Los compradores regresaron a los centros comerciales de Beijing después de que la capital china relajara las restricciones de la pandemia, tras declarar que un pequeño pero persistente brote de COVID-19 estaba bajo control.
La reapertura parcial de comercios y oficinas en Beijing fue bien recibida por una población cansada y vendedores angustiados que ansiaban regresar a la normalidad. Acompañada por un levantamiento gradual de las restricciones en Shanghái, indicaba que lo peor había pasado en los brotes de las dos ciudades más importantes de China.
Las cuarentenas y otras restricciones de la estrategia china "cero COVID" han frustrado cada vez más a la población, que ve cómo otros países levantan medidas y reabren fronteras. Algunos se han resistido y organizado protestas en complejos de apartamentos y residencias universitarias.
Los restaurantes seguían cerrados en Beijing salvo para servicios de reparto y comida para llevar, y muchas personas en Shanghái podían salir sólo con pases especiales y por tiempo limitado, aunque el número de casos nuevos se ha desplomado.
China registró 293 contagios nuevos el sábado, de los que 78 eran personas llegadas del extranjero. Shanghái tuvo el mayor número de casos no importados, con 122, y Beijing tenía 21. Las dos ciudades cuentan con más de 20 millones de personas.
Beijing permitió que parques públicos, gimnasios y cines reabrieran el domingo al 50 por ciento de su capacidad. Un tramo de la Gran Muralla en una zona rural de Beijing, unos 60 kilómetros desde el centro, reabrió al público el lunes.
Xu Hejian, vocero de la ciudad, dijo el sábado que si bien aún se detectaban casos esporádicos, están en cifras manejables. "Esta ola del brote está bajo control efectivo", dijo.
KEFS