Tras 21 tiroteos en dos semanas, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, exigió al Congreso no quedarse de manos cruzadas y prohibir las armas de asalto y los cargadores de alta capacidad, pues llegó el momento de actuar y advirtió que no se rendirá hasta lograr un cambio.
El demócrata reconoció que pese a tragedias como las de Uvalde, Parkland y Sandy Hook el país no ha hecho nada para evitar masacres. Por ello, instó a legisladores republicanos a corregir su postura y limitar controles para proteger a los niños y las comunidades al reinstalar el veto a los rifles AK-47 y AR-15.
En cadena nacional y tras sostener que basta de no hacer nada, explicó que no se trata de arrebatar el derecho a portar armas ni decir que quienes las tienen son malos, sino de fijar límites y que los propietarios sean responsables, al tener sus ametralladoras bajo candados y no dejarlas al alcance de menores, pues recordó que ante ese descuido, menores las sacan de casa para dañar a otros.
Y agregó que desde que se eliminó su prohibición se triplicaron los tiroteos de masa a nivel nacional, convirtiendo estas armas en el asesino número uno de niños en EU, pues lamentó que mueren más por tiroteos que en accidentes o por cáncer; incluso, se reportan más menores víctimas que policías por estos crímenes, lo que da muestra de lo que calificó como “epidemia de la violencia armada”.
Biden recordó que apenas el pasado 24 de mayo Salvador Ramos, de 18 años, mató a 19 niños y dos maestras y que la situación pudo ser diferente, pues el joven iba armado y con varios cargadores para disparar cientos de balas en cuestión de minutos, mismas que busca prohibir. Ante la falta de decisión, pidió al menos elevar tres años la edad para que un estadounidense compre un arma.
Recalcó que, según las investigaciones, desde los 17 Ramos pidió a un familiar que le comprara una y ante la negativa esperó a cumplir 18 para hacerse de dos rifles, con los que enlutó a una comunidad que aún entierra a sus víctimas.
Y fue más enfático al cuestionar “¿cuánta más carnicería debemos aceptar?”, para dar respuesta a las familias que exigen detener esas masacres.
Por ello, el demócrata recalcó que no se trata de quitar las armas, sino ser más responsable al impulsar leyes de bandera roja para investigar más a fondo a cualquiera que desee una —para identificar sus intenciones y tendencias violentas—, atender la crisis de salud mental y quitar la protección a los fabricantes.
En ese tema, calificó de inaceptable que esa industria goce de una inmunidad, mientras en el país crece la lista de víctimas traumatizadas y puso de ejemplo a una niña en Uvalde, quien se manchó con la sangre de sus amigos para hacerse pasar por muerta, lo que la salvó.
En torno enérgico insistió que la única forma de detener las matanzas es que esta vez sí hagan algo y no le fallen a la gente. Exigió un apoyo bipartidista, para imponer reglas en torno a las armas modificadas y castigar el tráfico de armas.
Asimismo, rememoró el tiroteo más reciente en Oklahoma en donde un hombre de unos 40 años adquirió un rifle y horas después asesinó al cirujano que lo operó, pues lo responsabilizó de causar un dolor continuo en la espalda.
Sus declaraciones se dan luego de que el Comité Judicial de la Cámara de Representantes anunciara un debate para cambiar el rango de edad para comprar armas semiautomáticas y endurecer las penas por tráfico de armas; sin embargo, admiten que sin apoyo republicano, no se darán los cambios necesarios.
De acuerdo con las autoridades regionales, el hombre se presentó en el hospital de Tulsa y mató a cuatro personas, entre ellas otra doctora, una asistente y un paciente, por un dolor que lo aquejaba desde mediados de mayo, esto según una carta que llevaba el hombre que finalmente se disparó.
KEFS