Una pareja estadounidense relató que su visita con el farmacéutico provocó complicaciones en la salud de sus hijos, pues en vez de aplicarles la vacuna contra la influenza, toda la familia recibió la de COVID-19.
El matrimonio, identificado como Joshua y Alexandra Price, que reside en Indiana, relató a CNN que el hombre que los inoculó supuestamente contra la influenza les llamó por teléfono más de una hora después para advertirles del error.
De inmediato la madre preguntó qué podría pasarles a sus hijos, pues los pequeños de cuatro y cinco años recibieron una inyección de adulto de Pfizer, cuando en Estados Unidos aún no se inocula a este sector.
La vacuna de la farmacéutica que analizan para este rango de edad es de menor dosis; es decir, los menores recibieron una vacuna tres veces mayor a la recomendada en su grupo de edad.
Con esta situación, los padres recibieron una tercera dosis contra COVID-19, aunque no se reveló si fue de la misma que les inyectaron previamente, justo cuando el país ha comenzado a aplicar la llamada dosis de refuerzo para elevar la inmunidad.
Pequeños sufren tos, náuseas y presión alta
Luego de los hechos ocurridos la primera semana de octubre, la familia relató que ambos niños presentaron los síntomas adversos reportados por algunas farmacéuticas.
En horas posteriores a la aplicación ambos comenzaron con fiebre; en un inicio no les pareció irregular. Sin embargo, al saber que en realidad recibieron la vacuna contra el COVID-19 acudieron de nuevo con el farmacéutico.
Los padres explicaron que solicitaron un comprobante de que recibieron estas dosis en caso de que empeoraran los síntomas; sin embargo, el personal dijo que ese tema tendrían que revisarlo con el área legal, por lo que tuvieron que contratar a un abogado.
Además, indicaron que los menores también presentaron tos, dolor de cabeza y hasta náuseas por lo que acudieron al hospital, en donde les hicieron una revisión más completa para monitorear su condición cardiaca y presión arterial.
Sobre este último síntoma se reveló que, a más de una semana, la menor aún registra presión alta, por lo que sigue en tratamiento pediátrico.
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