Un nuevo apretón de Occidente contra Rusia ya causa estragos en la nación con duras sanciones que impactan a sus ciudadanos, mientras Putin ataca de nuevo a Járkov, segunda ciudad más grande de Ucrania, a la par de una negociación a medias, pues no hubo acuerdo, pero sí la promesa de otra ronda de conversaciones cerca de Polonia.
Mientras más naciones se unen a las medidas severas para paralizar su economía, el líder del Kremlin, Vladimir Putin, no suelta sus armas clave: poner en la mesa nuevamente sus condiciones para acabar con esta “defensa legítima” y redoblar avances en Ucrania, al insistir que el país vecino no puede integrarse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), pues va contra su seguridad regional, y se debe admitir a Crimea como rusa.
Muestra de la nueva embestida es que mientras sus enviados sostenían un diálogo con su contraparte ucraniana en la frontera bielorrusa, su Ejército perpetró otro ataque contra zonas residenciales de Járkov. Ahí fallecieron nueve civiles, según autoridades locales, lo que el líder ucraniano, Volodimir Zelenski, interpretó como un intento para inclinar la mediación en favor de Moscú, hecho que minimizó el enviado de Putin, Vladimir Medinski, al referir que sí hay puntos en común para avanzar. Estos nuevos bombardeos van en contra de la supuesta promesa de Putin, pues el presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró que protegería a la población y la infraestructura al ratificar que sus soldados no son una amenaza para ellos, en una nueva llamada telefónica.
Horas después se reportó que un convoy ruso, que se extendía por entre 20 y 60 kilómetros entre tanques militares y vehículos pesados, avanzaba con rumbo a la capital Kiev avivando el temor de que el Ejército de Putin asuma el control de la nación, mientras medios reportan que un supuesto grupo táctico de mercenarios tiene la orden precisa de asesinar al presidente ucraniano y ya se encontraría en dicha región.
En tanto, la nación se sume en su peor crisis con hasta 400 civiles fallecidos, según Kiev, aunque la Organización de las Naciones Unidas (ONU) da cuenta de 100 bajas en sus filas civiles y castrenses y constantes salidas a través de sus fronteras; no obstante, se mantiene la esperanza gracias a la resistencia civil, reconocida por el Pentágono, al dar la cara por la nación y encarar a tropas rusas y armar bombas molotov para detener al enemigo. En tanto, el gobierno ofreció a efectivos rivales recompensas por deponer las armas y hasta amnistía para detener la guerra.
Con este panorama, en el que Putin desaira los castigos económicos contra él, su gobierno y círculo más cercano, naciones se sumaron al clamor para exigir un alto a la guerra a través de bloqueos bancarios y de divisas. Un día después de que la Unión Europea (UE) le cerrara el espacio aéreo, Estados Unidos vetó cualquier transacción con el Banco Central del Kremlin y bloqueó su fondo soberano de riqueza frenando sus operaciones, lo que generó inquietud en la población por el miedo de perder sus ahorros y salarios por la caída de su moneda en un día en el que ni el mercado bursátil abrió; mientras que el bloque de los 27 extendió las restricciones contra oligarcas ligados a quien ya es comparado con dictadores.
No obstante, en esta nueva oleada restrictiva destacan los casos de Suiza, Suecia y Finlandia al romper con su histórica neutralidad y adentrarse en el camino punitivo para reducir espacios de actuación a Moscú, así como la lista de gobiernos que envían más equipo militar a las tropas de Zelenski. Suiza congeló activos rusos, prohibió el ingreso de líderes de esa nación a su territorio y restringió las visas para esa nación, pese a su tradición con la que no se pronunció ni durante las guerras mundiales. Por separado, Suecia garantizó apoyo de armamento y municiones, el gobierno finlandés anunció un lote de armas dirigido a Ucrania, mientras que Noruega por primera vez enviará armas a la nación custodiada por la UE con un financiamiento especial en la materia.
Asimismo, gobiernos asiáticos también se pronunciaron en torno a las sanciones, pues Japón se unió al bloqueo contra el banco central del Kremlin y se lanzó contra Putin, su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, otros integrantes del gabinete y varias agencias estatales; mientras que China hizo lo contrario al cuestionar la acción unilateral de Occidente para sancionar a Rusia y sólo pronunciarse en favor de la soberanía de cada país sin mencionar a ninguna de las partes. Incluso, ratificó su rotunda negativa a imponer sanciones al detallar que va en contra de “cualquier enfoque que pueda exacerbar las tensiones”.
Pese al cúmulo de sanciones, ello no parece inquietar a Putin, pues pese al pánico ciudadano ordenó una medida espejo contra la UE al cerrar su espacio aéreo a 36 naciones, la mayoría europeas.
Pero se mantiene al pendiente de los intentos ucranianos de estrechar su lazo con el bloque de los 27, pues en medio de los ataques Zelenski solicitó formalmente su adhesión a la UE a fin de mejorar la respuesta conjunta, mientras le suministran más armamento bélico, no letal y equipo militar de varios aliados del bloque, aunque no pertenece a la OTAN y no hay bases aún para integrarlo. Hasta el cierre de esta edición no hubo una postura oficial de la UE o su Comisión, pero recuerdan que en la última década sólo hubo una inclusión al bloque, misma que ocurrió en 2013.
Crece presión interna. El mayor líder opositor, Alexei Navalny, llamó a la desobediencia civil para externar al mundo que no fue Rusia la que invadió Ucrania si no un líder al que tildó de “asesino”.
Desde prisión, respaldado por su movimiento, llamó a no quedarse callado ante la guerra que puso en marcha Putin desde el pasado 24 de febrero.
Sostuvo que el líder del Kremlin “está tratando de hacer pensar a todos que Ucrania fue atacada por Rusia, por todos nosotros”, hecho ante el que se desmarcó asegurando que hay un gran sector en el país que rechaza sus decisiones, hecho que se evidencia con las nuevas protestas por la que suman más de seis mil detenidos.
En tanto, sus medios locales se enfrentan al bloqueo a transmisiones y hasta el uso de redes sociales, pues plataformas como Meta adelantaron el cierre de perfiles de RT y Sputnik en la UE, mientras que Twitter incluyó en las publicaciones de estos medios mensajes de que la información proviene de sitios afines a Putin.
Éxodo ucraniano, el más grande en años: ACNUR
Con 150 mil refugiados más en 24 horas, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi, calificó el éxodo ucraniano como el más rápido y más grande que ha vivido Europa en su historia.
Confirmó que tras la invasión rusa ya suman 520 mil ciudadanos que escapan a través de sus fronteras rumbo a naciones como Polonia, desde el pasado 24 de febrero, lo que representa un hecho no antes visto, al recordar que lleva 40 años dedicado a atender estas crisis a nivel mundial.
Incluso, advirtió que las cifras seguirán ascendiendo en los próximos días mientras que no se logre un cese al fuego, ya que, pese al desastre visible, es probable que “apenas estemos arañando la superficie”, pues aún hay decenas de ciudadanos escondidos o en espera de llegar a la frontera en busca de asilo.
Destacó que Polonia es la zona más recurrida por los refugiados al acumular el paso de 280 mil, pero esa nación reportó que ha contabilizado desde hace cinco días hasta 300 mil, liderando la huida de la guerra. En los registros oficiales le siguen Hungría (94,000), Moldavia (40,000), Rumania (34,000) y Eslovaquia (30,000).
Grandi admitió que, aunque no hay cifras, son “conscientes de que un número considerado se ha ido a Rusia”.
En medio de la crisis, aplaudió el recibimiento de la Unión Europea (UE), que debate la ampliación por tres años de la residencia a ucranianos o residentes, pero a nivel mundial crecen las denuncias porque en el pasado cerró las puertas a africanos y asiáticos. Pese al apoyo, llamó a mantener el envío de recursos y distribuir la ayuda.
Al comparar estas cifras con otras crisis de 2021, destaca que en apenas cinco días ya alcanzó la mitad del total de refugiados reportados en Myanmar en medio año, tras el golpe de Estado, pues según su informe del primer semestre del 2021 hubo un millón 128 mil en la región asiática. Y según estimaciones mundiales podría alcanzar hasta los cinco millones, colocándose sólo por debajo de Siria.