaciones más, aseveró la académica Valeria López Vela.

En entrevista con La Razón, la especialista dijo que este tipo de enfrentamientos, como la lucha antiterrorista detonada hace 20 años, las pérdidas seguirán por varias generaciones “en términos de vidas humanas, calidad de vida y estabilidad emocional”.

Muestra de ello son los 30 mil suicidios de veteranos estadounidenses acumulados en casi dos décadas, mismas que según una publicación del especialista Thomas Howard Suitt III, por la Universidad Brown, superan por tres a uno las bajas en operaciones de Guerra contra el Terrorismo, siete mil 057, convirtiéndose en una tema de gran preocupación.

Un mal evento en nuestras vidas, te puede dar estrés postraumático y te va a durar tres meses o un año, pero si regresas de la guerra, el CPTSD te puede durar toda la vida
Valeria López Vela<br>Académica

Y anticipa que, aunque no se ha hecho el recuento de 2018 al 2020, la incidencia de casos de estos últimos años, durante o después de haber servido al Ejército, podría ser aún peor, pues también se rebasó el promedio de reportes por cada 100 mil personas en comparación con las víctimas de estos actos en la población en general y la incidencia es 1.5 veces peor que en 2005, cuando se empezó a hacer un recuento, al pasar de 32 casos por 100 mil enlistados a 45 en 2018, principalmente entre marines y soldados, en contraste con la Armada y la Fuerza Aérea.

Y es que después de episodios traumáticos como el combate, daño cerebral, agotamiento, matar a un enemigo o ver morir a colegas o tus tropas al regresar a casa, enfrentan precios morales y sociales y uno de los peores de la violencia el Estrés Postraumático Complejo (CPTSD, por sus siglas en inglés), que asegura López Vela complica una evaluación real del impacto de estos hechos, un fenómeno que puede durar por años en la población en general, pero ser de por vida para integrantes del Ejército y les imposibilita una sana reincorporación social, incluso en su familia y puede provocar abuso de sustancias, como alcohol y drogas, y violencia intrafamiliar, pues sus parientes son afectados, y esto podría aumentar con el retorno de quienes estuvieron los últimos años en Afganistán.

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. ı Foto: Gráfico: La Razón de México

La investigadora apuntó que no se trata de un tema de falta de atención, sino de una complejidad mayor en torno a la salud mental, que se detectó después de la guerra de Vietnam cuando no se entendía cómo tantos soldados se quitaban la vida y coincide con el estudio en la materia del especialista Thomas Howard, de la Universidad Brown, quien afirma que la incidencia de hasta 89 mil suicidios entre personal activo y veteranos en guerras de 2005 a 2018 evidencia que “el costo humano para nuestros veteranos y miembros del servicio supera con creces incluso los costos financieros más abrumadores”, en referencia a enfermedades y secuelas psicológicas como ansiedad, depresión, esquizofrenia, trauma sexual militar y lesiones, casos documentados por el área de salud mental del Departamento de Asuntos de Veteranos y el Departamento de Defensa.

En el informe “Altas tasas de suicidio entre miembros del servicio de EU y veteranos de las guerras posteriores al 11 de septiembre”, Howard Suitt III sostiene que entre el heroísmo y el dolor superan traumas físicos, pero no de conducta y vuelven a su país con síntomas crónicos como lesión cerebral traumática (TBI, por sus siglas en inglés) y CPTSD.

Al respecto, López Vela advirtió que, aunque regresen con una victoria al cumplir los objetivos como el caso de la ocupación afgana a la que decidió poner fin el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no se debe “editorializar tácticas militares, si no comprendemos la lógica detrás de una orden”.

Incluso, la académica cuestionó que se siga enviando a soldados, no para acabar con las ocupaciones, sino por el daño que ocasiona en los sobrevivientes. “¿Cuál sería el verdadero costo de ir a la guerra, no para decir no vayamos, hay veces que tienes que ir, si no cuando sea absolutamente necesario?”, expresó al recordar que se les pide tanto al enlistarse en las Fuerzas Armadas, pues exponen su vida y no hay mayor ejemplo que la manera en que asumen su labor, que es “servir en el Ejército”.

Por ello, consideró que antes de emprender cada guerra se debería calcular el costo de vida de los sobrevivientes y su atención médica y psicológica, así como en investigación en salud mental, y hasta en pensiones y retiros, pues ante el trauma muchos de ellos ya no pueden continuar en servicio con las Fuerzas Armadas de su país.

Y recordó que dicho precio no se puede medir, pues en ocasiones el impacto no es inmediato, pues éstos no se visibilizan un día después del fin de una guerra, como ocurrió el pasado 31 de agosto en Afganistán, sino años después, pues entre las tropas quedan marcas “que pueden durar toda la vida”.

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. ı Foto: Gráfico: La Razón de México

Un militar en guerra, en una situación estresante, no olvida tan fácil como un error o una broma, añadió la académica al señalar que tal es el caso de los hijos de las neoyorquinas que vivieron el trauma del choque de dos aviones contra las Torres Gemelas durante el 11-S, quienes sin presenciar el hecho, también viven secuelas de CPTSD.

Mientras que el especialista de la Universidad Brown atribuye gran parte del daño psicológico al desinterés o ignorancia de la población en torno a las guerras, pues sus críticas pueden aumentar los pensamientos catastróficos en soldados, poner en duda los propósitos del enfrentamiento, aumentar la culpa y la vergüenza, proceso en el que cita a un militar con trauma, el sargento Dominic McDaniel, quien reconoció que tuvo muchas culpas al volver de la guerra, lo que lo obligó a renunciar, pues no comprendía, pero se responsabilizaba de que sus soldados “comenzaron a suicidarse bastante rápido cuando llegamos a casa”.

En torno a las cifras, el informe de Howard Suitt III, publicado en junio pasado, revela que cada año las secuelas de la guerra provoca hasta seis mil 364 suicidios, a causa de heridas, traumas, que pueden revivir con un episodio detonante como un ruido fuerte, y alto riesgo, pues cada guerra, sostiene, puede ser peor por los artefactos usados, que pueden ser más dañinos, lo que recuerda los atentados perpetrados por el Estado Islámico Khorasan en el aeropuerto de Kabul días antes de la retirada de tropas extranjeras, en los que murieron más de 170 personas, entre ellas 13 militares estadounidenses, por dos bombarderos.

Dichas condiciones afectan también al sector de infantería, Fuerza Aérea, reservistas y Guardia Nacional, sin que aún se hayan identificado las causas para prevenir el suicidio.

En tanto, el Departamento de Defensa de EU registra hasta 2020 poco más de cinco mil casos, incluidos miembros de la Guardia Nacional, el doble de las bajas registradas en dos décadas en Afganistán (dos mil 400), de acuerdo con el jefe del comando del país, Frank McKenzie, quien confirmó la salida del último militar de territorio afgano en el minuto final del 30 de agosto pasado.

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Incluso, el Departamento señaló que la alerta principal son los jóvenes, sector que recurre principalmente a las armas de fuego como principal método, pues son herramientas que conocen, usan y hasta de fácil acceso, seguido de envenenamiento y asfixia.

Esta incidencia creció 34 por ciento, al pasar de 522 casos a 702 en 2020, último periodo completo actualizado, por lo que han reforzado la ayuda psicológica para evitar estos hechos, aunque piden ser cautelosos con los datos, pues el alza podría “no ser significativa” y en el último año la pandemia pudo elevar las cifras. Además, en lo que va de 2021 ya suman casi 300 suicidios, correspondientes sólo al primer trimestre.