Europa instó nuevamente a Rusia a terminar con las tensiones ante una temida invasión en Ucrania como hace casi una década, mientras tres naciones enviaron refuerzos al país en riesgo y el Kremlin respondió con pruebas militares junto a su aliado y vecino Bielorrusia, aunque insiste que no planea ninguna incursión.
La ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock, tomó la batuta en medio de tres negociaciones recientes con Estados Unidos y aseveró que la respuesta a esta crisis está en manos de Rusia, pues dependiendo de cómo actúen es la respuesta que obtendrán y reiteró que la mejor manera de resolver la situación es volver al escenario diplomático.
“Estamos dispuestos a un diálogo serio y estamos dispuestos a reaccionar si Rusia opta por la vía de la escalada”, sostuvo la funcionaria en un encuentro con su homólogo ucraniano, Dmitro Kuleba, al mostrar las cartas del nuevo gobierno alemán, pues reiteró que la gestión del canciller Olaf Scholz será firme en un asunto de seguridad regional, recordando que los avances y el refuerzo de tropas en la frontera no sólo amenaza a Ucrania sino a los socios del continente y la Unión Europea (UE).
Y añadió que “cada acto agresivo adicional tendrá un alto precio para Rusia económica, estratégica y políticamente”, reforzando la posición que han tomado el bloque europeo y Estados Unidos, misma que advierte que cualquier agresión detonará consecuencias devastadoras para la nación eurasiática. Por lo que insistió en el llamado a retomar el diálogo en el formato de Normandía o en cualquier otro que así le convenga a los rusos, pero con la intención de sentarse a hablar antes de seguir escalando el conflicto que recuerda a la anexión de Crimea en 2014.
Baerbock añadió que no se trata de acciones contra Rusia, régimen que ha desechado varias oportunidades de cooperación, sino de la defensa de la inviolabilidad territorial y contra la violencia como herramienta política, estrategia respaldada por el G-7 y por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) al que busca ingresar el país en riesgo, y por lo que dijo ese gobierno no enviará las armas solicitadas por el líderes ucranianos.
Y adelantó que espera presentar su postura a su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, con quien se reunirá hoy mismo de manera presencial; en tanto, el canciller ruso desmintió los señalamientos de la administración de Joe Biden de que buscan cualquier excusa para ingresar a territorio ucraniano mientras continúa la presencia de militares en la frontera, pues sectores de inteligencia advierten que ya suman más de 100 mil.
Incluso, el representante del Kremlin calificó las acusaciones de la inteligencia estadounidense de “desinformación total” y sostuvo que son los gobiernos occidentales los que usan datos no corroborados para lanzar amenazas.
En medio del choque de declaraciones se reportaron movimientos militares de socios ucranianos para reforzar a esa nación, mientras que el Kremlin respondió con ejercicios conjuntos con el aliado Bielorrusia, que según la UE no son más que otro intento de elevar los temores y tensiones en la región.
En primera instancia, Suecia y Gran Bretaña, en el mismo continente, y hasta Canadá, desde América, enviaron efectivos a la zona fronteriza en respaldo al mandatario Volodimir Zelenski para estar preparados ante cualquier amenaza a su soberanía, y horas después Rusia trasladó tropas a Bielorrusia, nación que también comparte frontera con Ucrania.
De acuerdo con el Kremlin y su aliado, el régimen de Alexander Lukashenko al que ha respaldado ante las sanciones extranjeras, se trata de pruebas bajo el esquema United Resolve, lo que conlleva en traslado de artillería pesada y decenas de vehículos militares.
Sin embargo, mandos militares bielorrusos señalaron que son medidas anticipadas, pues las pruebas en conjunto comenzarán a partir de febrero, y no representan ninguna amenaza al territorio ucraniano, pues éstas se llevarán a cabo en los límites con Lituania y Polonia —afectada por la migración—; es decir, del otro lado de la que comparte con el país que ha denunciado los intentos rusos de invadirlos como hace una década.