Un bebé de nueve meses que viajaba en una embarcación de migrantes murió a manos de la Guardia Costera de Trinidad y Tobago que abrió fuego contra los viajeros provenientes de Venezuela en su intento por presuntamente detenerlos.
Tras los hechos, líderes venezolanos como Juan Guaidó acusaron a la Guardia de asesinar al menor de edad el sábado por la noche; mientras que la corporación se justificó asegurando que actuó “en defensa propia” luego de la irrupción del bote en su frontera.
En un comunicado, las autoridades trinitenses aseguraron que ordenaron varias veces, a través de un megáfono, detenerse a estas personas sin saber que eran migrantes y cuando irrumpieron en su territorio implementaron “todos los métodos disponibles”, hecho que trágicamente cobró la vida de un bebé.
Según los reportes policiacos insistieron a los tripulantes a detener la marcha al insistir en llamados con megáfono, luces y hasta bengalas, y ante maniobras agresivas de parte de los presuntos criminales lanzaron disparos de advertencia hacia el motor y éstos alcanzaron a un bebé y a su madre, quienes estaban escondidos, pues según los guardias no eran visibles al momento de los disparos.
Al revisar la embarcación detectaron que se trataba de al menos 20 migrantes ilegales y ahí encontraron al bebé sangrando, quien no sobrevivió, y se reportó que la mujer resultó con una herida.
Posteriormente el primer ministro de Trinidad y Tobago, Keith Rowley, externó sus condolencias a la familia y al país, y la región abrió una investigación para esclarecer los hechos.
lemm.